Capítulo 34

6 1 0
                                    

Alex pasó un rato más con Breela hasta que esta lo convenció de que se fuera a su departamento, lo cual hizo después de que se durmiera, en la sala de espera Marie se encontraba con la cabeza apoyada en el hombro del sr. D'Balla y no había rastro de Evan. Salió del ambulatorio a paso tranquilo, pensando en lo próximo que haría, analizando muy bien toda lo ocurrido esa noche. Cuando llegó a su departamento se permitió tomarse una ducha larga, luego de salir y colocarse el pijama sacó la caja y tomando una gran respiración siguiendo su intuición. No tuvo noción del tiempo, pasó toda la noche en vela. Cuando fue llegando al final de su trabajo, unos golpes en la puerta interrumpieron su trabajo. Con pereza fue abrirla, no recordando que tenía una reunión pautada.

—Diría buenos días, pero para ti serían buenas noches — se burló Adiutor.

— ¿Qué hora es? — preguntó en medio de un bostezo, dando media vuelta caminando hacia la cocina.

—Las seis y media — respondió Scivi cerrando la puerta.

—Necesito café — murmuró —, ¿me contarán la verdad o me seguirán mintiendo? — preguntó mientras servía el café.

—Ya no hay nada que debamos ocultar — le respondió Adiutor.

—Me alegro, porque hay mucho que aclarar — colocó los tres café en la mesa — ¿Cuántos años tienen? — directo al grano.

—Mucho más de lo que te imaginas — dijo divertido Adiutor —. Este humilde servidor tiene trecientos años existiendo, mi amiga por el contrario doscientos setenta.

—Casi tres siglos aguantándolo, ¿no te cansas? — le preguntó a Scivi.

—Te acostumbras — le respondió ella, divertida con la situación.

—Ja, que graciosos, siguiente pregunta — dijo molesto.

—Eres la madre de Faith — dijo dejando atrás cualquier rastro de diversión — ¿Por qué ayudaste a que se rompiera la maldición?

—Mi hija al igual que Audrey eran un alma en pena — comenzó a explicarle —. Se requiere el uso de magia negra para lanzar una maldición sobre otros, cuando se hace, si la persona que ha invocado la maldición muere, su alma no puede descansar hasta que la maldición se rompa.

—Ha pasado doscientos veintisietes años tratando de que su hija por fin descanse — murmuró el detective.

—Y por fin lo he logrado — dijo de la misma forma —, gracias a ti.

—No nos pongamos sentimentalones a estas alturas — los interrumpió Adiutor — ¿alguna otra pregunta?

— ¿Quién es la persona que hizo el trato con el demonio? — mejor no lo hubiera preguntado, Adiutor se enderezó en su lugar, tenso, viendo de reojo a su amiga.

—Yo quisiera no haberlo descubierto — susurró entre dientes Scivi —, Rose te ha contado toda la historia, por lo que sabes quién es Damna, ¿no? — Alex asintió, no muy convencido — Su nombre completo en Damnare, lo que en latín significa maldita.

— ¿Quién le colocaría ese nombre a su hija? — preguntó confundido.

—Alguien que ha hecho un pacto con un demonio — le respondió Adiutor.

—Sus padres — comenzó a explicarle Scivi — hicieron un pacto con Tenebris cuando me negué a ayudarlos — murmuró sin verlo, sintiéndose culpables —. Eran pobres e infértiles, por lo que el pacto les otorgó lo contrario, riqueza y fertilidad, generación tras generación, no sabemos cuáles fueron las consecuencias de tal pacto, pero sospechamos que tenía que ver con su hija.

La Maldición de los Pines [Completa] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora