Capítulo 1

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4 de junio, 2021

—No me da el tiempo para las clases, las prácticas y, además, otro trabajo. Tampoco soy una máquina.

—Bueno, consíguete un sugar daddy que te pague las cosas y listo —dice divertida Natasha, mi mejor amiga.

—¡Hablo en serio! —me quejo y ríe.

—Bueno, no sé qué decirte... o sí —miro sus ojos cafés que me miran con precaución—. Tus padres...

—Sabes que no lo harán —la corto y frunce los labios sabiendo que es cierto.

—No lo sé, entonces, yo quisiera ayudarte... pero no llego a tanto...

Bufo y bebo de mi trago. Hace unas horas que llegamos al bar y estamos sentadas en la barra hablando.

—Sólo quiero pagar las clases, no quiero comprarme un yate, carajo.

—Bueno, cálmate, vamos a encontrar una solución —suspiro y pido otro trago—. Mientras te lo traen, voy al baño, ya regreso—agita su cabello rubio y lacio para dirigirse al baño, haciendo que, en el camino, muchos volteen a verla como siempre logra hacer Nat con su aura de grandeza y su belleza.

Me quedo sentada en la barra, reconociendo la canción que comienza a sonar.

Middle of the Night de Elley Duhé. La misma canción que estoy preparando en baile. Cierro los ojos un segundo, recordando cada uno de los movimientos y una sonrisa suave e involuntaria se me forma en los labios.

Pero un toque en mi hombro me devuelve a la realidad.

Abro los ojos y volteo a mi derecha, encontrándome de lleno con unos ojos negros y profundos que me dejan sin aliento.

—Hola —dice con voz grave y un poco seco.

—¿Hola? —pregunto un poco desconcertada.

Por un segundo no habla, como si se estuviese replanteando algo que no me dice. Hasta que carraspea su garganta y me extiende una mano.

—Soy Enzo Leone —dudo, viendo su mano mucho más grande que la mía, pero la tomo tratando de mostrar seguridad.

El frío de sus anillos me da un pequeño escalofrío, pero le sonrío.

—Ammbar Blake.

Por un segundo me ve confuso, como si me faltase decir algo que no sé.

Este hombre es raro...

Y atractivo.

Pero raro.

Quito mi mano de su áspero tacto y trato de no quitar mis ojos de los suyos.

Espero una palabra, frase, algo, ya que él me llamó. Pero nada sale.

—¿Necesitas algo?

Veo cómo su pecho se eleva en una gran respiración y esta vez sí lo dice.

—No pude evitar escuchar tu conversación con la otra mujer —abro mis ojos con sorpresa, pero lo ignora—. Te puedo ofrecer un trato.

—¿Un trato? —repito sin creer lo que está diciendo.

Asiente.

Me detengo a mirarlo. Va de camisa blanca de mangas largas, unos pantalones de vestir y unos zapatos que puedo jurar que valen más que todo mi clóset junto, puedo notar en sus muñecas que hay algunos tatuajes en sus brazos y en su cuello, pero no más.

Se nota que se ejercita, y vuelvo a ver su rostro. Sus ojos negros como su pelo, que lo lleva peinado hacia atrás sutilmente, me dan el mismo repaso que yo a él y creo imaginar que sonríe un poco de lado.

Sin Querer Queriendo (#1 Trilogía Tratos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora