8.- First Kiss

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Después de la pelea inicial que tuvieron como manera de conocerse, el día que les tocaba educación física, ambos debieron quedarse en el salón por orden de los maestros.

Los primeros minutos fueron incómodos, con Kakyoin a unos cuantos asientos de distancia del pelinegro.

Luego de pensarlo un momento, en un cuaderno hizo dos líneas verticales y dos horizontales, las cuales llevó hasta el más alto y puso al frente junto con un lápiz negro, mientras él portaba un lápiz rojo.

—¿En serio?

—En serio.

—Yare yare, daze...

—Temes no poder ganarme, ¿verdad, Jojo? —dijo arrastrando el apodo contrario.

Jotaro lo miró con su típica expresión y tomó el lápiz negro, haciendo una equis en una esquina. Kakyoin solo sonrió al ver que había caído en su provocación y dibujó un círculo en el cuadrado central.

La primera partida resultó un empate. La segunda la empezó el pelirrojo y la ganó, la siguiente, Jotaro había entendido su modo de juego y le ganó.

Incontables partidas y seguían empatados.

—Bien, esta es la decisiva —dijo Noriaki con una sonrisa—. Todo o nada en esta partida.

—¿Qué quiere decir eso? —inquirió con la curiosidad danzando en sus ojos verdosos.

—Quien pierda debe hacer lo que el ganador quiera.

—Trato.

La última partida pareció más un juego de ajedrez. Ninguno de los dos quería empezar, ya que ambos querían ver qué estrategia usaría el otro. A final de cuentas, Kakyoin comenzó, la cual concluyó en un empate. Luego partió Jotaro, un nuevo empate.

Una seguidilla de empates continuó hasta que, finalmente, Jotaro ganó.

—¡Nooo! —exclamó Kakyoin haciendo un notorio puchero—. Bien, ¿qué quieres que haga?

—Bésame.

—¡¿Qué?!

—Me oíste. Ahora ven y cumple tu palabra.

Kakyoin estaba completamente sonrojado y nervioso, pero había hecho una promesa, era verdad. El trato era que el perdedor debía hacer lo que el ganador quisiera. Él habría obligado a cumplir a Jotaro de haber sido él el ganador.

Se acercó despacio y con miedo. Posiblemente Jotaro solo quería ver si era capaz de hacerlo y nada más. Sí, seguro se arrepentiría apenas se acercara lo suficiente. Quedó frente a frente al pelinegro y levantó su mentón.

—¿Tengo que ponerme de puntitas o tú vas a...?

Ni siquiera pudo terminar la pregunta cuando Jotaro lo había tomado por los hombros y lo jaló hacia él, juntando sus labios de manera brusca y demandante.

Kakyoin quedó un tanto abrumado con el acto del más alto, pero ahí se quedó, recibiendo las caricias violentas de los labios contrarios.

Sus labios, a pesar de todo, eran suaves y cálidos. Los húmedos movimientos del labio inferior de Jotaro, pidiendo permiso de manera muda para profundizar más el beso, tenían a Noriaki fuera de sus sentidos, incapaz de percibir cualquier otra cosa fuera de la voluntad del más alto.

El timbre del fin de las clases los obligó a separarse, ya que pronto empezarían a volver sus compañeros al salón en busca de sus cosas. Jotaro solo se volteó con la misma frialdad de siempre y tomó su bolso, dispuesto a irse. El pelirrojo lo vio y fue rápido por sus cosas, luego tomó el cuaderno y los lápices con los que estaban jugando y fue detrás del pelinegro.

—¡Jojo! ¡Exijo la revancha! —gruñó Kakyoin con las mejillas sumamente sonrojadas y sus labios buscando la manera de pedir más.

30 Days JotakakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora