Capítulo 13

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––Y bien, ¿quién eres? –– insistió Alex a ver que no le respondía.

Scivi lo miraba fijamente vacilando antes de dignarse a responder –– tienes que preguntarme algo más sencillo, querido.

–– ¿Más sencillo que tu identidad? –– Preguntó incrédulo, lo pensó un tiempo antes de formular una nueva interrogante –– ¿hace cuánto me siguen?

––No me lo estas dejando fácil –– respondió incómoda –– puedo contestar tus inquietudes pero no las referentes a ti.

––En tal caso, no me dejas muchas dudas –– enfatizó molesto.

––Lo tomas o lo dejas, tú decides.

––De acuerdo, ¿Quién es Adiutor? –– preguntó resignado.

––Es un buen amigo, que me ha ayudado a lo largo de mi vida.

–– ¿Por qué me siguen?

––Esa si puedo contestarla, es para asegurarnos que vas por el camino correcto y que no te metas en problemas.

–– ¿Y no pudieron evitar todo el problema de ayer?

––Hay situaciones que tiene que suceder sí o sí.

––Eso significa que....

––Que hubieron, hay y habrán situaciones y decisiones en tu vida que deberán ocurrir para el desenlace de otras –– finalizó encogiéndose de hombros, como si quisiera restarle importancia.

Alex decidió ignorar el comentario, intuyó que no le respondería si indagaba sobre ello así que optó por otra duda, aunque se preguntaba si todas las decisiones que tomó eran las correctas.

–– ¿Por qué la biblioteca? –– aquella pregunta la carcomía la cabeza desde su primer encuentro y posterior a encontrar los libros –– no he encontrado lo que sea que esté buscando, porque a lo que a mí me parece no he encontrado nada fuera de lo común.

–– ¿Estás seguro de ello? –– oh, conocía ese tono.

––Pues, ahora que lo dices no del todo –– hizo una pausa tratando de formular de buena manera su duda –– ¿sabe lo que sucedió en mil setecientos dieciocho? –– aunque ir directo al grano nunca está de más.

Scivi se tensó al instante, sin embargo, le dedicó una mirada que entendió a la perfección.

––Lo sabes más no me dirás, ¿Por qué no me sorprende? –– Inquirió con sarcasmo –– ¿por qué aceptó reunirse conmigo si no iba a contestar ninguna de mis preguntas? –– vale, puede que quizás con eso último sonara un poco tosco.

––Porque no has hecho las correctas, pero aun así que te daré las respuestas cortas de las ya formuladas –– respiró hondo antes de contestar –– no te diré quién soy, eso lo sabrás en su debido momento. Te hemos seguido durante cierto tiempo, por eso teníamos conocimiento acerca de las mentiras de la Srta. Evans y no, nunca hemos entrado en tu casa o trabajo –– agregó al ver la pregunta no formulada en su rostro –– sabrás por qué te seguimos, lo cual espero sea más pronto que tarde, pero no es por nada malo, ni con mala intención. En la biblioteca está la mayoría de las repuestas, sé lo que sucedió ese año, pero no soy yo quien debe decírtelo. Estas muy cerca de la verdad, no te rindas – dijo lo último con tono suplicante.

Alex la miró fijamente analizando todo lo que le dijo, pero solo una pregunta salió de su boca –– ¿de qué verdad está hablando?

Scivi cerró los ojos, como pidiendo paciencia, cuando los abrió Alex quedó embobado unos segundos con el intenso color dorado –– sígueme, te mostraré algo –– se incorporó de golpe, rodeando el árbol, él tardó unos segundos en seguirla –– de esta verdad estamos hablando –– dijo uno vez estuvo a su lado señalando las iniciales A+M encerradas en un corazón con marcas por encima.

––A más M, ¿son...? ¿Estamos hablando de...? –– inquirió Alex, pero no hizo falta terminar la pregunta.

––Sí, son ellos –– la miró esperando que soltara algo más de información –– sé lo que pasó, al igual que la mitad del pueblo, pero ellos no te lo dirán, no porque seas un recién llegado, sino porque para ellos nunca sucedió. Yo tampoco lo diré, no porque no quiera, sino porque no debo.

–– ¿Es un voto de silencio o qué?

––Algo así.

–– ¿Fue tan malo como para aparentar que nunca sucedió?

––Mucho más de lo que te imaginas –– hizo una pausa meditando sus siguientes palabras –– Sé que no debería pedírtelo, principalmente porque no lo merezco, pero, confía en mi Alex, debes hacerlo porque soy lo único que te puede ayudar. Sé que eso no resuelve nada pero por favor, dame el beneficio de la duda.

Alex no dijo nada, no tenía nada que decir, ¿confiar en una extraña que lo ha seguido durante quién sabe qué cantidad de tiempo? Sin contar que lo tiene en una rara investigación de solo ella sabrá qué y que lo ayudó a no ir a prisión; sí, tenía que pensarlo muy bien, aunque, ¿cuándo tomaba la decisión sensata? Se quedaron viendo el árbol por un rato más antes de que Scivi se excusara para irse, no sin antes prometerle y recordarle una vez más que estaba cerca, pero, ¿de qué?

Alex no tardó mucho en irse también, se detuvo en la cafetería comprando algo ligero para comer, no hizo mucho en lo que quedó de tarde y noche, seguía dándole vuelta a su conversación con Scivi, no entendía ni la mitad de lo que le había hablado, pero no era algo nuevo.

Cuando la mañana llegó le parecía que había dormido un día entero, repitiendo la misma rutina de todos los días salió del edificio. Ese día estaba nublado. Caminó con algo de prisa a la estación, lo último que quería era terminar mojado y con frío. Cuando llegó no le sorprendió ver que era el único, se dejó caer en la silla de su escritorio creyendo que estaba solo hasta que escuchó ruido en la oficina del sargento, sintió la necesidad de disculparse y dar una explicación. Una vez de pie fue hasta la oficina cuya puerta estaba abierta pero eso no evitó que tocara dos veces en señal de respeto, el sargento levantó la vista de los papeles y la enfocó en él invitándolo a pasar.

Antes de siquiera dar los buenos días su mirada se clavó en unos de los retratos encima del escritorio, ese que estaba volteado en su dirección; era la familia de su jefe, su parecido impresionaba pero eso no fue lo que le impresionó. Sino quién parecía el hermano mayor.

Era Matt.

¿Por qué no podía tener un día normal?

Ya los extrañaba. 

La Maldición de los Pines [Completa] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora