#10 - Pues ella era peligrosa

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—Entonces... ¿Cuál es su historia?

Eso fue lo que Hitch preguntó, puedo imaginarme que viéndole con esa expresión tan de ella cuando la curiosidad le consume pero intenta disimular. Una ceja en alto con picardía mientras coloca sus manos sobre sus caderas. Él, en cambio, me lo puedo imaginar echándose hacia atrás consternado y apenas procesando que aquella pregunta pudiera haber salido de sus labios.

—¿Qué?

—Pues, ¿cual es su historia?, ¿cogían en algún establo después de los entrenamientos?, ¿se besaban cuando nadie los veía?

Él no respondió, y en medio de su silencio puede yo aprovechara para contestarle a Hitch en mis pensamientos reclamando su imprudencia y que fuese tan metiche. Posiblemente él y yo estaríamos sonrojados, yo no podía cambiar la cara que tenía puesta, pero él, no tenía dudas, debía de estar alterado por una propuesta tan indecente, más si esta me involucraba a mí.

—¡Claro que no! —él defendió, quizá viendo a Hitch con indignación mientras esta apartaba la mirada restandole importancia con un falso gesto de lástima por mí. Puedo visualizarlo bien en mi cabeza—, ella y yo... No, jamás, solo éramos... —guardó silencio, pensativo, prosiguiendo solo después de suspirar con pesadumbre—, Éramos... Compañeros...

¿Compañeros?, ¿así se le dice a la persona que fue para ti más de lo que alguna vez fueron todas las demás personas?, ¿ese es el título que toma aquel que hace danzar a tu corazón y te hace sentir el calor de un hogar que nunca tuviste?, a veces en serio no lo entiendo pero, creo que, por esta vez, puedo evitar darle vueltas al asunto. No puedo culparlo por decidir dejar lo que sea que existiera entre nosotros como simple compañerismo, si al final de cuentas, no creo exista una palabra para describir correctamente lo que sea que se haya desarrollado entre nosotros.

No lo fuimos todo para el otro, pero fuimos como dos gotas de agua que cayeron muy cerca la una de la otra. Compañeros me parece muy formal, amigos me parece que nunca fuimos, ¿qué los amigos no se apuñalan por la espalda?, y ambos lo hicimos, aunque para se francos, yo lo hice primero y por motivos egoístas y despreciables, mientras que él lo hizo porque sabía era la única solución para proteger a su gente. Estábamos atrapados por murallas, y no saben cómo me gustaría estarme refiriendo a las murallas que por tantas generaciones le impidieron a los suyos ser devorados por titanes, y no por aquellas que el odio fueron edificando para dividir a los pueblos, separar a los suyos de los supuestos míos. Para separarlo a él, de mí.

Sí... Puedo entender porqué Hitch hizo aquel sonido parecido al de un suspiro o una risita contenida. Sin creerle porque ni él mismo se creía a sí mismo. Yo tampoco me podía creer que fuésemos solo compañeros, y puede que eso fuese lo que me condenó en primer lugar, haber olvidado el lugar al que pertenecíamos.

—Compañeros, ¿eh? —La imagen de Hitch en mi cabeza sonreía mientras decía aquello—, ¿compañeros del tipo nos gustamos pero no se puede o del tipo nos llevamos muy bien y no sabemos que estamos enamorados el uno del otro porque somos muy idiotas como para darnos cuenta?

—¿Qué?, eso no...

—¡Ja!, te has sonrojado Arlert, te he atrapado. Anda dime, ¿desde cuando llevas enamorado de Annie?

Él suspiró.

—Ya debo irme...

El Armin en mi cabeza, el del escenario que mi mente ha elaborado a raíz de las voces que circulan en la habitación, camina con lentitud hacia la puerta de salida. Él no quiere irse, pero Hitch le ha orillado a eso. Mi ex compañera de habitación se mantiene a mi lado con gesto divertido y un periódico en manos que golpea repetidas veces contra la palma de su mano contraria, esperando el momento para añadir otra cosa, mientras lo ve alejarse como un niño castigado, o un adulto aparentemente muy ocupado.

Donde los sueños mueren. | AruannieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora