30 drabbles y viñetas para Defteros

24. Eliminar

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Aún no sabía por qué se había llevado consigo los despojos de ese inmundo bozal.

Habría sido más sencillo dejar que se pudrieran ahí, en la Sala del Patriarca.

Hubiera sido mejor marcharse sin nada más a cuestas que la culpa de haber asesinado a su propio gemelo; ese gusano ya era suficiente para sentir cómo día tras día se iba comiendo los pocos sentimientos que aún pudieran quedar dentro de él.

Sin embargo, Defteros también se llevó consigo unas justificaciones que le desgajaron su propio corazón. La visión de unas lágrimas brotando de esos ojos que siempre le fueron velados y una voz quebrada, casi suplicándole un perdón que nadie, absolutamente nadie, se merecía.

Muchas cosas podrían haber sido distintas eligiendo tan sólo otros senderos para vadear el destino, pero por mucho que intentara olvidar, el pasado ya era inamovible y los recuerdos que en éste se habían esculpido, despiadados.

Y ahora se encontraba allí, como cada día desde ese día, sentado sobre las ardientes rocas, con los pies bañándose en lava y los restos de la máscara estrujándose entre sus manos. Los dedos acariciaban el metal oxidado, leyendo todo el dolor que durante años se había acumulado en cada centímetro de esa humillación. Leían como sólo Virgo había sabido hacerlo con su piel, y entonces se odiaba aún más...

Se odiaba porque no hallaba la forma de dejar de ver a Asmita en cada uno de sus pensamientos.

Se detestaba por haberle arrebatado la vida al único que de alguna forma le completaba.

Se aborrecía por seguir sintiéndose indigno incluso del miedo que sembraba entre los habitantes de Kanon; un miedo con el que deseaba poder alimentar al ogro que pretendía ser, y al que cada noche seguía dejando hambriento.

Y se maldecía por no haber tenido nunca el coraje de quitarse la máscara, mirarla a los ojos y reducirla a cenizas con tan sólo las ganas de hacerlo.

Hubiese sido tan fácil ser un poco valiente...

Sabía que serlo ahora no cambiaría nada, pero debía hacerlo...alzar su mano derecha con la palma hacia el cielo cubierto de humo, la máscara reposando en ella y al fin, mirarla. De frente y con rabia. Fijamente y con la sensación de comenzar a apreciar su imagen velada por esas repugnantes lágrimas que no le dejaban secar el alma.

Tan sólo debía pensarlo. Querer hacerlo. Reducirla a nada...

Y entonces lo hizo. Cerró los ojos con fuerza, notó cómo sus mejillas ardían al paso de su estúpida emoción y dejó que pasara...Que todo el resentimiento que corría por sus venas se juntara en su diestra y emergiera por cada surco de su piel curtida y áspera.

Los restos de metal y de cuero hediondo de sangre se carbonizaron al instante, dejando una figura efímera de cenizas que se derrumbó y escurrió entre sus dedos, hasta caer en ese pozo de magma.

Apenas unos segundos le habían bastado para eliminar a la responsable de su inexistencia como humano.

Pero...¿cuánto más le bastaría para borrar todo lo que aún dolía dentro de sí?