Capítulo 11

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Maratón 3/4


25 de julio, 2021

Enzo:

—¿Por qué Ammbar no me contesta? —le pregunto a Natasha cuando responde la llamada.

—Está en la cama todavía —escucho que suspira—. Hoy es el cumpleaños del padre.

Mierda.

—¿Sabes de algo que ella siempre haya querido hacer?

—No sé a qué viene, pero... hace unos días me dijo que le encantaría volver a pasear en globo aerostático, ella sabe manejarlos.

Aclaro mi garganta y respondo antes de cortar.

—Gracias.

Me quedo viendo los papeles en el escritorio de la oficina de mi casa, pero en realidad no los leo, sólo pienso en lo que Natasha me acaba de decir.

Sabía que era dentro de poco, me lo dijo, pero no sabía que era hoy.

Maldigo y hago todo a un lado para tomar mi celular nuevamente y levantarme.

¿Qué haces?

No lo sé, sólo es un impulso.

—Felipe —digo y tarde me doy cuenta que interrumpí su conversación con Rosa—. Lo lamento, no sabía que estaban hablando.

—No pasa nada —dice este carraspeando su garganta y acomodando su saco—. ¿Necesita algo?

Lo pienso un segundo y termino negando.

—No, mejor voy yo solo. Que tengan buen día.

Voy al garaje y tomo las llaves de mi auto.

¿Que tengan buen día...?

No lo sé, sólo salió.


—Está en su cuarto —dice Natasha cuando abre la puerta y vuelve a la sala como si nada.

Cierro la puerta detrás de mí y voy directo al cuarto de Ammbar.

Estoy por entrar directamente, pero me detengo y suspiro cuando toco la puerta.

Nadie responde.

Vuelvo a tocar un poco más frustrado.

Nada.

A la mierda.

Entro y veo que está dormida, me acerco y noto que tiene los ojos un poco rojos e hinchados, eso no me gusta.

Me siento en la cama con cuidado, a su lado. Está abrazada a una almohada y sus labios entreabiertos dan suaves respiraciones.

Involuntariamente paso mis nudillos por su mejilla en una suave caricia y odiando verla así de triste.

Ammbar siempre tiene una sonrisa que dedicarte, siempre con buenas intenciones, educada y dulce. Detesto ver que lloró tanto que se durmió y sus ojos se hincharon.

Me dan ganas de averiguar quiénes son sus padres y exigirles que se disculpen. No sé por qué, pero que lo hagan.

Me levanto y hago una llamada rápida antes de volver a sentarme a su lado y moverla suavemente.

—Ammbar...

Se remueve y se voltea quejándose, la sábana se corre junto a ella dándome una buena vista de su culo sólo con unas bragas azules que me hacen retener la respiración y obligarme a mantenerme sereno.

Sin Querer Queriendo (#1 Trilogía Tratos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora