꧁ᴥ︎︎︎𝑸𝒖𝒊𝒏𝒄𝒆ᴥ︎︎︎꧂

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Delirante, despojado de todo sentido común. Un primer celo que lo volvía loco, la incomodidad de su cuerpo le molestaba, el dolor estresante que le causaba aquel fervor infernal que recorría toda su piel.

Sentía la cabeza dada vueltas, parecía una llama ardiente próxima a causar un incendio. El deseo de ser tocado por sus alfas era incesante, la inconformidad que sus dedos le causaban.. no era suficiente.

Sollozaba despidiendo sus feromonas queriendo atraerlos, capturarlos en su red para devorarlos. Para ser devorado. Mordia y rasguñaba sus pieles llamando su atención. Recitaba sus nombres con dificultad, sus pedidos de ayuda no parecían ser oídos.

Alfa ayúdame— con voz quebradiza ya no aguantando su estado, repetía una y otra vez las mismas palabras.

Osamu y Atsumu estaban en su límite. Tan cerca de su nuca, su blanca piel era como un lienzo listo para ser pintado con sus marcas. Podían hacerlo, una mordida. Era lo único que nesecitaban para reclamarlo. Tan sólo eso, una marca que demostrara su unión, una que alejara a todos los insectos que rondaban a su alrededor.

La marca de su obsesión.

Comenzaban a perder la cordura, acariciándolo, lamiendo las gotas de sudor que lo recorrían, depositando cortos besos en su cuello y muslos, dejando zonas como un ciruelo. Atreviéndose a tocar el pequeño miembro del pelinaranja, bombeandolo con audacia haciendo que liberara su esencia incolora manchando sus manos y parte de su ropa.

Aún así no era suficiente, su orificio se contraía batallante preparado para recibirlos y sus erecciones amenazaban con explotar en cualquier minuto. Cada toque le hacía liberar gemidos sensuales. Gruñidos y jadeos sintonizaban en el apartado cuarto.

El escenario estaba preparado, tan sólo tenían que bajar completamente su short y ellos abrir las cremalleras de sus jeans. Podrían ser los protagonistas de una obra única y excitante. Poseer aquella fruta prohibida era tan tentador.

Apretaban sus puños clavando sus uñas en sus palmas, mordiendo sin cansancio sus labios absteniendose de cometer acto que lamentarían cuando su racionalidad volviera. Batallando con sus instintos llegando a su punto límite.

—S-samu.. yo ya no..— con dolor se refirió a su gemelo. Esto era un completa locura, su miembro palpitaba debajo de su bóxer anhelando librarse de toda carga. El rendirse no estaba en su diccionario pero si era a causa de su omega no lo evitaría.

Respiraciones agitadas, jadeos, balbuceos y delirios. Feromonas fusionandose con el aire. Un cuarto cerrado donde el brillo de la luna llegaba atravesando las cortinas. Tres chicos a punto de rendirse a sus instintos, ceder a sus deseos sonaba tan atractivo.

Alfas los quiero aquí— dijo jadeante, ojos cristalinos, mejillas rojizas y labios suaves como fresas. Palpó su vientre donde la fiebre nacía, señalando las zonas que rogaban por ellos.

Osamu luchaba consigo mismo, babeante y con los colmillos sobresalientes listos para morder a su pareja. Ojos ardientes y pasionales lo miraban devorando toda su existencia. Se alejó unos pasos tomando consigo al rubio, no podían, no debían... Esto no estaba bien.

—V-vamos ¿acaso no les gusto? Follenme, quiero s-sentir aquello que tienen e-entre sus piernas. ¡¡Quiero sus marcas en mi cuello. Los quiero en lo más profundo de mi ser!!— gritó al ver como se alejaban de su lado.

Dolido por el rechazo de sus destinados y por la indiferencia que percibía, sus pensamientos se dispararon menospreciandose al instante. Cosas como “No me quieren.. no tengo buena apariencia.. es por mi baja estatura.. parezco un niño de primaria.. no soy sobresaliente en mis estudios.. soy un pésimo omega por eso me rechazan”.

Al tener su corazón roto la fiebre a causa del celo pasó a segundo plano. El dolor punzante de su alma era reflejado en su rostro que ya no soltaba lágrimas sin motivo alguno.

Shōyo quien antes estaba con toda la energía para subir los escalones camino a la adultez, ahora se hacía bolita en su cama cubriéndose con su manta. Como un pomerania asustado por el regaño de sus padres se escondía dentro de si mismo, avergonzado, triste con ganas de llorar pero simplemente ya no tenía las fuerzas para hacerlo.

—¿No soy suficiente?— cuestionó decaído mostrando un poco de su rostro.

—Lo eres, pero este no eres tú, no es lo que quieres— Osamu habló acariciando sus pómulos, limpiando los rastros de lágrimas que habían partido de sus orbes avellana. Hacía lo mejor que podía tratando de controlarse así mismo.

—¿Por qué me están rechazando?¿No me quieren?— pronunciaba manteniendo la mirada fija en ambos.

—¡No es eso!— negaron de inmediato —Te amamos como no lo imaginas, tanto que con sólo verte nuestros corazones brincan de alegría. Deseamos abrazarte, darte besos y estar a tu lado.. pero no como tus hermanos mayores..

—Entonces..

—Mi pequeño queremos hacer las cosas correctamente, ¿Qué pasa si después te arrepientes?.. Si decides ya no querer verme ni hablarme, ignorarme por lo sucedido, negarme por haberte amado... ¡yo no podría vivir con eso! Maldición!—. Atsumu explotó, la locura lo abrumaba pero no se arriesgaría a perder lo único bueno en su vida.

—A-ah y-yo— un poco de su ser parecía comprender sus palabras, sus instintos se debilataban permitiendo que su humanidad tomara el control.

Sus lágrimas comenzaron a correr nuevamente en armonía con la de los gemelos.

Recitaba palabras de disculpas contrario a lo que hace unos minutos decía. Arrepentido por lo que estuvo apunto de hacer, arrepentido de su actuar, -lo siento- repetía una y otra vez. Era un desastre.

Ambos mayores se acercaron a abrazarlo notando que su racionalidad y la de ellos estaba más cuerda que hace unos instantes, esparcian suaves toques a vainilla y jazmín, al diablo con sus entrepiernas a punto de estallar y con sus brazos y labios sangrantes. Al diablo con el título de "hermanos", al diablo con las gotas que descendían de sus ojos y todo aquello que los detenía. Se despejaron. El estado de su omega era más importante.

Calmarlo y hacerle entender que nada de esto era su culpa se convirtió en su máxima prioridad.

—Basta tú no tienes la culpa de nada, fui yo quien corrió a tu lado alterando tu estado.. lo siento mucho—. De inmediato se disculpó el peligris.

—No tienes que culparte por algo que está fuera de tus manos, es algo biológico. Está en nuestro ADN y no podemos evitarlo, sólo suprimirlo por un corto tiempo a través de pastillas e inyectables. No te culpes mi cielo— explicó Atsumu tomando su mano dentro de la manta, depósito un beso en el dorso dejando sus sentimientos en ello.

—Toma esto con un poco de agua— Osamu le ofreció unas pastillas de uso doble -es decir funcionaba para alfas y omegas-. Corrió en cuestión de segundos a la cocina en busca de una botella de agua, la garganta del pelinaranja estaba seca y su voz ronca.

Shōyo sentía como el comprimido se deslizaba por su garganta con ayuda del líquido cristalino. Podía respirar más abiertamente, mover su cuerpo sin molestia. Lo único que le parecía incómodo era el poco campo de visión que tenía a causa del enrojecimiento y la hinchazón de sus ojos, además de su voz ronca con la cual se le dificultaba pronunciar correctamente.

Viendo la calma que ahora reinaba, abrieron un poco las ventanas para que la brisa se adentrara con llevándose con ella el aroma de sus instintos.

Decidieron irse cuando vieron a Shōyo bajar sus párpados, esperaban que estuviera cansado, habían sido unos desesperantes 30 minutos. La pastilla actuaba de inmediato haciendo que el paciente no tuviera más fuerzas que para descansar, liberando todo el estrés acumulado por el rut.

Con un último vistazo se despidieron de su amor. En la mañana hablarían con detalle el nombre que llevaría su relación, no podían simplemente ignorar lo ocurrido.

Suspirando con cansancio cerraron la puerta de aquel lugar. Dirigirse a su habitación había sido su plan inicial pero ahora tenían que encargarse del problema latente en su parte inferior. Atsumu corrió al baño de su cuarto dejando a Osamu sin lugar, este ante el arrebato de su hermano se dirigió al baño de invitados. Estuvieron tan cerca de hacerlo, pero no... Sintiendose aliviados liberaron grandes cargas de su esencia, tenían hermosas imágenes mentales con las que divertirse.

𒆜Dᴇsᴛɪɴᴏ ᴅᴇ Tʀᴇs𒆜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora