Un día antes de su llegada terminaron de leer el segundo libro. Alex repitió el proceso, cuando su turno terminó fue hasta la biblioteca para devolver el libro y seguir con su "investigación".
Había hecho un avance considerado, descubrió que el nombre del pueblo estaba en latín, que su traducción se perdía ya que al momento de escribirlo colocaron IFEROS en lugar de INFEROS así que su traducción literal era "Pequeños Salvajes" y la original era "Pequeño Infierno" un nombre peculiar para un lugar peculiar; también descubrió que siempre fue un lugar de pocos habitantes y muy tranquilo, así que tampoco era tanto lo que tenía que seguir leyendo. Avanzó doscientos setenta y tres años en los tres días que había ido, pero cuando llegó a mil setecientos diecisiete se soltaba un año y continuaba en mil setecientos diecinueve; la página dónde debería estar registrado lo ocurrido en mil setecientos dieciocho estaba arrancada. Se acercó hasta el mostrador donde el hombre se encontraba leyendo.
––Disculpe –– comenzó tratando de encontrar las palabras adecuadas –– ¿dónde puedo conseguir esta página? –– le preguntó mostrándole el libro y señalando el pedazo de hoja que quedaba.
––No puedes –– le respondió simple, tratando de volver a su lectura, pero Alex no era de las personas que se conformaban con respuestas vagas, y menos en aquella situación.
–– ¿Cómo qué no? –– le preguntó aún más intrigado
––Mira –– le dijo tratando de estar sereno –– ese libro data de hace quinientos años, ese página es de hace doscientos veintisiete años en algún momento en ese periodo de tiempo o quizás en ese mismo año alguien arrancó la página. Nunca se supo quién fue ni por qué lo hizo, tampoco hicieron mucho para reponerla; fuera lo fuera que estuviera ahí escrito no era algo de lo que querían que las siguientes generaciones tuvieran conocimiento –– hizo una pausa mirándolo con hastío –– así que sí eso es todo, quisiera volver a mi lectura, gracias –– agregó levantando el libro y tapándose la cara.
Alex volvió resignado hasta el rincón donde estaba la gaveta apoyando el libro sobre esta y repasando el salto de años que hacía, en años posteriores nadie mencionaba ningún acontecimiento de dicho año. Eso no lo dejó tranquilo, necesitaba saber qué era lo que, fuera quién fuera intentó ocultar al arrancar la página, ¿era eso a lo que se refirió Scivi cuando le dijo que comenzara por la biblioteca? Se enfrascó tanto en sacar conclusiones que no se fijó en la hora, eran pasadas las ochos, ordenó todo en su lugar y fue hasta el último pasillo buscando su próxima lectura.
–– ¿Orgullo y Prejuicio? –– le preguntó el hombre confundido, tal vez se confundió de pasillo agarrando el primer libro que vio.
––Ya se lo dije, soy un hombre de clásicos.
––Lo dijo, pero este es un libro de romance –– le respondió buscando el cambio cuando vio que iba enserio con llevárselo.
––Pues fíjese que el título le responde, el prejuicio está demás. Buenas noches ––– dijo agarrando el libro y saliendo indignado del lugar, ¿qué a un hombre no le podía gustarle el romance?
Como cada noche luego de salir de la biblioteca fue a la cafetería y se sentó en la mesa junto a la entrada, ya era algo de rutina, recordó a su antiguo jefe si le viera le echaría una bronca por no haber ignorado la regla uno de los policía; aunque tampoco era para tanto, todos en el pueblo se conocían con todos, no estaba en peligro –– o eso creía ––.
Se pidió un té, el clima estaba cambiando, cada día hacía un poco más de frío y había unas fuertes brisas, significado de que el otoño ya estaba presente. La puerta sonó indicando la llegado de un nuevo cliente, alzó la mirada de inmediato era algo típico hacerlo. El cliente no era nada más ni nada menos que Breela que cuando notó su mirada sobre ella le sonrió y se acercó –– aunque no había mucha distancia separándoles ––.
––Buenas noches detective –– le saludó con su típica sonrisa amable.
––Buenas noches Srta. Donovan –– hizo un ademán con la mano –– siéntate por favor.
––Gracias, no esperaba verte aquí. Creí que ya estarías en tu casa.
––He venido todas las noches después del trabajo, tienen buenos chocolates y té –– levantó la taza tomando un poco del líquido caliente.
––En ese caso, yo también pediré uno –– llamó a la camarera e hizo su pedido –– así que Orgullo y Prejuicio –– dijo agarrando el libro que reposaba sobre la mesa.
––Así que, ¿tú también? –– fue lo que le respondió con un tono de fastidio.
Breela frunció el ceño sin entenderle, cuando le fue a contestar le trajeron su pedido –– no me refería a eso –– comentó cuando volvieron a quedarse solos –– aunque es uno de mis libros favoritos, me refería a que no creo que tus compañeros les apetezca leerlo –– hizo una pausa tomando un poco de té –– tienes razón, está muy bueno.
––Te lo dije – respondió riendo –– y no me preocupa, aún tenemos un libro antes de llegar a este, tampoco está de más cambiar los gustos de vez en cuando.
Charlaron todo el rato hasta que la camarera les indicó que ya estaban por cerrar. Alex se ofreció acompañarle casa, sin embargo, desistió de la idea en cuanto vio que un auto la esperaba.
–– ¿Esto significa que tú madre ha llegado?
––Algo así, ha mandado el chófer para que "conociera el lugar", como si se fuera a perder, además no necesitamos de un coche, el pueblo no es tan grande.
––Entonces, ¿cuándo llega? –– preguntó extrañado, no le había comentado nada referente al tema y estaba perdiendo el hilo de la conversación.
––Mañana, creo –– Breela hizo una mueca –– se supone que vendríamos hasta acá para darnos un respiro, pero ella sigue trabajando.
––Así es ella, ¿no? –– Alex no lo quiso decir con mala intención sino todo lo contrario, Bree siempre le contó que su madre trabajaba mucho y por ende no pasaban tanto tiempo juntas, por eso mismo nunca llegó a conocerla.
––Sí –– dijo con pesar –– ya tengo que irme, buenas noches Al.
––Buenas noches, Bree –– esa vez se contuvo de besarle la frente, el chófer le estaba viendo, así que se limitó a verla subir y esperar a que desapareciera en el camino.
Continuó su camino hasta el edificio subiendo las escaleras con pesar, abrió la puerta del departamento entró y cerró colocando el seguro, fue hasta la cocina a por un vaso de agua deteniéndose en seco en la entrada; la ventana de la cocina estaba abierta, en el tiempo que tenía viviendo ahí no la había abierto ni una sola vez. Se acercó cerrándola bruscamente asegurándose de que no pudiera abrirse, revisó todo el lugar y todas las ventanas repitiendo el mismo proceso, incluso movió la cómoda y se aseguró de que la caja y su contenido siguiera tal cual lo había dejado. Tras hacerlo bajó hasta el departamento del sr. Brown, necesitaba respuestas pero como cosa rara, él no salió. Resignado volvió a subir, esa noche no pudo conciliar el sueño, sentía que alguien le estaba vigilando y que en cualquier momento entraría. La mañana siguiente no fue mejor.
Cuando salió del edificio no lo recibió la brisa otoñal sino el alboroto que se estaba formando, a medida que iba caminando no dejaba de escuchar los mismos comentarios "ella está aquí" "va a suceder nuevamente", ¿de quién estaban hablando? Cuando llegó a la estación y le preguntó a sus compañeros el motivo de tanto alboroto.
––Es por ella –– respondieron señalando a la mujer que salía de la oficina del sargento.
Era rubia, con ojos color miel, tez clara y una que otra arruga signo de su edad, pero Alex no estaba concentrado en su apariencia física, sino en que sabía quién era, ya le había visto antes pero jamás creyó que la conocería.
Era la chica, la que aparecía en las fotos junto a Audrey.
Y eso, eso era apenas el comienzo.
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La Maldición de los Pines [Completa] ©
Short StoryMaldición. Según nuestra buena amiga Wikipedia, una maldición es la expresión de un deseo maligno dirigido contra una o varia personas que, en virtud del poder mágico del lenguaje, logra que ese deseo se cumpla. Hay quienes dicen que no debemos mal...