Capítulo 6: Sarah

16 1 0
                                    

Y allí estaban. Su abuela, aquel chico de pelo revuelto que odiaba y ella, intentando no explotar para echar a ese chico del lugar. ¿Qué le pasaba a su abuela para decirle que se quedase con ellas? Si apenas lo conocía....

A decir verdad, el hecho de ir a la cafetería y alejarse del sitio donde antes se encontraban, hubiese sido la excusa perfecta para alejarse de Marcos. Pero su abuela tenía que avisarlo de aquello. Cosa que fastidió bastante a la chica.

Aunque ahora mismo, la presencia de aquel muchacho era lo que menos le importaba a Sarah. En su mente rondaban otro tipo de pensamientos. ¿Dónde había estado tanto tiempo? ¿Qué tal estaba? ¿Cómo es que había estado en su ciudad y no se habían topado hasta ese entonces?

Al no atreverse a preguntar, el silencio impregnaba la pequeña cafetería del aeropuerto. Por lo que Maille en su intento de no hacer de su reencuentro con su nieta algo incómodo, tomó las riendas de la conversación.

–Y dime, ¿Qué tal todo? –preguntó curiosa-No sabía que trabajabas aquí....

–Pues, bien supongo...–dijo algo indecisa.

–¿Cómo que "supones"? –preguntó Maille frunciendo el ceño preocupándose por su nieta.

–Estoy bien, abuela–aseguró Sarah con una sonrisa algo forzada–Pero aquí lo importante eres tú ¿Dónde has estado todo este tiempo?

–Pues en Galway, quería volver a la tierra donde nací–explicó la anciana–¿tu madre no te dijo nada?

Sarah rio sarcásticamente, lo que provocó que tanto su abuela como Marcos, el cual, según ella no pintaba nada, se sobresaltaran.

–Como siempre–dijo en un suspiró mirando al suelo.

Maille se mordió el labio intentando buscar las palabras adecuadas para continuar la conversación. Sin embargo, para su suerte fue Marcos quién tomó la iniciativa de contestar.

–Es normal–respondió.

Esto fue el detonante para que Sarah dirigiese su mirada asesina hacia aquel chico y dijera lo que se estaba guardando por no incomodar a su abuela.

–¿Y tú para qué te metes? –preguntó con el ceño fruncido–Es más, ¿Qué cojones haces aquí?

Los ojos verdes del chico se dirigieron a la chica a los pocos segundos de que esta pronunciase aquellas palabras que llegaron directas al corazón como si fueran daga.

–Sarah...–dijo Maille intentado calmar el ambiente, pero rápidamente fue cortada por Marcos.

–Mira, te seré sincero. Hemos tenido un inicio un poco malo, pero créeme que no quiero hacerte sentir incómoda...–escupió sin reparo–y por eso creo que es mejor que me vaya. Tenéis muchas cosas de que hablar y yo solo molesto-rio con tristeza.

Apartó la vista de la chica y miró hacia la puerta de la cafetería y el suelo. Al segundo, sonó el chirrido de la silla siendo retirada de la mesa para así poder levantarse.

Tanto Maille como Sarah se quedaron de piedra viendo como el chico se levantaba y movía su mano lado a lado para despedirse.

En un impulso, la anciana se levantó y cogió la mano de aquel muchacho, cuando esté ya se dirigía a la puerta.

–No te vayas hombre...–dijo con pena–Me has caído muy bien y creo que eres un buen chaval, no le des importancia a lo que diga. Además, ¿Qué vas a hacer durante estos días hasta que sea el vuelo?

Eso era verdad, no lo había pensado. Y volver a su casa no era una opción, ya que costaría dinero y no sería muy bienvenido por su padre. El cual le llenaría de pensamientos negativos y nocivos, provocando que se sintiese mal consigo mismo por el viaje que iba a hacer.

Por la Puerta De EmbarqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora