Capítulo 12

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KAIA

Siento unos brazos que me toman por la cintura y me levantan en peso hasta ponerme de pie. Me armo de valor y alzo la vista al rostro de Luke que me ve preocupado. Quiero desaparecer en este instante.

—Gracias, Luke. —Digo y aparto la mirada de sus ojos. Me doy cuenta de que aún me tiene tomada de la cintura, así que con vergüenza doy un paso atrás para romper el contacto.

—¿Necesitas algo, Kaia? —Pregunta la garrapata.

Sí, que te apartes de mi chico.

—No, ¿por qué? —Pregunto volteando a verla.

—¿No ibas a entrar y por eso caíste cuando abrimos? —Inquiere con una sonrisa ladeada y yo carraspeo incómoda.

—Eh... Yo... Solo pasaba por aquí y tuve un leve mareo, me apoyé en la puerta y por eso caí. —Digo lo primero que se me ocurre.

Al instante las manos de Luke se posan en mis mejillas y me hacen voltear a verlo directamente. Sus ojos cargados de preocupación recorren mi rostro mientras sus pulgares acarician mi piel con delicadeza.

—¿Es... tás... bien? —Su voz grave y aterciopelada hace a mi corazón dar un vuelco. No me acostumbro a que pueda hablar. Caigo en un hipnotizante juego de miradas, embobada por su trato y la intensidad de sus ojos.

—Sss... Sí... —Le dedico una pequeña sonrisa a la vez que poso mis manos sobre las suyas en mis mejillas.

—Luke, volveré con los chicos, nos vemos luego. —La voz de Ana nos saca de nuestra burbuja. Veo cómo él asiente y ella se marcha dejándonos solos en la entrada de la habitación.

—Siento haberlos interrumpido, puedes ir con ella, yo estoy bien. —Digo obligándome a separarme de su tacto.

—No. —Niega con decisión y en un rápido movimiento se acerca a mí y me levanta en brazos como una princesa.

Camina hacia el interior luego de cerrar la puerta y me lleva hasta su cama. Con cuidado me deja sobre ella y se sienta a mi lado.

—Luke, en serio estoy bien, no hace falta que me recueste. Además, ya casi es media noche, debemos bajar para la sorpresa de Mark. —Intento incorporarme pero él me detiene con sus manos y vuelve a dejarme sobre la almohada.

—Espera... —Dice con dificultad y se levanta de la cama.

Lo veo ir hacia un minibar y sacar un pedazo de pastel de chocolate, el mismo que comimos de postre y que mágicamente desapareció luego. Río por lo bajo al saber que es un ladrón de pasteles, siempre tan comilón. Vuelve a sentarse a mi lado y me tiende un pedazo en su mano para que coma. Pienso en negarme, pero sé que no se rendirá hasta que haga lo que él dice, así que sin protestar abro la boca para recibir el pastel.

Puedo ver cómo sus ojos no se despegan de mis labios en el momento en que muerdo un trozo. Los mira con tanta intensidad que casi puedo sentir su boca sobre la mía. El ambiente se vuelve tenso en un instante, y empeora cuando me da una pequeña sonrisa y con su pulgar limpia la nata que queda en mi labio superior para llevarla a su boca y lamer su dedo.

Se me corta la respiración por unos segundos mientras sus húmedos labios limpian la nata de su pulgar. Levanto la vista a sus ojos y puedo ver fuego en ellos. Como un lobo a punto de atrapar a su presa; una presa muy apetitosa.

—Luke, no...

Veo cómo se acerca poco a poco, hipnotizado con mi boca. Cuando llega a unos centímetros de distancia entreabro los labios anticipando el beso que tantas ganas tengo de repetir desde esta tarde. Por un segundo levanta la mirada a mis ojos y yo los cierro en una clara invitación a continuar. Mi corazón late descontrolado y mi estómago se retuerce de los nervios en la espera de su exquisito sabor.

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