(2) Cap 1, ¿Qué es todo esto?

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Martinna y sus amigos no eran conscientes de que en aquel helicóptero era la última vez que iban a estar en un sitio seguro. Y tambien de que iba a ser el principio de una nueva etapa con miles de peligros y preocupaciones por delante.

Cuando el vehículo aterrizo en la arena, inmediatamente ordenaron a todos a salir de él lo más rapido posible. Martinna, con ansiedad por no poder controlar la situación, por no saber que cojones estaba pasando, porque sentía que todo se le iba de las manos, no tuvo más remedio que dejarse llevar por los guardias hasta un enorme almacén. Sin fuerzas para seguir peleando.

Cuando pudo respirar de nuevo, se dedicó a mirar donde estaban ella y sus amigos. Era una especie de nave gigantesca. Había muchos pasillos, muchas luces, muchas personas por todas partes, cajas, coches, armas...

Martinna miró hacia los lados chequeando si estaban allí todos sus amigos. Encontró su mirada con su hermano, Fritanga, Winston, Teresa, Minho...

—¿Thomas? ¿Dónde está Thomas? —preguntó Martinna hacia el grupo. Todos negaron indicando que no sabían nada de él. Martinna giró sobre sus talones buscándolo por todo el lugar con la mirada. ¿Dónde se había metido el tonto de lunares ahora?

—Martinna —una voz detrás de ella le asustó. Pegó un grito.

—Primero ¿Podrías dejar de asustarme? Segundo, ¡que susto me has dado no sabía dónde estabas! —La chica empujo levemente del pecho a Thomas.

—Lo siento, lo siento, no me pegues —dijo el chico rápidamente subiendo las manos en modo de inocencia. Newt rio a su lado. —He regresado al helicóptero a por esto. —Thomas le enseñó el pequeño muñeco que le dio Chuck antes de morir. A Martinna le entró una oleada de tristeza al ver la figurita. Justo cuando la de pecas iba a contestar alguien les agarro obligándoles a que tuvieran que andar hacia una habitación no muy acogedora. Aunque intentaron forcejear y evadirse del agarre era imposible. Justo cuando los dejaron, cerraron la puerta con llave impidiéndoles salir de allí.

—Serán cara fucos —murmuró Martinna frustrada.

—No nos dejarán aquí, tendrán que venir en algún momento. Esperemos. —dijo Newt poniendo orden a la situación.

Martinna asintió haciendo caso a su hermano y se dejó caer en el suelo apoyando su espalda en la pared. Estaba demasiado cansada. Aunque habían conseguido salir del laberinto, eso le hacía muy feliz. Se preguntó dónde estarían en ese mismo momento los larchos que se quedaron dentro, sin querer arriesgarse a salir. Espero que estén bien, pensó. Aunque sabía que lo más seguro era que las puertas del laberinto no se habrían cerrado y por lo tanto, los laceradores habrían acabado con ellos.

Minho a su lado dejo escapar un suspiro. Martinna apoyó la cabeza en uno de sus hombros sintiéndose afortunada de que siguiera vivo.

—¿Quieres agua? —le ofreció el asiático. Martinna asintió dándose cuenta de la sed que tenía. Despues de beber, fue pasando la botella a todos los demás.

—¿De dónde la has sacado?

—Se la he robado al guardia que nos ha encerrado aquí

—¿No podrias haberle robado algo más útil? Por ejemplo ¿la llave? —Minho al principio la miró con cara de pocos amigos pero a los segundos comenzó a reírse dándose cuenta de que podría haber echo exactamente eso. Martinna se contagió de su risa. En unos segundos, todos los de la habitación estaban riendo a carcajada limpia sin saber ya muy bien la razon.

—Estamos delirando chicos —dijo Fritanga cuando ya habia calmado la risa.

De pronto, el sonido de unas llaves al otro lado de la puerta se escuchó haciendo que todos se levantaran de golpe preparados para atacar si era necesario. Un hombre abrió la puerta dando paso a un chico de pelo grisáceo, como de unos 40 años, con barba y una expresión que no le transmitía confianza a Martinna.

—¿Estáis bien, chicos? —formuló el hombre. —Siento mucho todo el barullo, os a atacado una manada —Explicó aludiendo al momento en el que salieron del helicóptero donde unas personas que parecía que habían sido picadas corrían hacia ellos queriendo atacarles.

—¿Quién es usted? —inquirió Thomas sacando la pregunta que todo el mundo se hacía. Tras pensárselo unos segundos el hombre habló:

—Soy la razon por la que aún estáis vivos. Y es mi intención manteneros así. —Martinna subió una ceja desafiante. No sabía por qué exactamente, pero ella siempre percibía a las personas antes de conocerlas. Era como un instinto, un sexto sentido. Y sabía que ese hombre no era bueno. —Ahora, acompañadme. Os ayudaran a instalaros.

Cuando el grupo iba a seguir al hombre Martinna les paró en seco para susurrarles algo.

—Tened cuidado con todo, no conocemos nada de este lugar y estamos desprotegidos. Cuestionaros cada situación y no deis por echo nada. Quién sabe si de verdad nos quieren proteger por alguna razon o solo quieren hacernos daño. —El grupo asintió aceptando las palabras de su líder. Los chicos pensaron que Martinna tenía razon. Al fin y al cabo, todo era nuevo y no confiaban en nadie.

Dicho esto el grupo comenzó a seguirle mientras recorrían muchos pasillos de aquel almacén enorme. El chico empezó a hablar, explicándoles la situación.

—Podéis llamarme Señor Janson, dirijo todo esto. —Abrió sus manos indicando todo el espacio. —Para nosotros es un santuario, a salvo de los horrores del mundo exterior. deberíais considerarlo algo así como una especie de "hogar" entre hogares —Martinna frunció el ceño. Esto no iba a ser un hogar.

—Osea que ¿nos llevan a casa? —cuestiono Thomas.

—A una especie de casa. —Martinna se posiciono delante del grupo para hablar con el señor. —no queda mucho del lugar del que provenís, pero tenemos un lugar para vosotros. Un refugio fuera de la quemadura donde C.R.U.E.L no podrá volver a encontraros ¿Qué tal suena eso?

Martinna giró su cabeza hacia sus amigos en cuanto nombró a cruel. Minho y ella compartieron una mirada.

—¿Y por qué nos ayudan? —preguntó Minho.

—Digamos que el mundo exterior se encuentra en una situación bastante precaria. Todos pendemos de un hilo finísimo. Que podáis sobrevivir a ese maldito virus os convierte en la mejor oportunidad para la supervivencia de la humanidad. —Martinna estaba a dispuesta a decirle a algo a ese tal Janson pero este siguió hablando, quitándole las palabras de la boca. —Desgraciadamente, eso tambien os convierte en objetivos, como sin duda ya habréis observado. Al otro lado de esta puerta, esta el comienzo de vuestras nuevas vidas. —Janson pasó una tarjeta por un lector que abrió una puerta de metal dejando ver un gran pasillo que no transmitía mucha confianza para Martinna. Esta frunció el ceño. —Primero lo primero. Hagamos algo con ese tufo.

Genial, pensó Martinna. Ahora querían adecentarles. Un chico con unas cuentas ropas en sus manos llegó y repartió un pantalón y una camiseta a cada uno. Después, separó a Martinna y a Teresa de los chicos llevándolos a cada uno por un pasillo distinto.

—¡Eh! ¿Qué hacéis con ellas? —Preguntó Thomas alerta al ver que separaban a las dos chicas.

—Tranquilo, fiera. No os vamos a dejar ducharos juntos —se burló Janson.

The Maze Runner: Escape [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora