꧁ᴥ︎︎︎𝑶𝒏𝒄𝒆ᴥ︎︎︎꧂

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Contrario a los años anteriores su salida se realizó en la tarde, gracias a que su madre mencionó la venida de invitados especiales por la noche. Razón significativa para adelantar sus planes según ella.

Desde que se hicieron amigos en la secundaria cada que era el cumpleaños de alguno de ellos, iban al parque a medianoche a compartir una picada variada en embutidos, quesos y panes acompañada conjuntamente con bebidas sin alcohol.

Aún no se le estaba permitido gozar de este néctar y aunque quisieran comprarlo a escondidas, en la tienda se negaban a vendérselos. "Le quitas lo divertido a la vida" fue lo que una vez Shōyo le dijo al encargado después de que este no recibiera el dinero y le quitara el pack de Brahma que pensaba comprar.

Sentados en el césped debajo del árbol de cerezo que les hacía sombra en esa tarde calurosa, compartían unos refrescos y golosinas, realmente no les asentaba morfarse comida en la tarde. Tuvo que avisarles por su grupo de Line el adelanto del festejo, de igual manera no hubo problema por parte de los demás.

Acudieron al lugar a la hora acordada. Sus casas quedaban a la cercanía del susodicho parque ubicado en el centro de la ciudad.

—¿Entonces quiénes son los invitados?— cuestionó Tsukishima limpiando con un paño el vidrio de sus lentes. Si tan sólo hubiera predicho la acción tal vez reconsideraría su asistencia.

—No lo sé, pregunté pero no quisieron decírmelo— respondió quitándose los rastros de crema esparcidos en su cuerpo.

El alfa y beta lo tomaron por sorpresa. Un "Felicidades al cumpleañero" fue lo que oyó para después sentir el impacto de algo semiblando y dulce restregándose por su rostro. Se barrió con ambas manos los trozos de bizcochuelo cubiertos en chocolate y crema moka que obstruían su vista haciendo que cayeran en su pecho y muslos.

Sus rizos naranjas eran levemente cubiertos por crema chantillí, el chocolate derretido gracias al calor de la tarde se deslizaba ágilmente desde su rostro totalmente embarrado hasta su tórax, lo que una vez fueron pequeñas gotas ahora eran finos caminos de chocolate recorriendo por su barbilla y cuello. Y todo recaía en su nueva remera negra de Tokyo Ghoul, regalo exclusivo de una de sus primas, que absorbía todo el liquido manchándose en el proceso.

Era un completo desastre.

Y como si no fuera poco, la cereza del pastel no podía faltar. A Tsukishima quien estaba sentado a su lado también le habían llegado pequeños trozos del pastel. Ensuciando parte de su rostro y por supuesto.. sus lentes fueron los más afectados.

Yamaguchi y Kageyama habían decidido comprar un pequeño pastel de chocolate cuando venían de camino, ellos eran vecinos y cerca de sus casas recientemente un microemprendimiento familiar fue inaugurado. Era una buena oportunidad para saber la calidad de sus postres así que pagaron a medias el dulce presente para su amigo pelinaranja.

El camarón ignorando completamente el estado en el que se encontraba sólo reía por el aspecto del omega rubio, sin importar que éste estaba asesinándolo con la mirada. De manera inmediata Yamaguchi sacó pañuelos de su bolso y se los entregó.

Arrepentido de no haber analizado la propuesta hecha por Kageyama sobre imitar un vídeo de internet. Claramente solo debió ser un leve impacto para que sorpresivamente el cumpleañero probara parte del pastel, pero no midieron su fuerza y terminaron embarrándolo.

De igual manera el pelinaranja se divertía a costillas del otro, el rubio que hasta hace poco estaba por asesinarlo no pudo aguantar la absurda pero dulce situación y fue contagiado por sus carcajadas así como los otros dos que pidieron apenadamente disculpas por lo ocasionado.

De igual manera el pelinaranja se divertía a costillas del otro, el rubio que hasta hace poco estaba por asesinarlo no pudo aguantar la absurda pero dulce situación y fue contagiado por sus carcajadas así como los otros dos que pidieron apenadamen...

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De vuelta en su hogar fue directo a la ducha, debía limpiarse y ponerse ropa elegante. No sabía quienes serían los invitados pero de igual forma tenía que estar presentable.

Siempre que los cuatro estaban juntos no sentía el pasar de las horas, cada momento con ellos era un desgaste de energías bien invertido. Y como siempre se olvidó de revisar la hora en su celular, sino fuera por Kageyama que le recordó el horario de la cena, estaría llegando tarde.

Saliendo de la ducha comenzó a vestirse lo más rápido que podía, primero se secó el cabello para no mojar su camisa en el proceso. Ya hecho esto comenzó a ponerse una musculosa blanca para después cubrirla con una camisa manga corta a cuadros en rojo y negro, la cual luce mejor desabrochada. Los jeans negros y las zapatillas blancas no podían faltar así que también se los puso.

Terminando con esto caminó hasta el espejo de pie ubicado cerca del ventanal admirando la bella vista. Tomó el peine que reposaba sobre su armario y se dispuso a tratar de domar la bestia que tenía por cabello, no fue fácil pero no había nada que un poco de gel no pudiera arreglar.

Ya listo se rocío un poco de perfume y salió corriendo de su habitación. Llegando a las escaleras disminuyó la velocidad de sus pasos para que no resonara en toda la casa.

Mientras descendencia escuchaba murmullos provenientes del comedor así como el exquisito aroma de la cena. Unas milanesas napolitanas con puré, pollo al horno con papas y cebollas a los lados recubierta con chimichurri y salsa de soja, unas buenas rebanadas de pizza, y la Coca-Cola infaltable. Todas sus comidas favoritas estaban servidas en la mesa a la dulce espera de su paladar.

El aroma de la cena era deliciosa y apetecible pero no era lo único que sus fosas nasales percibían.

Dentro de la casa dos fragancias familiares hacían acto de presencia. Él las reconocía, ¿cómo podría olvidar lo que tanto ha añorado durante todos estos años?

Al bajar el último escalón se detuvo, sintió la necesidad de calmarse, respiró profundo inhalando todo el aire que podía para después liberarlo en un largo e inaudible suspiro. Se cacheteó mentalmente dándose palabras de ánimo.
Relajó su cuerpo e hizo la mejor sonrisa que tenía dirigiéndose al comedor.

Ya era hora.

𒆜Dᴇsᴛɪɴᴏ ᴅᴇ Tʀᴇs𒆜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora