꧁ᴥ︎︎︎𝑪𝒊𝒏𝒄𝒐ᴥ︎︎︎꧂

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Desde aquella vez en que conoció por primera vez a los amigos de sus hermanos el tiempo transcurrió y todos crecieron.
Shōyo de ahora quince años se estaba alistando para su primer día de preparatoria.

Muchas cosas ocurrieron en ese lapso de tiempo. Cuando tenía diez su amigo Kenma se tuvo que mudar a otra ciudad dejándolo triste por un par de días. Se prometieron mantener el contacto y así lo hicieron, día de por medio mensajes iban y venían contándose las cosas de su día a día.

La partida de Kenma lo había entristecido pero la de sus hermanos aún más. Por alguna razón de la que él no estaba enterado Atsumu y Osamu decidieron estudiar en el extranjero al terminar la preparatoria. Cuando se lo dijeron sus lágrimas no paraban de salir y así estuvo por casi tres días llegando al punto de ser internado con signos de deshidratación. Ahora eso era un hecho vergonzoso de recordar.

Le había preguntado a Kuroo y Suna la razón pero estos desviaban el tema o eran interrumpidos por sus hermanos que apenas los veían cerca de Shoyo saltaban a la defensiva.

Otra cosa más fue la revelación de su segundo género, apenas cumplió los cinco años los malestares se hicieron presentes y lo llevaron al hospital.

✫~ Flashback ~✫

Tras una semana de su cumpleaños el dolor de cabeza y las punzadas en su corazón no lo dejaban dormir. Despierto en medio de la madrugada y solo en su habitación no tuvo de otra que ir a la de sus padres.

Con pequeños pasos silenciosos para que sus hermanos que dormían en la habitación frente a la suya no se despertaran y armaran un alboroto por su estado. Fue y abrió la puerta de sus padres que estaba un poco más alejada a la de ellos.

—M-madre— susurró abriendo la puerta, dejando que la luz del pasillo ingresara a la habitación llegando al rostro de la mujer.

—Mn ¿Qué sucede cariño?— habló adormilada, incorporándose en la cama.

—M-me duele— sollozó tocándose el pecho.

Eso alertó a la mujer, haciendo que se levantara rápidamente encendiendo la luz y de paso despertara a su esposo.

—¿Dónde, qué te duele?— exaltada inspeccionó por todas partes a su niño, que siempre tenía una sonrisa en su rostro y ahora arrugaba su facciones por el dolor que le aquejaba.

—A-aqui y aquí— posó una de sus manitos en su frente y la otra en su pecho.

—Cariño! Shōyo está ardiendo!— dijo cuando apoyó su mano por la frente de su hijo. —Tenemos que ir al hospital.

—Vamos!— se levantó poniéndose sus zapatos y tomando las llaves del auto —Les avisaré a los niños, tú lleva a Shōyo al auto que ahora los sigo.

La mujer se puso un abrigo y alzó al niño en sus brazos saliendo de la habitación camino al auto, no sin antes tomar el peluche preferido de su hijo y una manta.

El señor Miya se dirigió en dirección a los gemelos y abrió la puerta encontrándolos a ambos despiertos sentandos cada uno en sus camas. Dejó salir un suspiro y habló —Creo que ya lo saben no es así, no sabemos si volveremos enseguida, si ocurre algo llamennos—. Los gemelos solo asintieron mientras su padre salía de su habitación.

—Oi Tsumu por fin llegó el día— dijo con una sonrisa boba.

—Asi es, hoy lo sabrán— respondió con la misma sonrisa.

••

Ya en el hospital el pequeño pelinaranja apretaba su peluche de cuervo con cabello naranja. Un regalo de su amigo Kenma. Mientras con su mano su madre le cubría los ojos distrayendolo de la enfermera que lo pinchaba con una jeringa.

El doctor dijo que estaba en la edad del despertar y los dolores eran síntomas de eso. Por lo que había que extraerle un poco de sangre para hacerle los análisis. Estos estarían listos en una hora.

Después de soltar un grito ahogado por el dolor del pinchazo. Nuevamente sus inseguridades reinaron en su mente y los sollozos no se hicieron esperar.
Preocupados sus padres lo abrazaron pensando que su niño sufría de dolor. Su madre dejaba pequeños besitos en su frente mientras su padre acariciaba sus rizos.

—Bebé te duele mucho?— cuestionó su padre.

Reacio a decirle la verdadera razón de su angustia sollozaba con más ganas haciendo que las enfermeras y pacientes que caminaban por el pasillo los miraran curiosos.

—Dime Shōyo ¿Qué sucede? ¿Quieres que mami te cante una canción?— con una voz cálida y llena de amor le habló.

El pequeño dudaba si contarle de sus pensamientos era lo correcto. Algunos de sus compañeros de kinder le decían que él no se parecía en nada a sus parientes por el hecho que tenía rizos naranjas mientras que sus padres y hermanos eran de cabellos castaño oscuro. Y eso avivaba la inseguridad de rechazo que podía causar el ser beta u omega en su familia.

—Y si soy beta u omega— dijo en un susurro casi inaudible escondiendo su rostro en el pecho de su madre.

—¿Que dijiste bebé? Papi no logró oírte bien.

—¿Que pasaría si no soy alfa como Atsu-ni, Osa-ni y ustedes?...y-yo n-no quiero que me odien.

Ahora comprendían la razón por la que su pequeño rayo de sol ya no brillaba tanto y se mantenía con cierta distancia de ellos.
Ambos padres se miraron y sonrieron, cubriendo con sus brazos al pequeño ser que les devolvió las esperanzas cumpliendo el sueño que una vez tuvieron. Atsumu, Osamu y Shōyo sus tres hermosos hijos lo eran todo para ellos.

El que su pequeño sea alfa, beta u omega no afectaría el amor incondicional que tienen hacía el, ni rompería los lazos que habían formado desde el momento en que su adopción fue aprobada y lo sostuvieron en brazos por primera vez.

—Señores Miya los resultados ya están listos— interrumpió una enfermera entregándoles los papeles del análisis.

Shōyo se incorporó en el regazo de su madre, miraba con incertidumbre esos papeles que para él eran decisivos para su futuro.

—¿Quieres que papi lo lea para ti?— agarró el papel dónde el resultado marcaba el género de su hijo —Esta bien— respondió ante el asentimiento del pelinaranja.

—Entonces nuestro pequeño sol es un.. Omega.. felicidades Shōyo eres un Omega!.

Este no dijo nada, se quedó callado mientras la palabra omega hacia eco en su cabeza.

—Si! Lo sabía!— dijo su madre sorprendiendolo —Sabia que mí bebé sería un hermoso y adorable omega— alegre por la noticia.

—¿No les molesta?.. yo no soy alfa— mencionó cabizbajo.

—¿Por qué lo haría? Nosotros te amamos tal y como eres... Además ya sabíamos que serías omega o quizás en menor medida beta...Pero eso no cambiará nada nosotros te amamos mucho, nuestro dulce niño— respondieron con toda la sinceridad y amor.

Y así todas las inseguridades respecto a ser el único omega en su familia se disiparon. Se propuso disfrutar de la calidez que estos le brindaban en cada momento.

𒆜Dᴇsᴛɪɴᴏ ᴅᴇ Tʀᴇs𒆜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora