Día cuatro: Cuello

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Pareja: WolverShield

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En todo los años que lleva vivo ningún Omega en particular le a interesado de manera meramente real, bueno, una persona hace mucho tiempo. En la actualidad, hombre o mujer, Jane o Scott, ambos Omegas increíbles, aunque con el segundo tuvo un par de roces. Cuando estuvo con ellos en tiempos distintos y circunstancias diferentes, fue por sus cuellos. Ese lugar que era tan atractivo para los Alfas, esa precisa zona donde está la glándula Omega. Hundir su nariz en cualquiera de ellos era una fantasía, la fuente principal de su dulce aroma. Flores, dulces o agrios, siempre variaba.

En cuanto a ellos solo se permitían estos olores fuertes y dominantes. Pero hoy no quiere hablar sobre las características tan únicas de cada habitante con subgénero en este mundo. No. Quiere centrarse en el Omega que lo trae loco y que para su sorpresa, conocía tan bien. Ese ser que tanto amó.

Steve Rogers, el Capitán América, ese rubio de esbelto cuerpo que alguna vez en el pasado dirigió el equipo que llevaba por nombre; Comando Aulladores. Él perteneció a esa fila, lucharon juntos hasta el día en que nunca más regreso. Su interés viene desde los 1940, fue muy duro perderlo, tanto, que se obligó a desaparecer y olvidar. Hasta hoy en el futuro que se reencuentran en la mansión X–men con todos sus amigos a su alrededor. Por suerte ya no tenía nada con nadie, porque no cree que le hubiera gustado que se pusiera feliz por ver llegar a otro Omega. Nunca llegó a morder a Jane o Scott, cuando lo intento, su lobo le dijo que no lo hiciera, que no era correcto, y cuanta razón tenía. Esa marca solo le pertenecía a un cuello.

—Cuanto desearía poner mi marca en tu glándula—sonrió pícaro, sus dedos sosteniendo un cigarrillo.—te extrañe soldado.

Se abrazaron, hablaron de todo lo que se perdieron y se dijeron todo aquello que no pudieron comunicarse en ese pasado tan... restringido. Por fin pudieron decir lo que tanto callaron, lo que en verdad sentían. Que el Omega de Steve siempre le perteneció a Logan, y que el Alfa de Logan, le pertenecía a Steve.

El rubio rió acercándose al contrario, sin importarle el humo. Dejo un besito en su mandíbula siempre dura y recta, lo abrazo meloso. Ladeó la cabeza para ofrecerle su cuello, desprendió ese aroma a menta que no le costó recordar.

—¿Y porque no lo haces, eh?

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¡Los amo en serio! 😍💕

Omegacember𝟸𝟶𝟸𝟸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora