VI

240 24 3
                                    


Diego tuvo que apartar la mirada cuando la chica se quitó la ropa mojada y la reemplazó por un uniforme.

—Ese traje usan las mucamas de mi casa... ¿dónde lo conseguiste?—soltó con la mirada en el cielo, evitando mirarla.

—Me lo dio Luis, asi pasaré más desapercibida si alguien me ve.—

Así que se llama Luis...

Diego se sintió culpable al haberse enterado así.

—Bueno, vamos a comer, mini Castillo.—

El chico miró confundido como Kala quitaba del lomo del cocodrilo una mochila completamente envuelta en plástico.

—... ¿cómo lo domesticaste?—

—No lo hice.—la chica sacó de la mochila un pequeño tupper—. Guapo hace lo que quiere... Y quiere hacerme compañia.—

Diego tomó el pequeño sándwich que la chica le tendió.
Ambos se sentaron junto a un árbol, desde donde se veía perfectamente el puerto de la isla.

—Oye, respecto a lo que pasó la otra vez...—Kala alzó la mano indicándole que se detuviera.

—No tienes que disculparte, yo también me comporté como una idiota.—dejó dos latas de Coca-Cola frente a ella—. Propongo que pongamos en una bolsa todas las tonterías que dijimos y las arrojemos al diablo... ¿qué te parece?—

Diego sonrió en cuanto la chica le indicó que tomara una de las latas.

—Bien...—

Comieron en silencio, hasta que la chica le invitó otro sándwich.

—Vaya... Casi podría pensar que planeabas comer conmigo.—

—Sí lo hacía.—Kala lo miró como si nada—. Quería que charláramos.—

Diego sintió penita al pensar que aquello era una especie de cita.

Que tonto...

—Y dime, señor "futuro presidente"... ¿qué se siente ser tú?—Kala habló con la boca llena.

—¿a qué te refieres con "ser yo"?—Diego tomó algo de refresco.

—Ya sabes, alguien que lo tiene todo.—

—No lo tengo todo.—

—Sabes a lo que me refiero...—Kala se puso alerta al ver una lancha acercarse, tomó su libreta—. Tienes una cama suave, comida deliciosa siempre, ropa limpia y a decenas de personas que hasta podrían limpiarte el culo si se lo pidieras.—

—Que asco... nunca pediría eso.—la chica rió antes de comenzar a anotar cosas que Diego no llegaba a leer.

—Como sea, sabes de lo que hablo.—

—... ¿tú no tienes un hogar?—

Kala miró de reojo al chico, notando que comenzaba a deprimirlo con sus tonterías.

—Vivo con unos amigos actualmente, pero una casa no es un hogar...—

—"un hogar no es una casa, sino la gente que convive unida"—Kala reprimió una risita.

—Que cursi... Pero tienes razón.—lo miró—. ¿qué hay de ti? ¿crees que tu casa es tu hogar? Porque con tremenda mansión yo sí estaría a gusto.—

—¿para qué tener una casa tan grande si solo somos dos?—la chica notó que Diego estaba algo pensativo—. Se siente tan vacío, aburrido y solitario...—

—¿de verdad? Vaya, si vinieras a mi campamento alucinarías. Todos los días pasa algo genial. Hoy por ejemplo encontramos un cargamento de tomates algo pasados y se los lanzamos a mi amiga Dani.—Kala rió—. Hasta Chorizo terminó con salsa.—

—¿Chorizo?—

—Oh, es un perrito salchicha. Usa sillita de ruedas, ayuda en el taller.—

—Vaya... Suena genial.—Diego sonrió emocionado, pero rápidamente se deprimió—. Lo más emocionante que pasó aquí fue cuando cambiaron las alfombras...—

Kala frunció levemente los labios, preocupada de ver lo deprimido que se notaba el chico.

—Bueno... tampoco me hagas mucho caso. Así como nos divertimos y la pasamos bien... También tenemos muchas desgracias... La muerte es algo normal en nuestro ámbito. Ningún bando tiene las cosas fáciles, al parecer.—

—Eso parece...—

—¿sabes? Cuando todo esto acabe... Tú deberías venir con nosotros.—

—¿qué?—

Kala guardó la libreta y lo miró.

—Eres bueno, Diego... Mereces tener una buena vida.—

Diego miró atentamente como la chica se ponía de pie y sacudía las migajas en su ropa.

—Gracias... Por decir eso.—

—¿por qué? Si es la verdad.—Diego sonrió avergonzado.

—¿ya... ya te vas?—

—Sip, la verdad debería estar revisando los alrededores... Pero de verdad quería charlar contigo.—le sonrió, haciendo que el pequeño yarano se avergonzara aún más—. Será mejor que vuelvas a casa, señor cursi... Nos vemos mañana ¿si?—

Diego enloqueció cuando la chica besó su mejilla.

—¿¡por qué me besas!?—

Kala lo miró extrañada, pero rápidamente comprendió.

—Ay, perdón...—rió apenada—. De donde vengo, se saluda con un beso en la mejilla.—señaló su propia mejilla y la infló—. Perdón si te incomodé, no lo haré más.—

—¿no eres de Yara entonces?—

—Pensé que era obvio, mi acento es diferente.—se colgó la mochila al hombro.

—¿y de dónde eres?—

—... Te lo diré si tú me das información a cambio... ¿sabes cuántos guardias hay en tu casa?—

—No te diré eso...—

—Ok, ok... No te diré de dónde soy entonces.—

Kala le sacó la lengua divertida antes de comenzar a alejarse.

—Descansa, Diego.—

El chico quedó ahí sentado, aún asimilando lo que acababa de pasar.

El chico quedó ahí sentado, aún asimilando lo que acababa de pasar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
~° Familia ~ Diego Castillo. Far Cry 6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora