Capítulo 2: Un trato es un trato

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2ª semana, Enero 2015.

Edimburgo, Escocia.

Casa de los Hunt.


Meribeth Gowdie de Hunt salió de la habitación que compartía con su marido y bajó las escaleras, con cuidado de no pisar en el centro del último escalón, era el que crujía. No quería despertarlo, la noche era su calma, cuando podía tener unos minutos para ella misma.

Aunque desde que su esposo, Ronald Hunt, había caído enfermo, tenía más tiempo para dedicarse a ella. No era de buena cristiana celebrar algo así, pero ella había dejado de ser una buena cristiana hacía ya mucho tiempo.

Desde la primera vez que su marido levantó la mano a su hija y ella no hizo nada por evitarlo, veinte años atrás.

Caminó por los pasillos de la enorme casa sintiendo como si las paredes fuesen barrotes de oro. Una cárcel lujosa, pero cárcel al fin y al cabo. Nunca le faltó de nada material, tanto ella como su hija, Isobel, siempre tuvieron un techo sobre sus cabezas, comida caliente en el plato y mantas en la cama.

¿Pero eso era todo a lo que se podía aspirar en la vida? No, no lo era y Meribeth se había dado cuenta demasiado tarde de eso y ya no podía volver el tiempo atrás. Los años pesaban en sus huesos pero los daños pesaban en su alma y para eso no había cura ni consuelo.

Entró en la cocina y rebuscó en las alacenas hasta tomar todo lo necesario para prepararse un té... inglés. Que diferente habría sido su vida si cuando tuvo la oportunidad, se hubiera fugado con aquel muchacho inglés y protestante que conoció en el mejor verano de su vida. Habían pasado ya muchos lustros pero estaba segura de que con él, su vida no habría sido tan miserable como lo era ahora.

Meribeth siempre fue de espíritu libre e inquieto pero no temía a la soledad. Tenía miedo de que su esposo fuera como una jaula, que mimara su coraje, que limitara su libertad, que empuñara sus barrotes de oro hasta que la rutina y la edad los aceptasen como normal y todo sueño o ilusión solo fueran quimeras de tiempos mejores y anhelados.

Pero se libró de su padre, se libró del fuego para caer en las brasas, para caer en Ronald. Poco podía hacer una joven de dieciocho años cuando ya habían decidido su futuro y concretado su matrimonio.

Se sentó a la mesa y observó la botella de whisky escocés que había sobre ella. Fue muy duro dejar a un lado sus sueños con aquel muchacho inglés, pero su padre jamás hubiera consentido que su hija, una escocesa de renombre como ella, se juntara con cualquier enemigo inglés, como él los llamaba.

Ronald apareció en el momento justo e hizo un trato con su padre: el dinero de los Hunt unidos al prestigio de su familia y para ello, el precio a pagar sería ella en matrimonio y así fue. Después de tan solo dos meses de conocerse, Meribeth se había convertido en la señora de Hunt.

Y ella nunca pudo decir ni objetar nada, se libró del control de su padre para caer en el control de su esposo. Pero no todo fue malo, al menos, no al principio.

Ronald la amaba, de verdad que la amaba a su manera, y él siempre acababa poseyendo todo lo que amaba. La agasajaba, la llenaba de lujos. Su reina roja, así la llamaba él. Y poco a poco, aquel muchacho inglés y aquella niña escocesa desaparecieron de sus sueños para dejar paso al hombre y la mujer escoceses unidos en santo matrimonio.

Se convirtió en mujer en los brazos de Ronald y como tal, se esperaba de ella que pronto concibiera hijos... pero los herederos nunca llegaron y ahí empezó su calvario.

Agarró la botella de whisky y le dio un largo y profundo trago, notando su garganta arder. Era un dolor conocido, ya sabía manejarlo, al igual que a su esposo.

El secreto de la nieve roja (+18) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora