꧁ᴥ︎︎︎𝑫𝒐𝒄𝒆ᴥ︎︎︎꧂

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Apenas entré al comedor el cuerpo se me paralizó, una ráfaga fragante a vainilla y jazmín me cubrió completamente. La corriente eléctrica recorriendo desde la coronilla hasta los pies hacía que se desencadenaran cortos espasmos en mi ser.

Todo a mi alrededor pareció oscurecerse. Los muebles, mis padres, la deliciosa cena reposada en la mesa... todo aquello se desvaneció. A mis ojos sólo estaban ellos, dos hombres apuestos de complexión robusta y cabellera teñida resplandecían a mi vista.

Bum bum bum.. los latidos del corazón resonaban en mis oídos, quizás ellos también llegaban a oírlos ya que me miraban con una sonrisa divertida en sus rostros. Di dos pasos al frente reteniendo la respiración, con la mano derecha estrujaba mi camisa a la altura del pecho. Algo no estaba bien.

Al dar el tercer paso, mis piernas perdieron su fuerza haciendo que cayera al suelo. Sentí la habitación tan caliente, el calor se apoderó de mi cuerpo haciendo que mi respiración se agitara, el sudor comenzaba a empaparme el rostro y parte de la ropa. 

¿Qué me estaba pasando? Entré en pánico al no poder tener dominio sobre mi, sentía náuseas y al mismo tiempo un deseo intenso. En uno de los intentos fallidos por levantarme algo se escurrió entre mis piernas.. un lugar que jamás pensé en tocarme pedía atención. Comencé a retorcerme en respuesta a las nuevas sensaciones. Ardor, dolor, espasmos, sonidos extraños y un deseo creciente se hacían presentes. El juicio me estaba abandonando y el caos en mi mente apuntaba a una sola palabra.

Pareja —dije aturdido a su dirección. Como si fuera por instinto ellos reaccionaron a mi llamado apresurándose hacía donde estaba.

El corazón latía con ferocidad amenazando con salirse de su pecho, la fiebre que lo envolvía y la fragancia de feromonas que lo sometía sin delicadeza. Su esencia desprendiendosé de su cuerpo con el fin de atraer su destino. La mezcla de aromas que los embriagaban haciendo que perdieran la cordura.

Su primer celo había llegado.

El encuentro desenfrenado de tres personas, ¿Familia?¿Hermanos? esas palabras siquiera tenían sentido en ésta situación.

Shōyo los miraba con ojos llorosos acercándose a él. Tan solo faltaban unos pasos para poder tocarlos pero antes de que acortaran la distancia fueron arrebatados de su vista.

Los brazos de su madre lo rodearon con fuerza, impidiendo todo contacto con aquellas dos personas que luchaban con el agarre de su padre. Quien a duras penas los retenía del cuello de sus trajes impidiendo todo acercamiento físico con el menor.

—Tranquilo bebé mamá está aquí —La mujer corrió a buscar algo del cajón del armario situado en la sala —Sentirás un leve pinchazo y todo estará bien —de regreso lo recostó por su hombro inyectándole el supresor de emengencia que tenía guardado.

—Ugh! —se quejó en respuesta a la acción.

Poco a poco su respiración se normalizaba, la cabeza aún le daba vueltas y el calor se desvanecia a paso de tortuga pero ya no le urgía el deseo de ser tocado por ellos.

Cansado y cubierto de sudor cerró sus ojos perdiendo el conocimiento. Su madre pasaba su mano por su frente quitando el cabello que se le había pegado.

Ambos alfas se calmaron al no sentir más las feromonas de melocotón que despedía su omega. Cayendo en cuenta de lo que estaban por hacer.

Después de cinco largos años al fin podríamos verlo nuevamente

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Después de cinco largos años al fin podríamos verlo nuevamente. Las videollamadas y mensajes que intercambiabamos no eran suficientes para saciar nuestro anhelo.

Verlo crecer, verlo sonreir, conocer nuevas personas, descubrir nuevos lugares y aprender de nuevas cosas.. eran hechos de los que no queríamos perdernos. Pero a causa de nuestros estudios tuvimos que abandonar el país alejándonos de su lado.

De igual manera todo tiene su recompensa, ahora estamos ansiosos a la espera de que baje de su habitación y nos podamos encontrar.

La adrenalina nos consumía, y el pasar de los minutos parecía una eternidad.

Tap..tap..tap escuchamos el sonido de sus pasos bajando las escaleras. Poniendo todos nuestros sentidos en alerta para recibirlo.

Parece haberse detenido cerca del comedor «¿Quizás se siente de la misma manera?» reímos por lo bajo ante este pensamiento, para él solo somos sus queridos "hermanos mayores". El solo decirlo es como una apuñalada en nuestra alma.

Una alegría desbordante surgió al verlo entrar por la puerta del comedor. Estaba un poco más alto, tan sólo un poco. Sus rizos naranjas seguían siendo tan alborotados como de costumbre, su pálida piel y sus músculos marcados a pesar de su delgadez. Era hermoso tal y como la última vez que lo vimos en persona.

El impulso de ir a abrazarlo tiritaba en nosotros y la sonrisa en nuestros rostros no se hizo esperar. Él es el sol de nuestro sistema.

Toda esa alegría se esfumó al ver su rostro distorsionarse de dolor al mismo instante que cayó rendido al suelo. Verlo sudando, con los ojos cubiertos de lágrimas quejándose por el ardor. Hizo que nuestros corazones se estrujaran.

Percibimos una fragancia dulce y agradable a melocotón proveniente de él. Era su celo, el celo de nuestro destinado.

Sus feromonas nos afectaron así como las nuestras a él. Por instinto habíamos liberado nuestras feromonas para cubrirlo con ellas.

La racionalidad ya no estaba con nosotros, al verlo mirándonos reconociendo que somos sus parejas, todo nuestro ser se movilizó hacia él.

Si no fuera por nuestro padre que nos detuvo a tiempo, ¿qué es lo que íbamos a hacer?.. ¿morderlo?¿tomarlo a la fuerza sumidos a nuestros instintos?. Lo más seguro es que sacaríamos a relucir los más profundos deseos que ocultamos.

Tan pronto como madre le inyectó el supresor, comenzamos a recuperar la cordura, con un pesar por no saber controlarnos siendo que somos los mayores.. pero realmente podíamos hacerlo?.

El lazo entre destinados es mucho más fuerte que cualquier otro, o por lo menos es lo que habían leído en varios libros sobre el segundo género.

Agradecieron internamente el hecho de que éste fuera el primer celo de Shōyo, siendo más leve la reacción entre ellos por su reencuentro.

Vieron como su padre cargó en sus brazos a su omega dormido para llevarlo a su habitación. El supresor dejaría de cumplir su efectividad en unas horas, y era mejor que él estuviera resguardado en un lugar cómodo ya que seguiría con una nueva oleada de calor.

Su madre les indicó que fueran a sentarse a la sala. Tendrían una armoniosa y extensa charla.

𒆜Dᴇsᴛɪɴᴏ ᴅᴇ Tʀᴇs𒆜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora