Capítulo 6

784 126 109
                                    

Abro los ojos cuando siento que con su mano abre mis dedos; noto que los coloca sobre las cuerdas en distintas posiciones y siento como mis mejillas se calientan.

¿En qué estaba pensando? Es obvio que no iba a besarme.

Hace presión en mis dedos sobre las cuerdas y alza la vista a mis ojos como para advertirme que no deje de apretarlas. Asiento y, seguidamente, Luke quita su mano; con la otra hace un rasgueo en la parte ancha de la guitarra y se escucha la nota perfectamente afinada. Me da una pequeña sonrisa de boca cerrada y luego hace un ademán para que toque yo.

A pesar del dolor que siento en las yemas de los dedos, no dejo de apretar las cuerdas. Con mi otra mano comienzo los rasgueos y suenan igual de bien que los suyos.

—Lo hago bien ¿cierto? —Pregunto entusiasmada y él asiente sonriente para luego cambiar mis dedos de posición en el mástil y mostrarme otro acorde más.

Así nos pasamos varias horas, él enseñándome a tocar y yo llorando internamente por el dolor en los dedos. Aún así, no lo detengo; conociendo lo que me ha contado Andrea y como he visto que es, que me esté mostrando su mundo, lo que le gusta, ya es un gran avance. Es el primer paso para fomentar la confianza y que se sienta cómodo conmigo para aprender lo que tanto le cuesta.

Finalmente cuando dejamos la guitarra a un lado y tengo toda su atención, tomo los materiales escolares que preparé antes de venir acá. Unas pequeñas tarjetas con todas las letras del abecedario. Los coloco en el escritorio qué hay a un lado de la cama, ordenadamente y él se acerca donde estoy para observar atento las letras.

—Supongo que sabes lo que son estas tarjetas ¿cierto? Dado que escribiste tu nombre la primera vez que nos vimos.

Él asiente dubitativo y busca entre las letras las que lleva su nombre y las junta en una esquina para mostrarme que sabe.

—Así es, Luke. ¿Sabes formar el mío? —Él me mira directamente a los ojos y aunque intento que no causen estragos en mi interior, lo hacen; son, además de llamativos, muy expresivos.

Hay tanta inocencia en él que me duele recordar todo lo que tuvo que pasar, y verlo a los ojos es un recordatorio constante de ello.

Baja la vista a las tarjetas con letras y se queda observándolas durante unos minutos sin saber que hacer. Se remueve incómodo y cierra las manos en puños. Veo sus intenciones de terminar todo y rendirse, así que coloco mi mano sobre la suya y me mira con frustración.

—Tranquilo, si no sabes no pasa nada. Para eso estoy aquí, para enseñarte lo que no sepas. —Digo dulcemente y noto como la fuerza en su puño se va debilitando hasta relajarse.

Comienzo a mostrarle cada letra, primero las vocales, luego las consonantes; le explico como se pueden formar sílabas y como se escuchan. Él me atiende sin distraerse un segundo y me manda a repetir con un gruñido cuando no entiende algo. Pasamos toda la tarde juntos, solo paramos para comer panqué de chocolate del que traje anoche, que Luke tiene guardado en el mini-bar de su habitación.

Es muy inteligente y aprende muy rápido; ya conoce todas las letras que le pregunto. De hecho, debe de serlo para a pesar de no saber hablar ni leer, sepa tocar guitarra; tiene buen oído.

Decido finalizar las clases por hoy, no quiero presionarlo tanto. Él insiste en que deje las tarjetitas de las letras en su habitación, así que se las dejo. Me despido y camino hasta la puerta para salir al pasillo cuando miro una última vez para atrás y lo veo sentado frente al escritorio con las tarjetas. Me da tristeza recordar toda su frustración al no poder pronunciar ninguna letra, tal vez algo de lo que le hicieron le impida emitir algún sonido más allá de los gruñidos, pero me encargaré de que pueda lograrlo.

Nuevo Comienzo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora