30 drabbles y viñetas para Defteros

18. Impulsos

18. Impulsos

No se ayudó de sus ásperas manos para afianzar el rostro de Asmita.

Sencillamente le abordó siguiendo esos impulsos que le exigían conocer el tacto de otros labios, sin saber cómo y sin siquiera esperar un rechazo.

Un automático rechazo que Virgo ejerció en defensa propia, materializándose en dos manos sobre los hombros del gemelo, ejerciendo la suficiente fuerza para recuperar un espacio personal más imprescindible que nunca.

Defteros se apartó sintiendo el apresurado latir del corazón retumbando por todo su ser.

Asmita se rozó los labios con la yema de sus dedos, incapaz de hacer nada ante la pérdida total del control de su respiración.

Ambos estaban perdidos y estupefactos ante lo que acababa de suceder, y ninguno de los dos halló las palabras que definieran el cúmulo de emociones y sensaciones que estaban experimentando.

"¿Por qué has hecho...ésto " balbuceó Asmita pasados unos segundos, enfureciéndose consigo mismo por sentir ganas de afianzarse a las ropas de Defteros y atraerlo otra vez hacia sí.

Un encogimiento de hombros que no vio fue la primera reacción que escapó de Defteros, seguido de un sincero "Porqué quise...", pronunciado con un hilillo de voz que tal vez pretendía excusarse antes de recibir la reprimenda por su atrevimiento. Las mejillas de ardían de vergüenza, pero no estaban solas. El rostro de Asmita también había tomado un color que le insuflaba vida, aunque sus labios hubieran enmudecido de nuevo.

Por primera vez en mucho tiempo, el silencio que se asentó entre los dos se tornó incómodo y tenso. Algo fallaba, y Defteros supo que el error en todo éso era él.

Él y sus raros impulsos.

Él y sus ganas de encontrar las respuestas a muchas sensaciones sin nombre.

Él y sus desvaríos a la hora de necesitar desnudar y degustar a Asmita de todas las formas que creía posibles.

Pero estaba claro que Asmita viajaba muy lejos de todas sus fantasías carnales y sensoriales...Era un Caballero de Oro reservado y entregado a un mundo espiritual donde parecía que la diosa Athena no tenía cabida.

Y si la diosa a la que supuestamente había jurado lealtad parecía importarle un comino...¿quién se creía él para pretender ser algo especial en la vida de Virgo?

Defteros sacudió la cabeza con la intención de quitarse de encima tanta sandez y desaparecer de allí, como hacía cada vez que vivía alguna escena desagradable o incómoda.

Pero no pudo.

Una mano se asió en su muñeca antes que pudiera huir y el sonido de una voz extrañamente frágil le desbocó el corazón de nuevo.

"No te vayas...quiero que...quiero que lo hagas otra vez..."