—I've got an elastic heart... Yeah, I've got an elastic heart...
Tendía su cama. Había terminado de hacer ejercicio. arría y mantenía en orden su cuarto. Era uno de los primeros requisitos que le pidieron al entrar a la CIA. Orden y responsabilidad.Ya habían pasado 3 años. 3 años... Milenka se detuvo de lo que hacía y pensó en todo lo logrado y todo lo perdido. 3 años sin ver a sus padres. 3 años sin ver a sus amigos. 3 años sin salir de la CIA. Y 3 años sin ver a Noah.
Habían veces en que se sentía encarcelada. Se levantaba a las 4 de la mañana. Estuviera lloviendo o no, Ryan salía a entrenar con ella. Primero daba 15 vueltas corriendo, después empezaban las abdominales... Las minipruebas. Tenía que escalar saltar vallas, agacharse, correr. Caminar sigilosamente. Saber cuando atacar. Le enseñaron a disparar armas.
Luego vinieron las clases de boxeo, defensa personal y artes marciales mixtas. Una chica de origen japonés, llama Aiko, le enseñó varios puntos sipalki para dejar entumecido a tu enemigo. Éstos tenían diferentes finalidades, podría acallar a tu oponente, dejarlo inmóvil, e incluso podía hacer que se explotara su cráneo.
Milenka, a sus 23 años, era una auténtica máquina de matar. Ojalá Noah hubiera sido quién la entrenara. A ambos los separaron, ya que Noah tenía un nivel superior al de Milenka, entonces debía estar en misiones.
Pero aunque no estaban juntos, Noah estaba al tanto de Milenka. No porque le pagaran, que ya no lo hacían. Él sabía todo, pero era demasiado doloroso para confesárselo a Milenka. Ahora su deber era cuidarla, ya que ella ya no teía a nadie. A nadie.
Sus padres murieron en un incendio en su propia casa 3 meses después de que Milenka se fue. No le había dicho nada. Ella le mataría. Era un hecho que lo haría. Pese a que no se hablaban, él veía que ella se ponía hermosa cada vez más. Su cuerpo tomaba formas y más de 10 en la agencia babeaban por ella. Pero esa chica, esa chica era una triunfadora y luchadora, sabía defenderse sola. Había logrado muchas cosas ella solita, y de eso él se sentía muy orgulloso.
Él sabía que la amaba. La amaba demasiado, pero el maldito de Carter se estaba metiendo con ella. Lo sabía porque, siempre estaban juntos y se daban miraditas que prometían muchas cosas. Y eso le dolía en lo profundo de su alma.
Aunque él no se quedaba atrás... Tenía sus ligues. Pero su corazón lo tenía ella.
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*toc, toc.*
Abrió la puerta y dejó pasar a quién tocó. Era Aiko.
—Hai, Milenka-san. —A ella le causaba gracia que Aiko la llamara así, aunque en realidad, en su país natal no se dirigían asi unos a otros.
—Hola, Aiko. —La abrazó con una sonrisa triste.
Aiko la abrazó más fuerte.
—¿Qué sucede, Milenka-san? ¿Son de nuevo los sueños molestándote? ¿Sigue siendo esa opresión en tu corazón?
—Sí. —una lágrima resbaló de la mejilla de la chica.
Aiko se separó de ella y le limpió la lágrima con su pulgar, tomó su barbilla y la miró directamente a los ojos.
—¿Quieres hablar de ello?— preguntó dulcemente.
Milenka negó con la cabeza como niña pequeña.
—No, quiero hablar con Noah. Ya van 3 malditos años que no cruzó una maldita palabra con él. —sorbió por la nariz —Maldita sea mi estancia aquí. Me separó de las personas que más quería.
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Golpes del Destino.
RomanceMilenka sabía sus metas, y quería cumplirlas. Aunque su padre le impidiera cosas, ella no se detendría nunca. En su vida sólo existían ella y su soledad. Pero mejor sola que mal acompañada. "Maldito sea el hombre que confía en otro hombre." escuchó...