5. Knifeplay

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Advertencias: navajas.

*

Xiao Xingchen sabía que algo dentro de él estaba mal, demasiado. Un cultivador como él no debía de tener ese tipo de... Gustos.

Ni tampoco escaparse de las posadas dónde dormía con Song Lan. Sabía que podía mentir y decirle que iría a otros lugares pero también sabía que era terrible mintiendo.

Así que prefería seguir ese juego. Salir por la ventana, esconderse de la mayor parte de almas (además de cubrir su rostro) y caminar hasta el lugar de encuentro.

Era más de media noche. Debía estar ahí. Levantó un poco de la capucha que cubría su cabeza para mirar bien a su alrededor. Lo encontró sentado afuera de un hogar pequeño. Caminó silencioso hasta estar frente a él. El más joven se levantó e intentó quitarle la capucha, un juego tan recurrente que ahora parecía divertido, tanto que Xingchen soltó una risa bajita.

–Daozhang Xiao ¿Quieres que nos atrapen?– preguntó a su oído.

Xiao Xingchen negó tragandose su risa, solo que se encontró con un problema. Xue Yang lo tomó por la cintura para provocarle cosquillas. De esa forma sería mucho más difícil guardar silencio porque su risa era escandalosa y porque le encantaba que Xue Yang se portara así.

Desde que se conocieron, desde ese momento supo que algo de aquél delincuente era demasiado atractivo. No supo si fue su sonrisa, el par de colmillos largos, su risa, sus ojos llenos de locura, su cinismo o el hecho de que sus manos estuvieran llenas de sangre.

Sabía que no había nada bueno en sentirse atraído por él. De hecho había sido toda una lucha interna no sucumbir ante sus deseos. Había crecido con una autorregulación estricta, sabiendo que su propósito era hacer el bien y dejarse llevar por los placeres era una distracción para su propósito.

Pero luego de estar en Lanling, de haber escuchado la promesa de Xue Yang y de encontrarlo unos días algo dentro de él se rompió. Sabía que su maestra estaría decepcionada.

Aún más si lo viera ahí, afuera de un hogar tranquilo, jugando con un criminal en la noche para comenzar un tipo de juego previo.

El dueño de aquella casa salió unos minutos después, harto del ruido que hacían. Cómo era de esperarse, Xue Yang sacó la pequeña navaja con la que siempre negociaba con la gente. Xiao Xingchen era capaz de acostarse con un criminal, pero no era capaz de presenciar un asesinato.

Agradeció tener el rostro cubierto, así nadie lo reconocería cómo el cómplice del criminal. Jaló la mano del más bajó y corrió hacia la zona boscosa, ahí donde solo los animales y la luna podrían observarlos.

–¿Cálmate, sí? El hombre solo quería dormir – pidió con voz suave.

En respuesta, Yang le quitó la capucha, arranco el pañuelo que cubría su nariz y boca para luego aventarlo contra un árbol. Acercó la navaja al cuello pálido para amenazarlo también, pero Xiao Xingchen había dejado de sentir miedo.

–No hagas eso, quítala – solicitó casi susurrando.

–¿Qué? ¿Ahora sí temes por tu vida?– cuestionó irónico, enojado, mientras acercaba más el lado filoso a la piel suave.

Xiao Xingchen se limitó a negar con la poca movilidad que tenía sin lastimarse. Su único remedio fue quitar el cinturón de la capucha, dejarla caer junto a la única túnica que vestía. Un pantalón gris fue lo que evitó que quedará totalmente desnudo.

Ejerciendo un poco de fuerza movió la mano en su cuello. Acercó la navaja a su rostro, sacó la lengua y lamió todo el metal no filoso. Sabía que estaba mal, aquella navaja tenía sangre de distintos inocentes seguramente. Aunque tal vez eso lo hacía mejor. Había estado esperando por ello demasiado tiempo.

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