Capítulo 20: Santorini Club

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4ª semana, Mayo 2015.

Medianoche, Santorini Club.

Nueva York, USA.


"— Querida señorita Hunt, le seré sincero. Quiero exponer mis obras en su Galería y sé que aceptará. No puede darse el lujo de rechazar a un cliente, ¿o me equivoco? La Gowdie's es una de las mejores galerías de Nueva York pero últimamente se ha visto envuelta en muchas polémicas que no le hacen nada bien al negocio. Un robo inexplicable, un asesinato, otro robo que influenció otro robos... No, no. Desde luego no puede darse el lujo de rechazarme. Así que sé que no se negará a encontrarse conmigo en el Santorini Club para firmar el acuerdo. Estoy de paso y no quiero perderme ni una de las exóticas perversiones que puede ofrecer esta ciudad. Ya sabe lo excéntricos que podemos llegar a ser los artistas. Allí a medianoche. Muy suyo, Mister Benloise."

Isobel G. Hunt recordó las palabras de su nuevo cliente, Jean Paul Benloise, mientras observaba el letrero luminoso del Santorini Club. Tenía razón, no podía darse el lujo de rechazar a un cliente y por eso estaba ahí.

Aunque su Galería seguía teniendo un gran prestigio entre las mejores galerías de la ciudad, también era cierto que había habido varios clientes que habían cancelado sus contratos de exposición.

Reacomodó su bolso en el hombro, aferró con más fuerza la carpeta con el contrato y respiró profundamente antes de entrar en el Club. A pesar de llevar viviendo en la Gran Manzana varios años, nunca había salido de noche a un club como ese. Estaba nerviosa, pero haría cualquier cosa por su Galería.

La pelirroja había esperado encontrarse con el típico club de carretera, pero lo que halló cuando traspasó las puertas, la dejó sorprendida y tranquila, al mismo tiempo.

Elegancia y lujo eran los adjetivos que mejor describirían al Santorini. Pequeñas mesas, iluminadas con lámparas antiguas, estaban desperdigadas por todo el local, dejando en el centro un escenario.

No había gritos, ni borrachos manoseando a las camareras. En su lugar, una tenue música inundaba todo, mientras los clientes, principalmente señores, tomaban sus bebidas mientras charlaban en pequeños y selectos grupos.

—Disculpe, ¿puedo ayudarla en algo?

—Estoy buscando al señor Benloise. Tengo una cita con él.

La joven morena que se acercó a Isobel, asintió con su cabeza e hizo un gesto para que la siguiera. Llegaron a una de las mesas, un poco apartadas del escenario, y la empleada del club habló de nuevo:

—El señor Benloise no ha llegado todavía. Pero nos dijo que una dama pelirroja iba a reunirse con él. Puede esperarle aquí si lo desea. —la joven movió una de las sillas para que Isobel tomase asiento—. ¿Quiere algo de beber?

—No, gracias. Así estoy bien. —respondió Hunt cuando tomó asiento, dejando la carpeta sobre la mesa y su bolso, sobre el respaldo de la silla.

—Si necesita algo, no dude en llamarme.

—Gracias.

Isobel miró su reloj, aún no era medianoche. Siempre le gustaba llegar a los sitios con antelación ya que la puntualidad escocesa era algo de lo que más orgullosa estaba.

De pronto, la música cambió. Aunque seguía siendo igual de elegante y del volumen justo, la música se volvió más exótica cuando en el escenario apareció una mujer.

La pelirroja presentía que no era un streapteses, no pegaba con el lugar aunque la bailarina usará ropa ligera que haría sonrojar a más de uno y una de la parroquia a la que acudía cada domingo.

El secreto de la nieve roja (+18) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora