No soy la más adecuada para contar historias. Hablar nunca ha sido lo mío, y puedo atreverme a decir con total certeza que cualquier otro podría contar todo esto de mejor manera de la que yo lo he estado haciendo.
Alguien tan parlanchina y metiche como Hitch soltaría los detalles más relevantes, no como yo, que me salto de muchas cosas y no estoy segura del orden cronológico de mi relato. Quizá incluso Mikasa habría sido más precisa de lo que yo estaba siendo. En mi defensa no esperé verme en esta situación jamás, hablando de una historia sin importacia para mi misión, perdiendo mi tiempo en vagos recuerdos de un pasado que jamás volvería mientras me lamentaba por cosas que, de todos modos yo no habría podido predecir.
Es decir, si el error que cometí en mi misión, fue uno que nadie de los altos mandos en Marley consiguió preveer, ¿por qué yo sí podría hacerlo?, no soy tan lista como para considerar esa clase de cosas, solo fui, y sigo siendo, una pobre y débil chica puesta en el peor lado de la batalla, una chica que se ha visto siempre a merced de las circunstancias a su alrededor. ¿Qué sabría yo que toda mi historia, con cierto chico de ojos azules, acabaría con él tendiéndome una trampa y conmigo quedando expuesta delante de todos como una terrible traidora a la patria?, por más que fuese obvio que se trataba de una posibilidad no tan remota, como ya he dicho, soy una chica débil que no ha evitado pensar lo mejor de alguien que estaba demasiado comprometido con sus ideales como para hacerse de la vista gorda.
Fui demasiado ingenua, pero ¿qué más da?, eso es lo que pasa cuando eres demasiado gentil con la persona incorrecta —que para mí, a estas alturas, todos lo son—, lo que pasa cuando eres amable con alguien que para empezar debiste matar cuando hubo oportunidad.
Y por eso, después de haber sufrido una traición tan cruel y dolorosa que me ha llevado a este triste confinamiento, no puedo evitar preguntarme, ¿qué me hizo pensar que Armin no me pondría en esta situación?, ¿todo lo que vivimos cuando éramos cadetes?, ¿por qué yo pensaría algo tan tonto?, quizá porque soy una tonta, una que desea creer desesperadamente que todo lo sucedido en ese tiempo no fue pura ilusión mía.
Me pregunto, ¿qué habría pasado en ese entonces por la mente de Armin?
Nunca le he comentado a nadie de mis constantes visitas a Annie.
Ni ahora, ni antes cuando no tenía por qué ser un tema tan mortificante como en la actualidad me atreví a decirle a alguien que había tomado la mala costumbre de verme muy de vez en cuando con Annie Leonhart. Es decir, no considero que sea algo de lo cual avergonzarme, pero había algo llamativo en la idea de verme en secreto con una de las chicas más guapas —a mis ojos, la más guapa—, de mi tropa de cadetes. No es que me gustase solo el secreto y los encuentros clandestinos, pero sí, admito que era algo que se me hizo atrayente.
Y bueno, tampoco pensé en sí a Annie le llamaba la atención entablar pláticas largas y profundas con todo el mundo viéndonos. Sinceramente, todos nuestros encuentros se dieron de la nada y justo porque nadie estaba viéndonos, cuando éramos olvidados por el resto del mundo. Y en parte, eso era lo que más me gustaba, saber que no había nadie encima de nosotros para juzgar nuestra cercanía y emitir preguntas impertinentes sobre lo ilógico de nuestra extraña unión —término que ahora me atrevere a usar—. Porque esa sensación casi asfixiante de ser el punto de vista de todos sólo por exhibir públicamente tus debilidades, no era algo que me llamara la atención, y por el contrario, me resultaba, por no decirlo de otro modo, patético.
No es que considere que Annie sea una debilidad para mí, de serlo tampoco lo diría, lo que sí me resultaba un poco tedioso era ese deseo cada vez más grande por verla y hablarle sin importar que tan cortas fuesen sus respuestas. Podía conectar de un modo en que no pensé hacerlo con ninguna otra persona. Y ese hecho no era algo que yo habría disfrutado gritar a los cuatro vientos, en especial porque es, primero que nada, innecesario y segundo, porque lo que sea que en ese entonces estuviera sucediendo con Annie, era algo demasiado incierto para mí, y prefería no dar nada por hecho.
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Donde los sueños mueren. | Aruannie
FanficTeníamos maneras muy distintas de percibir la vida, pero me permití contagiar por su fe, por sus sueños y esperanzas, porque hasta las personas como yo necesitan a veces de una luz para no perderse en medio de la oscuridad. . . . . Shingeki no kyoji...