Por fin llegaron a la casa, al portón del hogar de la chica. Se trataba de una pequeña casita de ladrillo al estilo inglés con su puerta en color rojo y un pequeño jardín con plantas de todos los colores, tapado por una pequeña valla que daba a la calle. A pesar de su tamaño, el hogar de la chica se notaba bastante cómodo y acogedor.
Entraron a pasos lentos al hogar de la joven, después de abrir la puerta del jardín y de la propia residencia. Ésta desde dentro se veía todavía más agradable, su diminuto tamaño y la elección de muebles ayudaban a crear esta sensación. Marcos observaba cada detalle de la vivienda con curiosidad. Todo el mobiliario era de estilo moderno al igual que los electrodomésticos.
-Tienes una casa muy bonita-elogió Marcos en un susurro para no despertar a Maille.
-Hombre, ¿Qué te esperabas?-susurró Sarah en su oreja bromeando mientras encendía la luz del pasillo que daba al salón.
Marcos sonrió al ver otra vez el rostro de la chica que le mostraba una mirada pícara. Luego, juntos llegaron al salón donde para su sorpresa se encontraron con Maille, la cual pensaban que estaba dormida.
La saludaron con la mano, a lo que la mujer respondió con un "Buenas noches" y una gran sonrisa; y se fue directamente a la habitación. Estaba demasiado cansada, ya que se había quedado despierta esperándoles, pensando que llegarían antes. Los jóvenes simplemente le devolvieron la despedida con otro gesto de manos, sin querer detenerla, ya que notaban como sus ojos se apagaban por el cansancio a medida que se iba.
Una vez que la abuela salió del salón, Marcos y Sarah cruzaron miradas durante unos segundos. Fue un momento algo incómodo, porque nadie sabía que decir. Sólo se escuchaban el silencio y sus corazones inquietos. Los ojos verdes atacaban a los castaños en un juego de intentar ponerla nerviosa, como si fuera una bola de demolición que intentaba derrumbar esa muralla llamada frialdad. Y lo consiguió, porque la dejó sin habla. Sarah intentó decir algo, pero fue un paso en falso, ya que solo pudo soltar unos leves balbuceos. Marcos soltó una carcajada saboreando su victoria ante los tartamudeos intranquilos de la chica.
La risa del muchacho inundó la sala, y con ello, acabó con el silencio, haciendo que la muchacha se sintiese pequeñita por haber caído en su juego.
-Bueno, creo que haré lo mismo que mi abuela- dijo tímidamente separándose del chico y con la vista el suelo para que no se pudiese apreciar su vergüenza.
-Pues, ¡Buenas noches, escritora!-exclamó guiñando el ojo en tono de burla para picar a la joven.
Sarah tornó los ojos desde el marco de la puerta. El muchacho no se cansaría nunca de hacerle bromas. Pero ella no se quedaría callada, porque también sabía jugar a ese juego y no se dejaría perder con facilidad. Si el chico quería jugar con fuego, ella le daría fuego con el que se acabaría quemando.
-Tu cuarto está al final del pasillo. Te lo digo para cuando te quieras ir a dormir y así no tengas que despertarme-explicó Sarah sujetando con una mano el marco de la puerta mientras miraba al chico- Y una cosa más, ¡Buenas noches a ti también, Willy Fox!-dijo sonriendo a la vez que su figura se adentraba en la oscuridad del pasillo para ir a su cuarto.
"Willy Fox"
¿Qué? ¿Por qué le había llamado aquello? La manera en la que le chica lo había llamado le habían dejado bastante extrañado. Tenía el entrecejo fruncido, la cabeza ladeada y su mano derecha rascando su cuello para así encontrar la razón por la que había decidido llamarlo por ese mote.
Finalmente, no encontró ninguna respuesta a su pregunta por mucho que se esforzó. Por lo que muy a su pesar, se retiró de su propósito y empezó a caminar hacia la puerta para salir del salón y de este modo ir a su habitación, donde dormiría los cinco próximos días hasta que llegase el día de partida.
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Por la Puerta De Embarque
RomanceSarah es una chica que trabaja en el aeropuerto, más concretamente en la tienda de tutifruti cerca de la puerta de embarque. Mientras trabaja su única distracción para no aburrirse es inventarse cómo serían las vidas de esos pasajeros que están a pu...