Capítulo 16: Resaca

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Le dolía muchísimo la cabeza, demasiado para poder levantarse de su cama. Sarah se arrepentía con todas sus fuerzas de haberse dejado llevar en la fiesta. Ya que, además de serle imposible la fácil tarea de mover su cuerpo de aquel colchón, no recordaba nada. A penas tenía unos recuerdos en los que estaba algo lúcida y otros que podrían ser catalogados como sueños. Entre ellos, estaba la imagen de una fuente, el agua cayendo y unos labios sobre los suyos.

No se había besado con Marcos, ¿verdad?

Se desperezó, frotando sus manos sobre sus ojos cerrados para abrirlos de par en par con más facilidad.

¿Qué mierda había hecho la noche anterior?

A pocos metros de la habitación de la chica, Marcos estaba sobre el sofá del salón durmiendo mientras soltaba por su boca pequeños bostezos en una postura no muy cómoda. A pesar de ello, dormía plácidamente, prácticamente como un bebé.

Levantándose lentamente, llegó al salón donde se encontró al chico en ese estado. Débil, desprotegido pero al mismo tiempo tan inocente y dulce.

Intentó no despertarlo por todos sus medios, dirigiéndose a la cocina en busca de algo para su dolor de cabeza. Mas, fue imposible. Sólo unos leves pasos irrumpieron el sueño del muchacho, sacándolo de cualquier ensoñación en la que se pudiese encontrar.

-Mmm, ¿Qué hora es?-preguntó a la par que se desperezaba, asustando en el proceso a la joven de pelo castaño que miraba en las estanterías de la cocina.

-¡Joder qué susto!-pronunció la misma poniéndose una mano en el pecho y suspirando pesadamente. Lo que hizo que el chico soltase una pequeña sonrisilla antes de acercarse a ella para ayudarle a buscar aquellas malditas pastillas que acabarían con aquella jaqueca.

-Buenos días a ti también...-dijo en tono de burla, ganándose de parte de la chica una mirada asesina.

-¿Me ayudas a buscar? Es que me he levantado con un dolor de cabeza increíble-Sarah, con pocas ganas de pelear, se tocó la cabeza mostrando el motivo por el cual estaba de mal humor. Aunque, según Marcos, siempre lo estaba, ya sea con o sin él. Y eso era algo que a pesar de que lo negara, le encantaba la actitud agria de la chica.

Marcos asintió con su cabeza. Y de este modo, juntos se pusieron a buscar.

Pasaron unos cuantos minutos en los que se dieron cuenta que no había medicamentos de ningún tipo para acabar con la jaqueca.

-Pues...no hay-sentenció Marcos mirando adentro de los cajones debajo de las estanterías.

-Mierda, mierda, mierda...¡Joder!-maldijo Sarah frotándose las manos por el rostro-Uff, ¿y ahora qué coño hago?

-¿Te duele mucho?...la cabeza-preguntó con doble sentido Marcos soltando una risilla pícara.

-Hombre, si no, no estaría así-explicó algo alterada.

Se puso ambas manos en el rostro, pensando que debería hacer. La primera opción era aguantarse el dolor y esperar que con el tiempo y un buen desayuno se disipara. Cosa que no se podía ni plantear porque no soportaba más aquellos puntazos fuertes. Sin embargo, la segunda que era ir a la farmacia tampoco le parecía muy buena idea. Ya que, no tenía ningún tipo de fuerzas para salir a la calle y sufrir los cientos de miradas sobre su mal aspecto. Aún así, Marcos se le adelantó con una proposición que resolvió todos los problemas de la chica.

-Si quieres voy a la farmacia, tampoco es que esté tan afectado para no poder moverme de casa-indicó moviendo las manos.

-Ayer bebiste mucho más que yo, ¿qué tienes? ¿superpoderes? -preguntó la chica mirando al contrario con el ceño fruncido.

Por la Puerta De EmbarqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora