23: Afrodisíaco.

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—Te vas a enterar, cabrón. —Noah estaba furioso, completamente ido y lleno de ira.
El golpe que había propinado al tipo que había golpeado a Milenka le había aturdido, estaba tirado en el suelo.
Noah encontró el cautín con el que habían torturado a Milenka, lo moto extrañado y luego inspeccionó el cuerpo de ella, analizando cada parte de él hasta llegar al interior de su antebrazo izquierdo. Ahí había un agujero horrible, del cuál ni siquiera emanaba sangre, lo habían cauterizado con el mismo valor de la herramienta.
—Cabrones. ¡Son unos cabrones!—tomó al tipo del suelo, y le dio cuatro golpes secos, quebrándole la nariz, pero para él eso no era suficiente comparado con el daño que le hicieron a Lenka. —¿Cuál es tu nombre?
—I-Iram... No, no... ¿Qué...? —el hombre intentaba inútilmente parar la hemorragia de la nariz. Pero no sabía de dónde salía tanta sangre.

—¿Me ves? ¿Me ves, cabrón? —lo miraba con odio, ya no buscaba quién se la había hecho, sino quien se la pagaba —Mírame bien. Por que este rostro es del hombre que te va a provocar el mayor de tus sufrimientos.

Noah le presionó un punto entre el cuello y el hombro que dejó inmóvil al hombre, acto seguido le bajó el pantalón, poniéndolo boca abajo. Con el cautín hirviendo en mano, comenzó a enterrarlo en su ano.

—¿Te gusta así, Iram? Caliente, preciso... Y lento. Para que lo disfrutes cómo debe de ser.

El hombre estaba rojo de la ira y del coraje. Todo el esfuerzo por querer gritar, hizo que su sangre fuera a la cabeza, sus ojos estaban rojos de las lágrimas y el dolor.

En un visto y no visto, Noah presionó otro punto detrás de la oreja de Iram e hizo que en segundos su cráneo reventara.

En todo momento no quiso mirar a Lenka, puesto que si posaba sus ojos en ella, iría a sostenerla, y él debía acabar primero con esos cabrones antes de todo.

Estaba llorando. No sabía cómo detener sus lágrimas. Pasó de pensar que nadie la salvaría a ser salvada antes de que le magullaran su orgullo en un nanosegundo. Y lo peor es que la puta droga hacía de las suyas, deseando que aquellos tíos la llenaran de todas las formas posibles. ¿Cómo podía ser?

—Noah... Gr-gracias... Por un momen...
—Chist... Silencio. No hables, no te esfuerces. Déjame desatarte.

Aflojó los amarres de piernas y brazos, para luego levantarla con cuidado y subirla a su regazo.

—¿Qué te han hecho, morita? Estás tan magullada... —dijo él con mucho pesar.

Miró la fea herida que tenía en el brazo y le entró una oleada de rabia. Se juró que iba a matarlos uno a uno.

—Voy a cargarte hasta la salida, si alguien nos sigue, antes de que disparen, los vas a matar tú. —le ofreció una Beretta completamente cargada.

Milenka medio sonrió y asintió con cansancio. Haría lo que fuera por salir de ahí. Noah la cargó a modo de canguro, pero sus pechos se encontraban.

Milenka cruzó sus piernas detrás de su espalda. Le pasó los brazos por los hombros y Noah echó a correr hacia afuera. Pasaron de nuevo por la habitación llena de hombres mirando el partido en la televisión.

Noah acercó su cañón sin exponer su figura en la puerta y comenzó a disparar, Milenka hizo lo mismo. Uno de los hombres cayó al piso con una bala incrustada en un ojo, matándolo ipso facto.

Otro tipo trató de tomar su pistola antes de que alguna bala le alcanzara, pero al momento Milenka le vio y le disparó en la mano, al tirarse al piso adolorido, Milenka le remató con un disparo al pecho.

Cuando estaban levantándose para alcanzarlos, Noah echó a correr, dejando a Milenka la responsabilidad de eliminarlos.

Venían 3 tíos corriendo, en un visto y no visto ya solo venían dos, uno tenía un disparo de Lenka en la espinilla y había caído al piso presa del dolor.

Aquellos dos corrían como nunca, pero los secuaces les pisaban los talones. Milenka apuntó aún con el movimiento de Noah corriendo, no podía enfocar de manera correcta. Dio dos disparos los cuales le dieron en el estómago al tío de la derecha mientras que el izquierdo respondió con dos disparos más, el primero rozándolos, pero el segundo sí atravesó el brazo derecho de Noah, de manera limpia y saliendo así mismo.

—Noah! —no dejaba de correr —Dime que estás bien, por favor!
—Cállate y dispara, joder! —Sí, empezaba a dolerle. Y dolería mucho más en cuanto la herida se enfriara a falta de la adrenalina.

Milenka trató de apuntar bien y con ello le dio en el pie al último que venía persiguiéndolos. Este tropezó al instante, el cual aprovecho ella y le disparó a la cabeza, matándolo rápidamente.

Golpes del Destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora