21: Secuestro.

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—No lo vas a matar, ¿O sí? —Estaba nerviosa. No sabía qué haría Noah.

Se encontraban en una bodega abandonada a unas calles del aeropuerto.

El chico al ver que lo habían cazado, intentó resistirse, así que Noah le había recetado un golpe en la nuca con el mango de la Magnum que cargaba.

Aún seguía inconsciente, habían tardado 10 min en llevárselo.

Noah le echó una mirada a Milenka, que ella no sabía que significaba.

—Ya veremos. —murmuró.

Lo cargó para llevarlo dentro, donde lo amarró bien fuerte para que no los atacara.

Y en ese momento, a Lenka le entró un suspiro de ira y lo abofeteó, despertándolo.

—¡Jodeeeeeeer! —se acostumbró a la luz. —¿Pero qué mierda te pasa? ¡Te vas a enterar, zorra!

Entonces Noah le dio tal golpe que lo aturdió y por poco y vuelve a quedar inconsciente.

—No le hables, cabrón.

Sacó una jeringuilla de su chaqueta, y le inyectó en el cuello.

—¿Qué carajos me has pinchado?
—Es una potente droga que te matará en 10 segundos sino hablas.
Al joven se le fue el color del rostro y antes de volver a gritar, Noah volvió a golpearle con un manotazo, esta vez en la cabeza.
—Ahora dime tu nombre.
—Me llamo Sajid.
—¿Qué le has dado? —Milenka ya se olía qué era la sustancia.
—Revisé en una de tus maletas y traías un kit para tortura —susurró Noah con una sonrisa —así que extraje algunas jeringuillas que tenías ahí. Veremos si son útiles.
Milenka puso los ojos en blanco.
—¿Es el pentotal sódico?
Noah asintió.
Miró a Sajid y siguió interrogándole.
—A las chicas, ¿dónde las llevan?
—No lo sé, yo sólo las engancho y las llevo al taxi que deben tomar.
—¿Estás seguro? —le dió una bofetada.
—¡Argh! ¡Sí!
—¿Cómo te llamas?
—Sajid.
—¿A dónde llevan las chicas?
—¡No lo sé, tío! Las llevan a su residencia, dónde sea que vivan, y luego van a por ellas.
—¿Quiénes?
—Joder, no lo sé.
Sajid tenía un aro de oro en la oreja izquierda.
—¿Te gustan los piercings?
El joven lo miró con desconfianza.
—Tal vez te gustaría seguir conservando ese arito en la oreja, de seguro crees que te hace más atractivo, ¿verdad?
—¿Me lo vas a robar?
Noah sonrió diabólicamente.
—Oh, sí, joder. —asintió —Te lo voy a arrebatar.
Milenka intervino —Espera, Noah, ¿Y si realmente ya no sabe nada? Tal vez te estás excediendo.
—Este tipo ni siquiera está dentro de la bratva, por eso tiene este puesto. Busca entrar con ellos, ¿No es así, Sajid?
—Sí.
—¿En cuánto tiempo llega el taxi que se ha llevado a las dos chicas?
—Por mucho, media hora.
—Bien. ¿El taxista cómo se llama?
—Yerik. ¿Ya no me vas a pegar?
Noah suspiró y con un movimiento de cabeza le dijo a Lenka que se apartara.
—Regreso contigo en 5 minutos.
Milenka asintió, viendo cómo era Noah, no quería ni saber lo que le haría al pobre chico. Le dio una última mirada y se apartó de ellos.

Escuchó un gritó ensordecedor, así que se puso sus auriculares y le dio play al reproductor.

Noah no mató al chico, simplemente lo dejó sin trabajo. En cuanto Lenka estuvo lo suficientemente lejos, empezó a golpearlo a diestro y siniestro. El piercing de Sajid estaba tirado a un lado de su brazo derecho, ensangrentado, y el chico además de tener la cara magullada y desfigurada tenía la oreja sangrando, porque en efecto, Noah le arrancó la argolla. Literalmente.

Se encontró con Milenka recargada en el asiento de su motocicleta.

Ella alzó la mirada y lo observó. Esos pantalones oscuros le quedaban de maravilla y marcaban un trasero perfecto, aunque en ese momento no veía eso. Observaba su camisa color azul marino de cuello mao, con las mangas arremangadas y manchadas de sangre al igual que en el estómago.

Golpes del Destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora