22. Breath play

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El golpeteo en la ventana le hizo despertar. Por un momento había olvidado que le estaba esperando. Se levantó enseguida, descalzo, en silencio.

Movió un poco la cortina para quitar el seguro de la ventana y la abrió. El otro chico entró en silencio, cuidadoso para evitar cualquier inconveniente.

El dueño de la habitación cerró bien la cortina, dejando abierta la ventana por cualquier situación que pudiera ocurrir.

En medio de la oscuridad, un par de brazos lo sujetaron por la cintura, empujándole hacia la cama para acorralarlo. Un leve murmullo viajo por los centímetros de distancia.

-¿Me extrañaste?- la voz seductora le hizo estremecer.

-¿Cómo no hacerlo?- contestó con una pregunta.

Los dos rieron como tontos antes de que se dieran un beso. Uno en dónde ambos se olvidaron del mundo. La ferocidad y pasión los consumió ese breve momento; las lenguas no querían rendirse ante la otra.

Xue Yang recordó algo demasiado importante como para dejarlo pasar.

-¿Tu tía se fue?- cuestionó sin dejar de besarlo.

-Sí, podemos hacer un poco de ruido - aseguró soltando una risa.

Sus labios volvieron a ser atacados, solo que en esa ocasión rodeó con los brazos el cuello del hombre y dejó que lo moviera como quisiera. Xue Yang lo tiró en la cama, consiguiendo un par de risas.

Abrió el par de piernas semi desnudas y se metió entre ellas. Xingchen dormía con una camiseta larga, a veces con shorts, algunas veces sin ellos. Y ese día era una de esas veces.

Así que teniendo todo eso a su disposición, lo tomó. Siguió besando a su chico, acariciando su cintura bajo la tela. Las piernas descubiertas fueron tocadas por todos lados, llenandose de rasguños rojizos.

El chasquido entre beso y beso, además de unos cuantos quejidos, componían la melodía de la habitación casi vacía. Xingchen siempre era ruidoso, no había forma en que guardara silencio.

Bueno, sí había. Xue Yang puso su mano en el cuello pálido para apretar un poco, lo suficiente para causar una sensación de asfixia, lo necesario para encender a Xingchen.

Este último tomó un poco de iniciativa, así que se retiró la ropa interior, lo único que cubría su entrepierna. El frío se deslizó por su piel, la presión en su garganta, los sonidos placenteros de Yang en medio del beso; todo ello hizo que su ser se sintiera tan ardiente como fuego.

-Tu piel se siente suave - murmuró él otro mientras su mano libre acarició el muslo ardiente.

-Follame - pidió al sentir aquella caricia ruda.

Xue Yang obedeció aunque algo dentro de él dijo que no lo hiciera, que rogara por ello. Lo cargó en pocos segundos, tan fácil, tan rápido, que creyó que Xingchen era de papel.

Este solo se sujetó del cuello para que lo moviera como quisiera. Una vez que su espalda chocó con algo se atrevió a abrir los ojos. Lo había puesto contra el suelo frío, solo lo separaba la delgada alfombra que su tía le compró un par de años antes.

-Te dije que mi tía no está - le recordó.

La única razón por la que tenían sexo en el suelo era porque su tía estaba al otro lado del pasillo, de esa forma no hacían demasiado ruido; y así salvaban a Xue Yang de ser perseguido y a Xingchen de ser castigado. Había cumplido la mayoría de edad, pero no por ello dejaba de ser castigado.

-Es por precaución, puede llegar en cualquier momento - comentó riéndose - La verdad, quiero hacerlo aquí ¿Podemos?- preguntó totalmente atento.

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