3. Vergüenza

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3. Vergüenza

Le había ocurrido. Otra vez. Y lo que más le perturbaba...sin saber a cuento de qué.

Sólo sabía que cuando pasaba, se sentía bien...Demasiado bien.

Pero en esta ocasión estaba siendo distinto. No se trataba de la agradable sensación entre sueños, que normalmente culminaba con una viscosa humedad impregnando sus calzones...no.

Esta vez despertó yaciendo tumbado boca abajo sobre el jergón de paja, restregando sus caderas contra él. Sintiendo cómo su pene cada vez se tornaba más grande y duro. Constatando que cuanto más ahínco ponía en cada nueva fricción, más y más adictivo se volvía ese placentero hormigueo que le recorría el cuerpo. Defteros seguía frotando su azorada entrepierna contra el amasijo de sábanas que se había arremolinado bajo los bruscos vaivenes. Algo en sus instintos le dictaba que no se detuviera, y que en su lugar se moviera aún con más ganas, presionando más y más el hinchado pene. Y fue entonces cuando ocurrió...Los nervios de su cuerpo se tensaron y una inmensa ráfaga de bienestar le recorrió todas las celulas de su cuerpo, naciendo en la punta de los pies, subiéndole por las piernas y liberándose en una abundante eyaculación que le humedeció los raídos pantalones al instante.

La alterada respiración colisionaba contra el cuero de la máscara, proporcionándole una añadida sensación de mareo a aquello que no sabía lo que era, pero que le gustaba sobremanera. Con torpeza se sentó sobre el desordenado colchón y sumiéndose en una terrible confusión observó la delatora mancha de humedad. Con manos temblorosas deshizo el lazo que sujetaba la cintura de sus pantalones, y sin pensarlo demasiado apartó un poco la tela.

Y ahí estaba el adolescente miembro aún palpitando después de la sacudida de su primer consciente orgasmo, el semen recién expulsado empapando la prenda y mezclándose con la escasez de vello púbico y su mirada recalando en toda la escena desatada en su bajo vientre.

Defteros quería saber qué le sucedía, por qué y lo más bochornoso, el motivo por el que anhelaba repetirlo.

Aunque al acabar, una secreta vergüenza encendiera sus mejillas.

30 drabbles y viñetas para DefterosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora