VIII

234 21 1
                                    


—¿mataste a Carlos Montero?—

Diego miró asqueado la sonrisa en el rostro de su primo, quien acababa de dispararle a aquella paloma blanca.

—Así es ¿no vas a elogiarme, primito?—

Para Antón no pasó desapercibida la sorpresa en el rostro de su hijo, quien bajó la mirada preocupado.

—Corre...—

~•~

Esa noche, tal como había informado Kala, no apareció en la isla. El problema empezó cuando tampoco apareció al día siguiente... Ni el siguiente.

—Dale tiempo, niño... Por como ella hablaba de Carlos, se notaba que lo quería como a un padre.—

Diego se abrazó a sus piernas, mirando aquella fogata pensativo.

—Les tendieron una trampa y lo mataron... Pero al final eso solo perjudicó a papá. Muchos soldados abandonaron sus filas.—

Otra vez reinó el silencio, hasta que el guardia se puso de pie. Diego entonces notó que llevaba un bolso con él.

—¿a dónde vas? Aún es temprano.—

—Bueno, tal y como dijiste, todos se están yendo con los Montero ahora. Y también lo haré yo.—

—¿qué? ¿justo ahora?—

—Solo quería despedirme de ti.—Diego bajó la mirada.

—Ahora quedaré solo entonces...—

—Ya lo hablamos hace tiempo, niño. Seguirás solo hasta que decidas eliminar cierto parásito que tienes pegado.—

—Sí sí, lo de no saber volar.—el hombre rió.

—Exacto... Bueno, ten mucho cuidado. Prometo que le daré tu saludo a la chica cuando la vea.—

—... ¿podrías darle algo por mi?—

~•~

—¿cómo vas, niña?—

—Bien, supongo.—

Philip se acercó a Kala, quien ajustaba las rueditas de Chorizo con una llave.

—... Escuché... que Alejandro sabe dónde está el machete... El que perdimos ese día.—

Aquello llamó completamente la atención de la chica, quien miró ansiosa al mecánico.

—¿dónde?—

—Dijo que en la iglesia, el padre de-

—Iré por él.—

—Espera, niña. Deberías decirle a Dani que te acompañe.—

—Dani no está, no sé si volverá hoy. Quiero recuperarlo ahora.—

—Pero-

—¿Kala?—

La chica volteó la mirada hacia la entrada del taller, donde aquel guardia que tantas noches le había hecho compañía en la isla la miraba sonriente.

—¿qué... haces aquí?—

—Desertando, al fin... Me tardé mucho ¿no?—

La chica se acercó a él, estrechando su mano con una leve sonrisa.

—Pues bienvenido a la guerrilla entonces.—

—Gracias, iré a uno de los puestos que capturaron en la ciudad. Pero antes quería saludar y darte esto.—

~° Familia ~ Diego Castillo. Far Cry 6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora