#9 - Porque de intentarlo acabarían heridos

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Los días que siguieron evité a Armin como si mi vida dependiera de ello, y con evitar, me refiero a mantener mi actitud distante con él tratando de convencerme a mí misma que él y yo no teníamos ningún motivo por el cual acercarnos en primer lugar. En pocas palabras, traté con todas mis fuerzas de aparentar ser lo suficiente resistente como para no acercármele poniendo una excusa que no era lo suficiente sólida como para ser creíble. Y ya que lo evité, también me tuve que tragar la culpa hasta que por fin su gripe se fue y pudo recuperarse en los mejores términos.

Un día, recuerdo bien, mientras Armin salía de la biblioteca y Eren iba a su lado, yo me encontraba del otro lado tratando de tomar un libro de un estante cuando logré oír la voz de Eren con tanta claridad que todavía me sorprendo al haberle entendido tan bien.

—Sigo sin entender donde estuviste esa noche. Me preocupé cuando desperté y vi que no estabas.

Para cuando giré, tratando de ocultar mi rostro detrás del libro que había tomado, ya las figuras de ambos chicos se encontraban a punto de abandonar la cabaña. No pude oír el resto de la conversación, pero con aquella migaja que Eren soltó me fue más que suficiente para saber que Armin le soltaría alguna mentira piadosa procurando que Eren no se lo pensara demasiado, que no fue gran cosa, que solo se quedó encerrado en la biblioteca o algo así, Eren entendería que no conseguiría una respuesta más honesta y al día siguiente por la noche Armin volvería a escabullirse a su escondite a lanzar piedras y ver las estrellas sin pensar en cómo Eren volvería a despertarse y se preocuparía al no verlo en su cama.

Era algo sin sentido, una conversación que no cambiaría nada, ni siquiera podría dejarlos satisfechos. Igual que aquella conversación que había tenido con Armin en esa biblioteca días atrás, cuando creí que podría sentirme complacida de algo que, ni siquiera estoy segura de que sea. Incluso así, me gustó pensar, o más bien considerar por un breve segundo, que Armin le habló de mí a Eren y, no sé, creo que todavía no salía del todo de la decepción de descubrir que Armin no se había quedado a mi lado esa noche por los motivos que yo esperé... Sea cuales fuesen esos motivos. Es absurdo, espero algo que no conozco, y me encuentro evitando a un chico por algo que no era, ni será, su culpa.

Pero, de nuevo, como se pueden ir imaginando, esa pequeña lejanía entre los dos no duró demasiado. Esa distancia se acabó un par de días después cuando nuestros compañeros creyeron conveniente hacer una fogata, —sí, así como han oído—.

No tengo ni la menor idea de qué los incentivó a hacerlo, quizá era el hecho de que al día siguiente no tendríamos entrenamiento así que podríamos dormir hasta tarde, o puede que fuese porque pronto iríamos de "viaje" y todos se encontraban entusiasmados y necesitaban algo con lo qué distraerse. Lo más probable fuese que, como todos éramos unos adolescentes que pasaban gran parte de su tiempo en constantes entrenamientos, todos se sintieran exhaustos y con ganas de hacer algo normal. Nunca lo sabré con exactitud ya que no pregunté, para cuando Mina me invitó a asistir no vi en mí el valor suficiente como para cuestionarle la razón de tal encuentro clandestino. Quiero decir, nadie preguntó, ¿por qué yo debería hacerlo?, las demás chicas de inmediato lo tomaron como algo bueno y se emocionaron... Pensaron en lo que usarían, en chicos... Lo recuerdo bien, la cabaña entera de inundó de risitas cómplices y puedo imaginarme que si Keith Shadis no ordenó silencio era porque estaba al tanto de la fogata, y que, de hecho, lo permitía. Yo no quería ser la aguafiestas que dejase en claro al preguntar: "¿por qué una fogata?, ¿qué tiene de especial este día?" que era una jodida asocial. Y si eso podía considerarse fiesta, pues sería algo así como... ¿Mi primera fiesta?

Hubo una vez en Marley donde se nos invitó a una reunión de nuestros superiores. Aunque bueno, estoy siendo muy suave para lo que en realidad fue, buscaron presumirme y venderme ante todos como la nueva titán femenina y aquella que lograría superar a sus antecesoras, se dijo de mí que era la guerrera perfecta, y aunque no comí ni bebí nada, ni tampoco me moví del lugar donde me pusieron, se me dijo que eso era una celebración, que pese a la notoria tensión en el aire y las miradas despectivas que de cuando en cuando nos lanzaban a mí, a Reiner, Bertholtd, Pieck y Marcel, era una fiesta. No lo recuerdo con nostalgia ni cariño, esa fue una noche aburrida y exasperante. No podía considerarle una verdadera fiesta.

Donde los sueños mueren. | AruannieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora