Capítulo 19: La Gowdie's

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3ª semana, Mayo 2015.

SoHo, Nueva York.


La idea había estado rondando por su cabeza desde hacía varias semanas. Unas prácticas que añadir a su currículum nunca se verían tan mal como el vacío que podían ocupar en el mismo.

Esa fue la razón por la que buscó galerías que ofreciesen prácticas a universitarios durante un corto período de tiempo. Había escrito a tres de ellas, una de las cuáles estaba en Boston, pero sólo recibió respuesta de una en Nueva York.

"Gowdie's Gallery Art" se alzaba imponente ante ella. El viaje no fue tan accidentado si exceptuaba el hecho de que por poco un ladrón le robaba la maleta. Nueva York se veía como una ciudad impresionante para una persona tan pequeña como ella.

Todo gritaba glamour, estrés y criminalidad. Por eso, desde el hostal donde se hospedaba, tomó un taxi hasta la galería, asegurándose de que el taxista tomaba la ruta más corta y no la más larga para cobrarle un ojo de la cara.

Isabella ajustó la tira de su bolso al hombro. Estaba nerviosa. Muy nerviosa.

Debajo del brazo portaba un book con todas las fotos de sus creaciones.

Iba a ser una reunión para valorar si merecía formar parte de ese período de prácticas y no se sorprendió cuando, al entrar, vio a varias estudiantes de diferentes puntos del país esperando su turno.

Isobel acompañó hasta la puerta a la penúltima estudiante que iba a recibir ese día. No se había esperado que fueran tantas cuando puso el anuncio en las academias de arte del país.

Estaba satisfecha y orgullosa de su galería, porque a pesar de los problemas que había tenido, seguía siendo una de las galerías de referencia de toda la costa este.

Pero hasta ahora, no había encontrado el talento que quería para su ayudante personal. Todas eran grandes estudiantes y artistas, y sabía que si se esforzaban y luchaban por sus sueños, algún día sus nombres se codearían con Renoir o Picasso.

Pero la pelirroja estaba buscando algo más... lo vio en su primera ayudante, Vera, y esperaba encontrarlo de nuevo. No sabía bien lo que buscaba, pero en cuanto lo tuviera delante, lo reconocería.

Su recepcionista, Susan, se acercó a ella y le enseñó la lista con el nombre de la última estudiante que había en la sala de espera, al lado de su oficina. Isabella Al Masry. Ya solo por el hecho de no pertenecer a los Estados Unidos, era un punto a su favor.

Y no porque Isobel fuera racista ni discriminase a la gente por su país de nacimiento, ella misma era una emigrante de su preciada y añorada Escocia; si no que eso le decía a ella que esa persona estaba persiguiendo sus sueños, aún a riesgo de dejar su propio país atrás en el proceso.

—Señorita Al Masry. —dijo Isobel cuando llegó junto a ella, teniéndole la mano a modo de saludo—. Pase, por favor. Estaremos más cómodas en mi oficina.

Cuando ambas mujeres pasaron al despacho, Hunt se fue a sentar al otro lado del escritorio, mientras seguía manteniendo una cordial y tranquilizadora sonrisa. Sabía bien, por experiencia propia, los nervios que se pasaban en una situación como esa.

—Hábleme de usted y de su trabajo, señorita Al Masry.

Isabella tomó una gran bocanada de aire. Estaba nerviosa, muy nerviosa. Nunca antes había tenido que enfrentarse cara a cara con alguien que tuviese su futuro casi en sus manos.

Era consciente de la oportunidad que suponía aquello y no quería estropearlo. Carraspeó, rezando a todos los dioses del universo para que su acento británico no le fuese un punto en contra.

El secreto de la nieve roja (+18) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora