Capítulo 5

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—¿Luke? —Pregunto en un susurro.

Él me mira con el ceño fruncido, igual de impactado que yo. Me suelta rápidamente e inclina la cabeza como preguntándose qué hago ahí. Yo pudiese haberme preguntado lo mismo, pero creo que solo es atar cabos para saber qué es el tío de Sara.

No sabía que fuera hermano de Andrea. ¿O será hermano de Mark?

—Yo... soy la vecina de al lado. —De solo decir eso me arrepiento.

¿Se habrá dado cuenta de que lo he acechado por la ventana?

Él asiente confuso aún y veo los rastros de chocolate del panqué que traje para la parrillada.

—Sabes que si robas panqué no puedes dejar rastro ¿cierto?

Al escucharme, rápidamente niega con cara de inocente y, disimuladamente, pasa su lengua por el contorno de su boca como si yo no me diese cuenta, lo que me hace sonreír.

—¿No fuiste tú quién comió entonces? —Vuelve a negar cómo quien no sabe de que hablo y yo reprimo una carcajada.

Me acerco más a él y levanto la mano para pasar mi dedo por el contorno de su labio inferior.

—¿Y qué es esto? —Noto como se tensa ante el contacto y gruñe por lo bajo a lo que yo levanto la vista a sus ojos para encontrarme con sus pupilas dilatadas; el rojo de su iris casi es cubierto por el negro de sus pupilas, de una manera tan fascinante que me quedo embobada viéndolo.

Él parece no darse cuenta de su estado porque mira mi dedo con chocolate y baja la cabeza sonrojado.

Esto es demasiada ternura para mi corazón de pollo.

—No sabía que vivías aquí, que coincidencia. Oye... ¿por qué te fuiste corriendo esta tarde en la entrada del bosque?

Abre la boca para decir algo pero vuelve a cerrarla, parece estar en una lucha interna contra sí mismo y que por alguna razón siempre pierde.

—¿Kaia? ¿Estás aquí? —Escucho la voz de Andrea proveniente de las escaleras para luego aparecer. Antes de que pueda decir algo, siento el sonido de la puerta de la habitación de Luke cerrarse.

Se ha encerrado, otra vez ha huido de mí.

—Te estaba buscando. —Dice al llegar y yo sonrío.

—Hablaba con Luke, que se comió medio panqué él solo.

—¿Conociste a Luke? —Pregunta sorprendida y yo asiento.

—Sí, de hecho lo conocí el día que llegué aquí; nos hemos encontrado en el bosque dos veces, hoy me ayudó cuando un jabalí me acechaba.

Su cara es un poema, se ve impactada e incrédula. Abre la boca y vuelve a cerrarla, para finalmente hablar.

—Vaya... —Se queda pensativa unos segundos y luego prosigue. —¿Y... viste sus ojos? ¿Te dejó verlos?

—Sí, al inicio se cubrió pero lo convencí para que no lo hiciera, no es muy comunicativo ¿cierto? Digo, aparte de su mudez.

Veo como se le cristalizan los ojos y me preocupo. Desvía la vista hacia otro lado y me hace señas para que baje las escaleras detrás de ella.

—No siempre fue así; Luke era un chico muy animado y sociable. Él era luz, brillaba dónde quiera que estuviese. Yo lo conocí en la universidad, ambos estudiábamos electrónica. Eran momentos difíciles en mi vida, estar lejos de mi padre enfermo, con sentimientos no correspondidos por el chico que me gustaba, pero él me sacó una sonrisa desde el primer día, él supo hacerme feliz y yo lo adoraba, aún lo hago. Él fue mi pareja por cuatro años...

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