꧁ᴥ︎︎︎𝑶𝒄𝒉𝒐ᴥ︎︎︎꧂

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Estos idiotas eran los senpais que hoy en la mañana lo miraron con ojos llenos de lujuria. Pensaba que no serían un problema restándole importancia, pero estaba equivocado.

—¡¡¿Qué es lo que quieren? suéltenme!!— forcejeó con el mayor.

Uno de cabellos cenizos y piercing en la nariz tomó ambos de sus brazos apretándolos uno sobre otro contra la pared —Acaso no es obvio niño— hizo una seña para que los otros se acercaran.

Shoyo debía pensar con la cabeza fría lo que haría a continuación, por el leve olor que percibía podía decir que tres de ellos eran betas y los dos que se mantenían atrás eran alfas. Le doblaban en número, fuerza y altura, un movimiento en falso y estaría acabado.

—Entonces idearon un plan para atacar en grupo a un omega indefenso, que patéticos— se burló con la mirada puesta sobre ellos

—A quién llamas patético pequeña mierda— uno de los alfas le propinó una bofetada —ten respeto por tus mayores mocoso— dijo altivo.

—Hmph me exiges respeto cuando ustedes están a punto de cometer un delito, que ironía— escupió un poco de sangre.

—¿Crees que somos los únicos? ella también es participe— la chica que le había entregado la carta apareció detrás de ellos con una sonrisa.

«Tch maldita perra, igual de cobarde que estos bastardos»

—Ara pensé que ya habían iniciado ¿tal vez sufren de impotencia?— se burló con descaro.

—Cállate estúpida eres una lenta, acordamos que serías la primera en tomarlo no— habló un beta moreno —¿o ya te arrepentiste?— rió.

—Nunca! quítate de mi camino— se paró en frente del pelinaranja —Tranquilo cariño te trataré bien al contrario de estos descerebrados— dijo acercándose para besarlo.

—Ni lo pienses perra, no acostumbro pegarle a las chicas será mejor que no me toques— reaccionó asqueado.

Genial un omega contra tres alfas y tres betas, que situación más desbalanceada. Shōyo pensó que lo mejor sería acabarlos desde adentro plantando la semilla de la discordia.

Aún así la alfa procedió a desabotonar su camisa mientras el otro lo sostenía de los brazos, cada toque le causaba repugnancia hasta el punto de querer vomitar y cuando llegó a su zona baja para bajar la cremallera de su pantalón puso en marcha su objetivo.

—Hey idiotas! ¿en serio dejarán que ella disfrute primero? creí que eran más inteligentes al ser mis senpais pero veo que estaba equivocado— les dijo a los demás con una risa provocativa.

Había sido despojado de su camisa, su pálida tez estaba completamente expuesta a ellos brindándoles una bella vista para alimentar sus deseos carnales. 
Siendo tentados por sus palabras  pareciera que comenzaron a analizarlo.

—Es cierto nosotros lo capturamos, apártate— el otro alfa empujó a la chica a un costado haciendo que tropezara y cayera en el césped.

—¡¡Hijo de puta!! hiciste que me rompa una uña— se quejó con enojo.

La chica a gritos inició a reprocharles la acción afirmando que ella era la que ideó el plan y lo llevo a cabo, no ellos, claramente los otros cinco comenzaron a refutarle y a discutirle dejando a un lado al pelinaranja.

Aprovechando que los otros seis eran unos cabezas huecas rápidamente tomó su camisa del suelo y se la puso como pudo, acomodó su pantalón que gracias a las insistencias de su madre no solo era a cierre, sino que tenía dos pinzas del lado de adentro y un botón que según ella eso era la nueva moda, impidiendo que la alfa llegara a desvestirlo completamente.

Dió un vistazo rápido hacia los demás notando que seguían con su discusión, entonces decidió que era hora de marcharse tomando nuevamente su bolso. Cuando estaba listo y sentía que se había alejado lo suficiente sintió una mano estirarlo hacia atrás haciendo que volteara la cabeza con brusquedad para ver quién rayos lo había detenido.

 Cuando estaba listo y sentía que se había alejado lo suficiente sintió una mano estirarlo hacia atrás haciendo que volteara la cabeza con brusquedad para ver quién rayos lo había detenido

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Pura mierda de día, el alfa de cabello morado fue el único en darse cuenta de su ausencia, aprovechó que sus allegados seguían en lo suyo para perseguir al omega.

—Será mejor que me sueltes bastardo— dijo con furia, el hambre y sueño lo estaba matando y ahora venía este idiota a joderle más el día, menuda mierda.

—O sino que, ¿Qué harás? ¿Me golpearas? No me jodas— comenzó a reírse mientras ejercía más fuerza en el agarre —Solo debes abrir las piernas y callarte.

*Plick* el sonido de su paciencia acabandose. Aprovechando que el alfa lo sujetaba del hombro tomó su brazo para voltearlo hacia adelante echándolo en el suelo. Rápidamente llevó sus ambos brazos en la espalda y los oprimio con sus rodillas mientras lo sujetaba del cuello con las manos. Se aseguró que no pudiera moverse enterrandole el rostro en la tierra y golpeándolo en las costillas.

Tal vez no podría contra los seis en conjunto pero estando solo uno a su merced lo acabaría.

—Te haré esto— dijo con una fría voz.

Cuando el alfa estuvo a punto de reprocharle un grito lo interrumpió.

—¡¡Miya-kun!!— escuchó gritar al peliverde que se acercaba con rapidez en compañía de sus otros dos amigos.

Dejó que Kageyama atajara al de cabello morado mientras Yamaguchi lo examinaba de pies a cabeza.

—Oi estás bien? Tu mejilla está roja— cuestionó el azabache.

—Nah estoy perfectamente bien sino fuera por el hambre y sueño que me cargo.

—Se supone que los senpais deben enseñar y guiar a sus kohais, no esto— dijo el peliverde con enfado, obteniendo un "tch" como respuesta de parte del alfa.

—¿Por qué están aquí? Acaso no les dije que no me esperaran.

—Tsuki tenía un mal presentimiento sobre la carta que recibiste.

—¿Tan extraño es que consiga una confesión?— hizo un puchero.

—No, pero que te llamen detrás del instituto a una zona donde muy pocos circulan si es extrano enano— explicó el omega de lentes.

Ahora que lo escuchaba si era extraño, se maldijo internamente por emocionarse demás y no analizarlo.

—Y bien ¿qué hacemos con este imbécil? ¿Quieres reportarlo con el director?— cuestionó Kageyama.

—Déjalo ahí tirado le costará un poco levantarse— respondió con indiferencia.

—¿Qué rayos le hiciste?— dijo el rubio al notar las marcas rojas en su cuello y brazos.

—Nada sólo fue un poco de autodefensa, además él y su grupo intentaron abusar de mí, se lo merecía.

Los tres estaban a punto de tirarse encima del alfa a golpearlo pero los detuvo, ya estaba cansado de todo.

—Vámonos.

Se fueron dejando tirado al otro en la tierra, Kageyama había aprovechado la distracción de sus amigos para patearle en la entrepierna al desgraciado.

De camino Shōyo les relató todo lo que había pasado con él desde que salió a la zona de depósitos.
Y sus tres amigos llegaron a la conclusión que ya no era solo uno sino seis desgraciados a los que debían dejarlos sin descendencia.

𒆜Dᴇsᴛɪɴᴏ ᴅᴇ Tʀᴇs𒆜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora