La semana siguiente también pasó en un parpadeo, aunque las aguas estaban tranquilas todos esperaban el más mínimo cambio. Los de la estación se la pasaron leyendo y Alex se había sumado a la rutina del pueblo, era realmente aburrido. Incluso llegó a olvidarse del tema de la paranoia con respecto de que alguien le seguía y sí, aún le estaban siguiendo. Breela tampoco apareció esa semana, y no quería incomodarle yendo a su casa.
La investigación acerca del pueblo no le dio ninguna respuesta que no supiera, el primer libro terminaba en mil ochocientos noventa. A partir de esa fecha seguían unos que otros escritos a mano y algunos recortes de periódicos, pero seguía como el principio, sin ninguna información que no supiera; lo único realmente intrigante era la página que habían arrancado pero a quien sea que preguntara algo al respecto le respondían lo mismo, "no sé nada del tema". Tampoco obtuvo resultado alguno buscando al tal Matt, al comienzo del segundo libro se hacía mención a ese nombre pero según su teoría, las fechas no cuadraban; intentó buscando en otro lugar, podía intentar ir por el pueblo preguntando por él, pero sin saber su apellido era casi imposible.
Esa mañana no tenía que trabajar, el sargento les había dado el fin de semana libre, si los necesitaba –– cosa que dudaba –– les buscaría. Estuvo en la cama mirando el techo media hora pensando que podía hacer, giro sobre sí a la izquierda en dirección a la mesita de noche donde reposaba Orgullo y Prejuicio desde que lo tenía estaba en el mismo lugar acumulándose de polvo. Decidido se levantó con algo de pereza agarró el libro y salió de su departamento, como ya era normal la sra. del 3-C abrió y cerró su puerta, el sr. Brown, pues, no había rastro del sr. Brown.
El día estaba agradable, estaba haciendo el sol justo, ni tan fuerte ni oculto tras las nubes. Pasó por la cafetería por un té, sí que lo necesitaba. Cuando llegó al lago se sentó en una de las raíces que sobresalían del viejo árbol. Iba por el cuarto capítulo cuando una voz le distrajo.
––Buenos días detective –– saludó una sonriente Breela.
Alex levantó la vista del libro con una sonrisa embobado –– Buenos días señorita Donovan –– le respondió.
–– ¿Puedo sentarme?
Alex se movió un poco a la izquierda haciéndole un hueco a su lado, Breela se sentó dejando frente a ellos una canasta que hasta ese momento notó.
–– ¿Qué traes ahí? –– preguntó curioso
––Mi idea era pasar por tu casa e invitarte a un picnic, pero te has adelantado al lugar –– le respondió sacando unos muffins de arándanos –– le comenté a Marie que te vería, así que hizo tus favoritos.
––Bendita sea Marie –– comentó mientras daba un mordisco al muffin –– hace mucho que no los comía –– hizo una pausa dando otro mordisco –– ¿Cómo me has encontrado?
––Se lo haré saber –– hizo una mueca antes de contestar su pregunta –– tengo mis contactos
–– ¿Cómo has estado? –– preguntó ignorando lo último, no necesitaba volver a su paranoia.
––Cansada –– dijo con sinceridad soltando un suspiro –– mi madre ha estado estas últimas semanas hasta la coronilla con los problemas de la empresa, aun estando lejos no deja de trabajar ni un segundo y como soy su sucesora es mi deber ayudarle a solucionarlos, es agotador; y pensar que apenas estoy comenzando en ello no quiero imaginar lo que será cuando esté al frente de todo. –– terminó de decir aquello y sintió que se quitaba un peso de encima.
Alex tomó sus manos entre las de él y las acaricio con su pulgar, era la forma en que se relajaba cuando algo la alteraba –– lo harás bien. Lo estás haciendo bien.
ESTÁS LEYENDO
La Maldición de los Pines [Completa] ©
Historia CortaMaldición. Según nuestra buena amiga Wikipedia, una maldición es la expresión de un deseo maligno dirigido contra una o varia personas que, en virtud del poder mágico del lenguaje, logra que ese deseo se cumpla. Hay quienes dicen que no debemos mal...