Cuando la reja estuvo abierta, fue el sargento quién habló.
––Buenos días, Smith. Este es tu abogado y su asistente...
––Sí, sí, ya nos presentaremos –– le interrumpió el hombre –– ¿puede dejarnos a solas con mi cliente?
El sargento le dedicó una mirada llena de mucho amor antes –– nótese el sarcasmos –– de girarse e irse refunfuñando por lo bajo. Alex no estaba entendiendo que hacía ahí.
––Alex –– saludó ella con su característica sonrisa.
––Scivi, ¿qué hace aquí?
––Ayudarte a salir, claro está – se giró señalando a su compañero –– este es Adiutor.
––Él que no hizo bien su trabajo siguiéndome –– no pudo callarse el comentario –– ¿también es abogado?
Scivi contuvo un sonrisa, pero al tal Adiutor no le gustó el comentario –– hice un excelente trabajo, tanto así que tengo pruebas a tu favor –– dijo muy digno –– y soy un gran abogado.
––Pruebas, ¿cuáles pruebas? –– ese era un giro que no se esperaba.
––Fotografías, una factura de la tintorería e inconsistencia con el testimonio de la víctima –– esta vez habló Scivi.
–– ¿Cómo tienen todo eso?, ¿hace cuánto me siguen?
––Desde que... ¡Ay! –– comenzó a decir Adiutor, pero se interrumpió por el pellizco nada disimulado que Scivi le dio.
–– Eso no es importante ahora, sino sacarte de aquí –– comentó ella sabiendo que Alex comenzaba a desconfiar.
–– ¿Por qué hace todo esto?
––Ya te lo dije, tienes algo que resolver y dudo mucho que aquí encerrado lo hagas.
––Aún tengo dudas con respecto a eso, y necesito respuestas, lo sabe, ¿no?
––Lo tengo claro, ahora, ¿aceptarás nuestra ayuda o no?
Alex no tuvo más remedio que asentir, eran –– no sabía si para su fortuna o desgracia –– su única esperanza. Llamaron al sargento para que lo sacara de ahí ––esposado –– pero que lo sacara, le tomó por sorpresa que no fueron a la sala de interrogatorio sino a su escritorio donde los estaban esperando; antes de llegar detuvo a Scivi por el brazo.
––No la metas a ella en esto –– le suplicó señalando con disimulo a Breela quién se colocó de pie en cuánto los vio.
––Bien –– fue su respuesta antes de acercarse al sargento Donovan y susurrarle algo, este se le quedó viendo unos segundos antes de ir con su sobrina y decirle Dios sabe qué. Breela miró a Alex esperando alguna confirmación, a lo que él la miró asintiendo levemente, eso fue suficiente para que ella saliera en dirección a la oficina de su tío.
Una vez escucharon la puerta cerrarse Alex, Scivi y Adiutor se sentaron en las sillas que estaban frente al escritorio los hombres y la Srta. Evans hicieron lo mismo quedando del otro extremo. Ambos sargentos estaban de pie a cada extremo del escritorio y los oficiales estaban sentados lo suficiente alejados para no molestarles comiendo sin disimulo alguno palomitas de maíz, aquello era lo más interesante que habían presenciado en años.
El ambiente era tenso, Alex notó que la muchacha que tenía en enfrente estaba sudando y las manos le temblaban, ella las escondió cuando se dio cuenta que las miraba fijamente. El silencio fue roto por Jones.
–– ¿El sr. Smith quiere por fin confesar?
––De hecho, queremos repasar nuevamente todo –– le respondió Adiutor –– apenas y me asignaron el caso así que Srta. Evans, quisiera oír su declaración.
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La Maldición de los Pines [Completa] ©
Short StoryMaldición. Según nuestra buena amiga Wikipedia, una maldición es la expresión de un deseo maligno dirigido contra una o varia personas que, en virtud del poder mágico del lenguaje, logra que ese deseo se cumpla. Hay quienes dicen que no debemos mal...