Después del almuerzo, Marcos y Sarah volvieron al aeropuerto para echar las pocas horas que le quedaban de la jornada laboral. Había propuesto acabar un poco más temprano de lo habitual, a las siete de la tarde, ya que o sino no les daría tiempo para preparase para la fiesta.
Desde que el muchacho de pelo alborotado entró en la tienda, no paraba de mirar la hora que marcaba la aguja del reloj ni un solo segundo. Tenía ganas de asistir a aquel gran evento, aunque otra parte de si mismo se cagaba de miedo, pensando en no ser aceptado por los amigos de la castaña.
Dani parecía buena persona y bastante simpática, pero ella no englobaba a los demás.
Y a pesar de que Marcos solía ser bastante sociable, sus anteriores experiencias con grupos de ese tipo no habían sido demasiado agradables.
Grupos con la etiqueta de "amigos" en los que más que amistad reinaba la envidia, competición y sobre todo hablar mal del que tienes al lado cuando este está ausente. Porque como no. Los seres humanos somos tan hipócritas que después de haber hablado mal de una persona durante horas, la tratamos como si nada en el momento que la tenemos delante.
Por eso había decidido alejarse, por eso se quiso ir. Estaba harto de vivir en una vida falsa donde todas las personas que conocía llevaban una máscara. Incluso aquella chica que tanto amó y que le terminó engañando, haciendo que su corazón se partiera en mil pedazos.
Aunque él tampoco era completamente sincero y a veces pecaba de lo que tanto rehuía, como cuando conoció a Sarah. Sin embargo, Marcos usaba su máscara de una manera distinta a los demás. Él la utilizaba para protegerse ante el daño, justo lo contrario a las demás personas. Además, con Sarah en aquel McDonald's intentó ser honesto al cien por cien. Aquella chica se lo merecía por aquel favor tan grande que le estaba haciendo.
Sintió una palmada en la espalda que lo despertó de su ensoñación. Sorprendido, se dio la vuelta a la velocidad de la luz y se encontró con una Sarah riendo.
-Ya son las 7-informó sin perder la sonrisa- ¿Qué? ¿Te he asustado? -bromeó ante la cara del chico.
-No, sólo que no me lo esperaba y me has lastimado ¡Joder! -se quejó frunciendo su ceño y acercando su mano hacia la parte en la que Sarah había posado su mano de una manera poco sutil.
-No te he dado tan fuerte-se defendió Sarah, cruzando sus brazos sobre su pecho.
-Que no dices, me cag-
-"El dramas" ataca de nuevo-dramatizó, ridiculizando un poco la actitud de Marcos.
-¿Cómo que "el dramas"?-preguntó algo ofendido, esperando una respuesta o disculpa por parte de la chica.
Sin embargo, no hubo. Algo que apenó un poco a Marcos.
Sarah se quitó el uniforme completo y esperó a Marcos en el marco de la puerta de la chuchería. Marcos repitió los mismos movimientos y acabó junto a Sarah, frente a ella. Durante unos segundos no hubo ningún movimiento hasta que la chica puso su palma abierta delante del muchacho.
Aunque al principio le costó entender que significaba aquel gesto, rápidamente lo comprendió.
Las llaves.
Las malditas llaves de la tienda.
Marcos las sacó del bolsillo de sus vaqueros y se la entregó a la chica.
-Gracias-dijo con una sonrisa bastante falsa.
-De nad-no le dio tiempo a completar aquella palabra porque la chica aceleró el paso hacia la salida del aeropuerto.
Marcos suspiró y se fue corriendo, a ver si alcanzaba a Sarah. Y lo logró, pero cuando la castaña vio que ya se encontraba bastante cerca de ella, salió a correr como alma que lleva el diablo mientras soltaba carcajadas al aire.
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Por la Puerta De Embarque
RomanceSarah es una chica que trabaja en el aeropuerto, más concretamente en la tienda de tutifruti cerca de la puerta de embarque. Mientras trabaja su única distracción para no aburrirse es inventarse cómo serían las vidas de esos pasajeros que están a pu...