TÚ Y YO

16.

NOSOTROS

• Jessica Allen •

Me había quedado con la cámara.

Y gratis.

Al fin y al cabo nadie la usaba, y seguramente ni sabían de su miserable existencia... así que para mi.

Ahora tiene una mejor vida.

Me puse a ver todas las fotos que había tomado ese día, y en cada una de ellas aparecía Thomas. Thomas serio. Thomas sonriendo. Thomas frunciendo el ceño. Thomas con lo ojos en blanco. Thomas mirándome a mi. No a la cámara, sino a mi, en todo momento. Y eso me gustó, tanto que imprimí todas las fotos.

Es culpa de él, obviamente. ¿Quien lo manda a ser tan guapo... tan semidiós?

Y bueno, podía sonar muy enfermo pero tenia literalmente las fotos suficientes como para llenar un álbum de sólo fotos suyas.

Al final las guarde, claro. Y las guarde en la caja. Esa que hice hace varios meses para meter ahí todo lo que él me había dado durante nuestra relación.

La camiseta de Oasis. Los boletos del avión cuando fuimos a Nueva York. Las fotos pequeñitas del fotomaton, el collar de púa, la pulsera de guitarra...

Vamos, todo.

Se supone que las iba a quemar—en mi defensa, fue idea de Alison Brown—Y ahí se quedaron, al final del armario acumulando polvo.

Ya era de noche y estaba consumida en mi propia soledad, recordando momentos, escuchando música y viendo la nada.

Lo normal.

Percibí como se detenía la música mientras se cambiaba a otra de la reproducción de mi lista. My future de Billie Eilish.

La empecé a susurrar pero me callé. Mi habitación estaba sumida en un ambiente sombrío pero no duró mucho cuando Marc apareció por mi puerta, hastiado y desorientado.

—Steven está aquí.—dijo rápidamente.

Vale... ¿Qué acaba de decir?

Yo arrugue demasiado la frente y me levante de mi cama para dejar de pensar y caminar directa al salón. Así es, el chico de pelo rojo y naranja estaba en el sofá, apoyado en el hombro de Thomas y ebrio. Muy ebrio.

—¿Qué le pasó?—le pregunté a mi mejor amigo. Él lo estaba mirando con cara de hastío.

—Algo de su ex.

Vaya con los ex.

Me acerqué a él.

—Ey, Steven.

Me miro profundamente. Sus ojos se iluminaron aún más, con el alcohol se le veían algo rojos y casi cerrados.

—¡Jessica!—Él se intento levantar, pero sino fuera por la mano de Thomas estaría en el suelo con la nariz rota.

—¿Cómo te sientes?—me senté junto a él.

—Ahora mucho mejor que te veo.

Sonreí.

—¿Por que no has ido a casa?

—¡Joder! ¡Es que mis padres son un muermo! ¡Me van a hechar la bronca! —el puso los ojos en blanco y nos miro a todos con una sonrisa rara, muy risueña.

Parecía un niño pequeño y enfadado con la vida...

—¿Entonces no te irás?.—intervino Thomas, asumiendo algo que hasta yo pensaba en el fondo.