Advertencias: intento de suicidio, sexo con especies semi humanas.
Y un one shot largo.
*
El mar estaba igual de agitado como los días anteriores. Había visitado aquél lugar día tras días durante todo un mes.
En palabras suyas, la vida apestaba. No tenía alguna razón para seguir con ella, para que su corazón siguiera latiendo. Cada día en que se acercó a la orilla de aquél acantilado, dudó.
La tentación ahí estaba: un solo salto y posiblemente su vida se esfumaría junto al mar. Amaba el mar, los tonos azules que podía tener, la espuma que dejaba en la arena, las especies que vivían en él; todo ello era perfección.
Vivir, o morir ahí sería un privilegio.
Lo pensó por algunos minutos y ¿Qué más daba? No tenía una persona en la vida la cuál le extrañaría.
Miró a todos lados, buscando algo, esperando que nadie lo viera saltar y retrocedió, unos cuantos pasos, los suficientes que sirvieran de impulso. Entonces corrió.
Ya no había más cobardía, tal vez, la valentía que siempre estuvo oculta salió para que pudiera atreverse a acabar con su vida miserable.
Sus pies dejaron de tocar el suelo, su cuerpo estaba volando, o mejor dicho, cayendo. Había algunas rocas cerca de aquél acantilado, así que posiblemente caería ahí y por fin, podría cerrar los ojos para siempre. Sintió un último golpe, el impacto y entonces perdió la consciencia.
Creyó que había muerto, en serio tenía la esperanza de que sucediera. Sin embargo, volvió a abrir los ojos.
Una luz molesta le despertó. Se irguió casi enseguida ¿Era el cielo? ¿El infierno?
¿LA JODIDA PLAYA?
Se encontraba en una cueva poco conocida de la playa, una que en realidad nunca había sido explorada por humanos. Había un agujero en la parte superior, uno mediano.
–¡Maldita sea!– gritó mientras pataleaba y golpeaba la arena.
¿Hasta para ello era inútil?
Quería llorar, quería golpear algo, quería morirse, más que nunca en ese momento. Cuando pudo calmarse, abrazó sus rodillas y se tiró en la arena. Había un pequeño charco de mar, bueno, uno grande. Un poco de mar.
El tono verdoso le hizo saber que era profundo, posible estaba lleno de vegetación con la que podría enredarse al intentar salir. Ni siquiera tenía ganas de irse.
Podía morir ahí, al fin y al cabo nadie encontraría su cuerpo. Las aves sí podían entrar por aquél pequeño agujero, ellas podrían darse un festín. Seguía siendo una buena idea.
El agua comenzó a agitarse, pero no podía importarle menos. Ni siquiera le prestó atención, estaba muy enfocado en seguir llorando por su intento fallido.
–¿Porqué los humanos siempre intentan matarse ahí?– levantó la mirada solo para encontrarse con una persona muy extraña.
No iba a huir, pero notó la piel de su cintura que iba haciéndose más oscura conforme bajaba la mirada. Joder, eso no era un humano.
–Mierda– soltó antes de levantarse y correr hacia el fondo de la cueva.
No llegó muy lejos. Uno de sus pies fue jalado por algún tipo de cuerda. Cayó de cara al suelo. La cuerda que lo sostenía fue jalada hacia atrás, a su vez, él también retrocedió. Intentó sostenerse de algo, pero la arena solo provocó algunos raspones.

ESTÁS LEYENDO
Kinktober
FanficComo su nombre lo dice: prepárense para leer puro smut/lemon del XueXiao