Solo una noche

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Samuel mordió ligeramente sus labios al ver cómo el cuerpo de André se contusionaba de manera que jamás imagino que existían.

Por su parte, Andrea se sentía acalorada, logró en varias ocasiones capturar la mirada de aquel joven millonario que no tenía nada que ver con los señores que frecuentaban el lugar.

Samuel no se movía de ese lugar, pero todo su cuerpo picaba pidiéndole a grito que tomara con firmeza a esa mujer y la hiciera completamente Suya.

Andrea dejó el tubo atrás y con pasos lentos se fue acercando a Samuel, este respiro profundamente al verla como se acercaba, pero nadie podría advertirle de la vibraciones nerviosa que tendría su cuerpo, al tenerla tan cerca

Si ni siquiera es como las mujeres que solía frecuentar -repetía en su cabeza- era muy delgada y sus curvas no eran tan marcada, tenía un rostro de ángel que motivaría a cualquiera a pecar, pero su pelo, su larga cabellera negra en esa increíble Cola de caballo lo motivaba a halar de ella y no hacer cosas precisamente buenas.

En busca de aumenta su libido y recibir aún más grandes propinas, Andrea se acercó a su oído y soltó un pequeño gemido que en la cabeza de samuel se escuchó como la gloria, inmediatamente Lo sintió suspirar, se alejo de él, le dio la espalda y se sentó en sus piernas, empezó a mover su cuerpo de un lado a otro provocando que samuel no puediera resistirlo más. una de las reglas era no tocar a las bailarina, mucho menos a Andrea, en ese lugar, la chica era una vaca sagrada.

Sin embargo Andrea no puedo reaccionar en cuanto sintió las manos de samuel apretar su cintura, su firmeza hizo que se flojaran sus piernas y por un momento no supo que hacer.

Samuel pudo oler el cuello de Andrea antes que esta se pusiera de pie y volviera al tubo, y acto seguido retirarse por la misma puerta que salió...

Flavio no era la acepción, no dejaba de mirar a Irina, incluso pudo notar como la rubia se sonrojaba una que otras veces mientras que esté solo podía sonreírle embobado

Las palabras no salían de su boca, a pesar de ser un hombre de contar con muchas y un gran repertorio de labia, no sabía ni si quiera como llamar su atención, porque a diferencia de las de más, Irina no coqueteaba como ellas

-si la sigues mirando así la vas a asustar -repitió el señor que no se había movido de ahí- mucho gusto, mi nombre es Charlie y el de ella irina

Irina lo escucho y abrió la boca, no podía hacer nada, conocía a ese señor y tenía todo, menos pelos en la lengua para decir las cosas o meterse en cualquier conversación

Flavio: Irina -repitió y hasta pudo escuchar la pequeña melodía que se escuchaba en su cabeza al decir su nombre- Flavio, mucho gusto -extendió su mano pero irina la rechazó con temor- lo siento -dijo apenado-

Irina: no, yo solo... lo siento -tartamudeo- como le dijo Charlie, mi nombre es irina -pudo articular en un perfecto ingles-

Flavio: ¿te tomarías una copa conmigo? -ofreció- digo, si no te molesta

- vamos guera, ahí está el futuro padre de tus hijo -interrumpió nuevamente aquel hombre-

Tanto irina como Flavio soltaron la primera carcajada de la noche, aquel señor podía entablar una conversación con cualquiera que estuviera ahí y nadie ni si quiera sabía en qué momento aparecía

Flavio: en algo concuerdo con el señor metiche -dijo provocando la indignación del hombre- eres demasiado hermosa, que dices ¿me aceptas una copa?

Irina: yo... si acepto la copa -en mucho tiempo no se había sentido de esa forma, desde su llegada a aquel lugar se había prohibido sentir algo parecido a la felicidad, pero aquel joven frente a ella lograba transmitirle tanta confianza que podría incluso empezar a cerrar ciclos que aún permanecían abiertos en su vida.

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