Dos chicos de 23 años sentados en el sofá beige de la sala con la mirada gacha por lo sucedido, aún sentían pequeñas vibraciones en sus extremidades y los latidos de sus corazones no parecian normalizarse. El suave pero latente rastro de aroma que su omega había dejado antes de que fuera despojado de sus vistas permanecía susceptible a sus narices. Un rastro a punto de esfumarse como si nunca hubiera aparecido.
Hasta el ser más insignificante notaría la tención entre los gemelos y sus padres. El aire podría fácilmente ser cortado como gelatina con la más mínima reacción.
Los señores permanecían en silencio divagando en sus pensamientos. No podían negar lo obvio, había pasado frente a ellos, fueron testigos del encuentro entre destinados. No podían negar lo innegable.
La situación era difícil, comenzaban a cuestionar sus decisiones del pasado. ¿Fue correcto adoptar a Shōyo?.Ambos se miraron a los ojos y se repocharon por este pensamiento. Ese niño fue su luz en su momento de aflicción. Apenas lo tuvieron es sus brazos se sumergieron en una alegría inmensa, tanto que lágrimas se desbordaron al ver su carita angelical sonreírles tan inocentemente sin siquiera saber que clase de personas eran.
Ese niño tomó sus manos con confianza y los llamó padres sin siquiera cuestionar su procedencia. No cuestionó el porque los niños lo molestaban por ser diferente al resto de la familia, no cuestionó ni reprochó el porque de ser el único omega en una familia completa de alfas.
La madre tomó aire suspirando pesadamente, los tres involucrados eran sus hijos y aunque quisiera no podía negarles su destino.
El destino... Una palabra mejestuosa y a la vez vil. Una sola palabra basta para unir en dicha a dos o más personas así como tan sola esa misma puede ser la causante del quiebre de una familia entera.
Cómo padres no podían favorecer a uno solo de sus retoños, tampoco estaba en sus manos la dirección que ellos tomarían en sus vidas. No podían negarles algo que por fuerzas superiores fue decidido desde su nacimiento.
—Chicos ¿desde cuándo lo saben?—. El hombre habló con calma llamando la atención de los gemelos, haciendo que estos levantaran la vista en su dirección.
—Desde el primer día— fue lo único que el peligris dijo antes de mirar el suelo nuevamente.
—Dices que desde el principio... Pero—. Se detuvo por un momento para asimilar las palabras de su hijo, posó su mano sobre la de su esposo, necesitaba apoyo emocional. —¡Aún eran unos niños!—. La mujer expresó conmocionada. Su esposo apretó su mano trasmitiendole seguridad y calma.
Atsumu pensó dos veces antes de hablar. Era cierto, eran unos críos de siete años quienes descubrieron que el niño de apenas unos días de nacido prospecto a convertirse en su nuevo hermano pequeño en realidad era su pareja elegida por los cielos.
—Es verdad, pero eso no quita el hecho de lo que ya han visto. Madre, padre— miró a los ojos a cada uno.
—Sé muy bien que es difícil de aceptar, lo fue para nosotros en su momento. Y es difícil para nosotros no poder estar con él— Osamu complementó lo que su hermano estaba diciendo.
—Pero esperamos tener su bendición. Shōyo de seguro estará con más de mil cosas pasándole por la mente en estos momentos. Queremos ser su fuerte y amarlo completamente.— ambos expresaron su anhelo, con una corta inclinación a sus progenitores pedían que aceptarán la realidad.
—Atsumu y Osamu mis dos dulces niños, las dos primeras luces en mi vida.— la mujer se acercó a ellos tomando sus manos. —Cómo su madre los conozco como a nadie, en sus ojos veo el profundo amor que tienen hacia Shōyo... pero les pido tiempo.. me cuesta asimilar que mis tres niños comparten un enlace.
—Chicos, reconozco que esto es algo que saben muy bien y quizás sea una de las cosas que los ha estado atormentado durante todos estos años. Pero ustedes son hermanos, no importa el hecho de que no compartan sangre.— expuso el hombre, sentado de manera pensativa apoyando su mentón sobre su palma que descansaba sobre el apoyabrazos del sofá.
Ciertamente ese era su primer obstáculo además de la considerable brecha de edad. Y el hecho de que el pequeño sol aún no supiera la verdad sobre su nacimiento los estaba inquietando llegando a un leve punto de desespero por tenerlo en sus brazos.
—¿Cuándo planean decirle la verdad? Creo que es lo suficientemente maduro como para saberlo— comentó Atsumu en un tono positivo.
—Pensabamos contarle a sus 18, cuando cumpliría la mayoría de edad y pudiera decidir su camino— respondió de forma automática el señor Miya.
Decidieron dejar la conversación en ese punto, les darían tiempo para pensar sobre lo que había pasado. Además ellos también lo necesitaban, descansar sus mentes y cuerpos, prepararse para afrontar al pelinaranja apenas despertara de su siesta.
Con eso en mente recogieron los platos y guardaron el festín en la heladera. Fue una lástima que el niño no pudiera probar la exquisita cena preparada en su nombre, aún así un recalentado no le iría nada mal.
Terminado con ello los señores se dieron el tiempo de regresar a sus habitaciones, tenían mucho que pensar y conversar entre ellos. Los gemelos copiaron el acto de sus padres dirigiéndose a las suyas.
Con pesadez en sus párpados y pegajosidad en su cuerpo a causa del sudor y uno que otro fluido corporal, el pelinaranja reposaba sobre su cama.
Pensamientos inundaban su interior, donde más preguntas sin respuestas surgían llevándolo al borde de una crisis.Este era el llamado "celo" del que había leído y escuchado en las clases de biología, una experiencia a la que todo ser humano llegado a su madurez abordaba sin preparación alguna.
Pero eso no era todo. Aquello que prometió olvidar resurgió apoderándose de sus sentimientos y emociones. Y su cuerpo cedió ante ello contrariando a sus ideales.
Lo sintió tan excitante y terminal, estaba seguro de que ellos también. Las miradas que se dedicaron en ese momento significaba aceptación mutua, era reconocido el lazo que compartían, el lazo que los ataba como un hilo rojo solo visible a sus ojos. Conectando sus almas y todo su ser, eran fragmentos que conformaban un todo y él lo sabía.
Pero ¿Con que cara los miraría a partir de ahora?.. Estaba avergonzado hasta el punto en que quisiera que la tierra lo tragara y lo escupiera al otro lado del mundo.
Tener su primer celo a penas ver sus rostros después de años sin estar cara a cara, ver lo mucho que habían cambiado en ese transcurso. Hombros anchos, músculos marcados, facciones mucho más varoniles y una altura envidiable eran unas pocas características que los envolvían.Y el deseo de tocarlos como ser tocado por ellos estaba presentandose por segunda vez, inquieto, con palpitaciones recorriendo sus facciones, choques eléctricos en zonas que jamás pensó.
Una segunda oleada transformándolo, haciendo que la bestia que yacía en su interior despertara.Aquel ser animal del cual ocultamos el mundo abrió sus ojos con lentitud apoderándose de su lado racional.
Con un último pensamiento en mente se despidió de su humanidad.
“Somos hermanos”
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𒆜Dᴇsᴛɪɴᴏ ᴅᴇ Tʀᴇs𒆜
Fanfiction¿Podrán los lazos del destino ser más fuertes que el fraternal? ¿Ambos alfas lograrán resistir a sus deseos? ¿Quién será el primero en quebrar la brecha establecida desde su nacimiento? √Capítulos cortos √Faltas ortográficas tal vez √Redacción med...