Capítulo 7 Carnada

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Katana estampó a Misuki contra el suelo de un movimiento ágil y violento. Sobre ella, inmovilizando y cubriendo su boca, inspeccionó usando su Sharingan, la amplia habitación de su captor en busca de cualquier trampa. Si quería salir de ahí necesitaba ser cuidadosa. Cuando vio que no había nada amenazante ante ellas, descubrió la boca de la joven aterrorizada, quien boca abajo miró aquellos ojos infernales observarla desde lo alto.

—No te voy a matar, si me ayudas a salir de aquí. Dime cuántos guardias custodian los muros y dónde están ubicados.

Misuki no tuvo de otra que ayudar al enemigo, de quien no tuvo idea que se tratase de un Uchiha. Haciendo a un lado las consecuencias de ayudar al enemigo, accedió a llevar a Kanata como si fuera un buen trozo de madera para el fuego. Jutsu de trasformación fue la técnica que aplicó Katana, claro que con una advertencia.

—Si haces cualquier señal sospechosa, ambas vamos a morir. No juegues conmigo, niña tonta.

Los Senju que cruzaron en el camino de la joven Misuki y de su preciado tronco de madera, no se percataron que en sus manos llevaba al enemigo. Todo se dio de lo más natural hasta llegar a un punto ciego de la fortaleza. Sudada de los nervios, la joven Senju susurró al tronco que habían llegado al punto que prometió llevarla. Katana rápido deshizo el Jutsu de Trasformación, y apareció como fue descubierta, con un simple haori y bragas.

—Bien hecho, niña. Ahora vete por donde llegaste, y pobre de ti que grites que he escapado, si lo haces, cuando volvamos a encontrarnos serás la carnada de mi invocación.

Mitsuki estremeció y asintió con la cabeza. Katana dio un saltó, y cuando cruzó el muro, un portero sintió el chakra del enemigo.

En las próximas dos horas, Katana se trasladó lo más rápido posible. Al principio sus piernas sufrieron calambres insoportables por la falta de ejercicio del último mes, pero logró dejar atrás a dos porteros del clan Senju. Cuando por fin se vio libre de cualquier amenaza, se detuvo a tomar un fuerte bocado de aire y a descansar. Mientras corría por el bosque de la muerte no tomó en cuenta que iba casi desnuda, se percató de ello después de descansar unos minutos. El ardor en su espalda le recordó una valiosa cosa antes de volver con los suyos, debía alimentar a su mártir.

Dejando de lado su preciado clan y que fue secuestrada por Senju Tobirama, rastreó a una kunoichi yendo en dirección opuesta. Supo que se trataba de una kunoichi por sus movimientos ágiles y suaves dentro del oscuro bosque. Necesitaba robarle su vestimenta y armas antes de entrar al pantano de las Anacondas.

Como no había tiempo para acechar a su presa tuvo que ser rápida. Fue tras ella, pero al darse cuenta que se trataba de una kunoichi del clan Hyuga, tuvo que ser cautelosa.

—Hyuga Aiko, espero no seas tú...

Hyuga Aiko, había sido la responsable de aquella noche inolvidable cuando cayó en el pantano de las Anacondas. Katana estaba a pocos metros de aniquilar a su archienemiga, pero desafortunadamente cometió un gran error, piso donde no debía, cayendo a los turbios pantanos donde leyendas oscuras provenían. Desde aquella vez nunca más volvió a toparse con la rama secundaria del clan Hyuga.

Katana no estaba lista en su actual estado de confrontar a una kunoichi como de la talla de Aiko, por ello dudo si ir tras la kunoichi o esperar otra presa. Sin embargo, cuando estaba por sentarse a descansar y a esperar, el tatuaje detrás de su espalda ardió como mil demonios, y no solo ello, un asqueroso aroma provino de aquel tatuaje de su mártir. Si no le daba de comer, dos cosas horribles iban a sucederle.

Dejando atrás la posibilidad de perder ante Aiko, fue tras la kunoichi. Cuán fue su sorpresa al encontrarse cara a cara con otra joven kunoichi Hyuga, una inferior a ella.

Los Pantanos De Las Anacondas (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora