17. Sorprenderse queda corto.

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Me desperté aturdida, me encontraba recostada en una cama. ¿Qué hacía aquí? ¿En dónde estaba? Me incorporé en la cama lentamente, y busqué una manera de salir de ahí.
La habitación era pequeña, tenía el piso de madera, y no tenía ninguna decoración, ni siquiera había un foco. Lo único que alumbraba la estancia era una pequeña ventana que había a mi lado derecho.
Me levanté de la cama y me asomé por la ventana.
Logré ver a una persona. Me levanté de puntillas para ver mejor.
Era una persona de cabello oscuro y ojos cafés... Podría jurar haber visto ese rostro antes.

Empecé a dar toques en la ventana con mi puño para que la persona me escuchara, pero todo fue en vano. Me senté en la cama y suspiré.

Minutos después de estar en la cama, volví a mirar por la ventana. La ventana era pequeña, más no demasiado. Si la rompía, tal vez podría pasar por ahí.

Me paré y me acosté en el suelo para poder ver debajo de la cama. No se veía nada, todo era oscuro. Estiré mi mano torpemente dando toques e el suelo en busca de algo, la mano me ardió en una de los toque que hice. Retrocedí la mano y la miré: tenía rastros de sangre. Me mordí el labio, me había cortado. Volví a meter la mano, ahora cuidadosamente, y la arrastré en busca de lo que me había cortado. Y ahí fue cuando sentí algo, lo tomé y lo saqué para poder verlo mejor: era una pirámide de cristal, y tenía la punta color rojo.
Fruncí el ceño y limpié cuidadosamente el aparato. Sonreí satisfecha, y me levanté con el aparato en la mano. Me puse de puntillas y respiré profundamente, tomé el aparato con fuerza en mis manos y lancé el brazo hacia adelante con los ojos cerrados.
Escuché el cristal romperse y abrí los ojos. Había un pequeño agujero en la ventanilla. Voltee precavida a la puerta y no vi ningún movimiento. Suspiré y empecé a rascar el cristal con el aparato hasta que logré hacer el espacio suficiente para que cupiera.

Me asomé a la puerta y esperé 5 segundos para no ver movimiento alguno. Todo estaba totalmente tranquilo al transcurrir esos segundos, y posé mis manos en la ventana. Puse todo mi peso en ellas y me impulsé con el movimiento de mis pies para poder subir. Cuando lo logré, atravesé con cuidado el cristal y salí. Me asomé por la ventana: el suelo estaba a cinco pisos de altura, me encontraba en el sexto piso.

Me alteré lo suficiente y retrocedí. Tomé aire profundamente y traté de normalizar mi respiración. Me volví a asomar por la ventana y busqué alguna alternativa para bajar. Suspiré aliviada cuando a mi derecha me encontré con una escalera.
Posé una mano cuidadosamente en ella y un peldaño se rompió, perdí y el equilibrio y estuve a punto de caer, me tomé con fuerza a la ventana y traté de no mirar al suelo.

Después de un momento de pensar las cosas, tomé una decisión: iba a saltar a la escalera y bajar rápidamente sin mirar al suelo.
Me preparé mentalmente, y lo hice: salté a la escalera y bajé peldaños rápidamente,
Uno de los peldaños se rompió y me tomé con fuerza al peldaño en el que tenía los brazos, grité. Moví las piernas rápidamente tratando de encontrar el otro peldaño.
Mi respiración se empezó a agitar, y el peldaño del que me sostenía crujió. Grité y cerré los ojos con fuerza.
El peldaño se rompió y agité las manos torpemente buscando algo de que sostenerme. Grité de nuevo, y sentí el aire pasar entre el espacio de mis dedos el cabello chocar contra mi rostro.
Abrí los ojos y vi la ventana por la que había caído, y aproximadamente 4 pisos abajo me encontraba, ahora 5... Solo me faltaba 1 para llegar al suelo.
Cerré los ojos con fuerza y como pude me hice un ovillo.

Pero, sin más, me detuve en seco.

Abrí los ojos lentamente y comprobé que estaba viva y que ya no estaba cayendo.
Me retiré el cabello de la cara asustada, y estaba apunto de levantarme, pero unos brazos me sostuvieron con fuerza.
Me tensé.

- ¿Qui-Quién eres? -pregunté nerviosa.

- Shh. -me calló- Tranquila ¿Cómo te llamas?

- Bro-Brooklyn -respondí tímida.

Me bajó cuidadosamente y me puse de pie. Me sostuvo de la cadera y lo miré a los ojos. Podría jurar haberlo visto antes.
Estaba a punto de preguntarle su nombre cuando un grito nos interrumpió.

- ¡ALÉJATE DE ELLA! -volteamos a ver la dirección de aquel grito, y había un señor de pie. Traía una pistola en las manos y una mascara negra en el rostro. Abrí mis ojos como platos e instintivamente forcé mi agarre en el chico que me estaba sosteniendo de la cadera. Sentí como el chico me sostenía con fuerza, y con un simple movimiento me colocó detrás de él.

Todo pasó demasiado rápido. El señor de la mascara se acercó y le plantó un golpe en la cara al chico que estaba delante mío. Este se incorporó rápidamente y con un golpe en el brazo lanzó la pistola lejos de él. Corrí en busca de la pistola pero el señor se acercó a mí y me tomó de los hombros, lo cual me inmovilizó los brazos. Patee la pistola lo más lejos que pude, y le plante una patada al señor en su entrepierna. Me aleje de él pero este se acercó a mí.

- ¡ALÉJATE DE MI! -grité asustada y él optó una pose rígida.

- No se que he hecho para que me trates así. -contestó con voz grave y amargamente.

- ¡HAZ APARECIDO EN MI VIDA, JODER! -grité con fuerza- ¿No sabes que haz hecho para que trate así? Maldita sea, me querías matar. Estuve a punto de morir por tú culpa. Eres un asco de persona -las lágrimas amenazaban por salir de mis ojos pero me obligué a contenerlas- Solo... Aléjate. -el chico que estaba conmigo se acercó por detrás y le plantó una patada en la espalda, lo cual lo dejó sin aire.

El chico me tomó de la muñeca y me obligó a correr lejos de ahí. Me condujo a un coche y de ahí avanzó rápidamente sin pensarlo dos veces.
Me sostuve fuertemente a los costados del auto, y grité cuando pasamos por arriba de un bache.

Ya estando lo suficientemente alejados de donde estábamos anteriormente, el chico bajó la velocidad del automóvil y se orilló.
Los dos teníamos la respiración agitada.

Él fue el primero en hablar:
- Brooklyn ¿eh? -preguntó mientras tomaba aire.

- Sí. -respondí cansada.- ¿Cuál es tu nombre?

- Tyler -respondió con una sonrisa y extendió la mano.- Estoy seguro de que no hay muchas Brooklyn en esta ciudad, por lo tanto podría jurar que te apellidas Pierce. -dijo en un tono esperanzado.

Lo miré asombrada.

- Sí, soy Brooklyn Pierce. -contesté confundida.

Vi como el chico sonreía satisfecho, y me veía de una manera tierna.

- Un gusto conocerte, mi querida hermana. -dijo mientras dirigía su mirada al frente con una sonrisa, y ponía el auto en marcha.

"Un pasado que nos une"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora