16. Fastidiar

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16. Fastidiar

Desde que su proximidad con el Caballero del Sexto Templo se había estrechado un poco más, eran pocas las horas que Defteros pasaba fuera de ahí. Y cuando estaba cobijado por esas sombras perennes que no necesitaban de antorchas que las difuminaran, se había empeñado en poner en práctica su nueva distracción: fastidiar a Asmita mientras éste meditaba, o según su parecer, mientras dormía en una posición bastante incómoda mientras fingía meditar.

Hacerlo se había convertido en una especie de juego que se desarrollaba en terreno peligroso, dado que este pasatiempo aparecía en una frontera que no definía muy claramente la zona del enfado o el área de la resignada aceptación. Hallar complicidad y respuesta era algo más complicado aún, pero Defteros se contentaba con obtener un poco de diversión a costa del joven hindú, siempre tan serio, tan sereno e imperturbable.

La última idea venía acompañada de una pluma de ala de gaviota que Defteros había hallado en la playa cercana. Acariciar la nariz de Asmita o pasearla por sus orejas ya valía la pena sólo por ver cómo su pálido rostro cobraba vida, sembrándose de pequeñas contracciones musculares o leves fruncimientos de cejas que el suave tacto iba dejando a su paso.

Conseguir un estornudo era ya una meta quizás un tanto excesiva, pero Defteros no perdía la ilusión. Como tampoco renunciaba al placer que le suponía ver los rubios vellos del antebrazo de Asmita erizarse sin remedio, o tentar algún espasmo involuntario al deslizarse por la planta del desnudo pie que le quedaba más a mano.

Pero no...Virgo parecía poseer la sensibilidad de una piedra si se lo proponía, por mucho que no pudiera evitar ciertas reacciones de su cuerpo,tan divertidas como seductoras. Únicamente pareció ceder de verdad cuando el dedo pulgar del pie se replegó sobre sí mismo, y allí Defteros se recreó un rato, hasta que decidió subir otra vez por el cuello, pasear el agradable toque de la pluma por debajo del lóbulo de la oreja, barriendo las lisas hebras de cabello rubio que se desparramaban por esa zona.

Estaba resultando divertido, no podía negarlo, hasta que dejó de serlo.

Si Asmita tenía un don era el de joder sus buenos momentos, y en esa ocasión no podía ser distinto.

Lo supo cuando Virgo inspiró sonoramente para ipso facto dejar escapar el aire por su nariz con fuerza. La pluma descendió hasta quedar reposando sobre su muslo mientras seguía arrodillado al lado de Asmita, y fue entonces cuando la voz del hindú, directa y desnuda de falsedad, no medió la profundad de las heridas que esta vez iba a dejar.

"Si en vez de fastidiarme a mí te dedicaras a ti, tal vez no deberías esperar a que Aspros cumpla lo que en su mente ya no tiene lugar"

Defteros se mordió la rabia, estrujó la pluma en su puño, la lanzó al suelo de frío mármol y se fue agarrando su máscara para colocársela con gestos bruscos al tiempo que abandonaba la protección de ese templo.

El juego se le había torcido, y el fastidio ardiendo en el estómago le empujaba a huir con prisas por el camino agreste y trasero de Santuario, mientras en Virgo quedaba la esperanza que sus ataques obtuvieran algo más que cólera y la estúpida promesa de no regresar más, siempre caduca aunque no por éso menos dolorosa.

30 drabbles y viñetas para DefterosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora