Tantas nubes desbordándose fuera de su casa y él ahí, postrado en su cama dejándose consumir por los recuerdos que lo atormentan. Ahora lo único de lo que era consiente y realmente consideraba necesario eran esas persistentes ganas de desaparecer.
¿Sería muy dramático de su parte considerar la idea de juntar sus cosas e irse a lo de Kenma?. Su amigo con el cual prometió encontrarse un día de estos, era un omega como él y en su casa no estaba más que su madre quien no regresaba muy a menudo a causa de su trabajo.
No podía ver el límite entre el calor y su vergüenza, cual era la línea que separaba ambas sensaciones. La pastilla que tomó parecía tener un efecto contrario a lo que necesitaba, los síntomas eran más fuertes haciendo que reaccionara descontrolado.
Esa fiebre apoderándose de su cuerpo, calentando sus extremidades mientras lo dirigía a un estado donde las ropas no eran necesarias y sólo necesitaba concentrarse en un sitio específico.
Aquel que lo transformaba en una bestia y ese hormigueo que lo recorría tomando parte de su integridad como ser humano. Cualquiera que lo viera diría que su apariencia era similar al de los animales en celo, recibiendo estímulos en zonas erógenas y puntos débiles.
Era algo que no necesitaba en estos momentos.
El sonido de la lluvia impactando contra el techo como contra todo material que estuviera a su alcance. Ráfagas de viento llegaron en un parpadeo haciendo que las ramas de los árboles fuera de su ventana, cobraran vida realizando movimientos bruscos amenazando su habitación.
Relámpagos y estruendos eran lo único que acompañaban al ser de mediana estatura. A pesar de su estado agradecía el temporal que lo ayudaba a cubrir los estimulantes y vergonzosos sonidos producidos por su cuerpo.
Miraba por la ventana la tempestad que se levantó con dominancia, ojos dorados lucían la tristeza de un cachorro bajo la lluvia esperando la bienvenida de aquel al que una vez acompañó. Con pesar corrió nuevamente la cortina, ver el caos que tomaba forma sólo le hacía recordar los sucesos pasados.
El temporal era como un espejismo que demostraba sus deseos y tormentos, las ilusiones que una vez creó en sus momentos más bajos.
En su piel estaba marcada la resistencia, en su piel fue grabada la evidencia de esa noche.
Osamu, desde su lado de la habitación permaneció en su propio mundo, sumergido entre las profundidades de su mente repetía una y otra vez aquellas expresiones que cobraron vida.
No era lo ideal, no ocurrió como lo había imaginado ni planeado, sin embargo no se lamentaba por haber presenciado aquello.Aunque tuviera el latente sentimiento de culpa posándose en su pecho no retrocedería, una oportunidad les fue brindada de manera natural. Reconocía el estado de confusión y timidez en el que su pequeño estaba embarcado, pero los hilos se extendían rodeándolo y atándolo a él. Lamentaba no ser el único que gozaría y se aventuraría a ese preciado oasis que lo sacaba de su pesada realidad.
Desde su nacimiento sus destinos habían sido escritos, desde el momento de su creación fueron atados el uno al otro. Gemelos idénticos quienes fueron destinados a compartir todo además de sus genes.
Su amor por Shōyo no floreció de la noche a la mañana -por lo menos no el obsesivo-. Al principio fue un mero cariño al sentir la calidez que emanaba de ese pequeño ser de luz. Los calmaba, los hacia sentir diferentes. Ese niño transformó sus monótonos días en algo brillante, y tal y como el sol su sonrisa irradiaba alegría.
Sus días carecían de verdadero gozo a muy temprana edad. Eran niños que no veían el valor de sus vidas a pesar de tener todo a su alcance, rodeados de padres y abuelos amorosos, de lujos y el dote de ser alfas puros. Todo ello no cobraba un verdadero valor.
Al inicio sus acciones se encontraban dentro de lo considerado "normal", sólo eran dos hermanos mayores que querían mucho y protegían a su pequeño hermanito. Era una fina barrera la que estaba trazada hasta el primer año transcurrido desde su llegada.
Pensamientos comenzaron a surgir en las mentes de los jóvenes alfas, instintos despertaban de un profundo sueño revelando el propósito de sus vidas. No sabían cómo reaccionar
¿Acaso era lo correcto?
¿No se trataba de un error o quizás algún castigo de una vida anterior?
Por qué razón el fragmento que los complementaba debía presentarse como su dulce y angelical hermanito. Peor aún era el tener que compartirlo con su archienemigo.
Tic~ “no compartimos sangre”
La culpa disminuyó y la obsesión comenzó.Cada uno con sus propias cadenas, cada uno con sus deseos. Una misma llave para tres candados ¿Quién es el poseedor?
La tormenta no tenía señales de detenerse, como un diluvio con fuertes ráfagas se presentó logrando que la energía eléctrica se esfumara en todo el vecindario.
En segundos la casa y todo el lugar se transformó en un área de rodaje para películas de suspenso. El ruido de las ramas raspando las paredes, la fuerza del viento queriendo adentrarse por las ventanas y los repentinos pero poderosos rayos que decoraban la bóveda nocturna.
Ya no eran niños que temían en las noches de mal tiempo pero aún así debían velar por su menor.Recordaron que en tiempos como este, Shōyo corría a su habitación con ojos llorosos y manos temblorosas, se refugiaba entre sus brazos mientras ellos lo calmaban cantándole una canción de cuna. Y esperaban pacientes a que se durmiera asegurándose de su bienestar.
Tal vez ya no tenía ese hábito y se encontraba descansando, pero debían asegurarse por si acaso.
Con la linterna de sus teléfonos en mano se dirigieron camino a la dirección de la que provenía ese apetecible aroma que emanaba a través de las aberturas de la puerta.
“No de nuevo”
Osamu corrió en busca de su madre, mientras que Atsumu quedó a medio pasillo con la cabeza gacha y respiración cortante.
—Mío
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𒆜Dᴇsᴛɪɴᴏ ᴅᴇ Tʀᴇs𒆜
Fanfic¿Podrán los lazos del destino ser más fuertes que el fraternal? ¿Ambos alfas lograrán resistir a sus deseos? ¿Quién será el primero en quebrar la brecha establecida desde su nacimiento? √Capítulos cortos √Faltas ortográficas tal vez √Redacción med...