Lobos y cazadores

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— Así que era verdad...  Ese miserable corrió hacia el clan Muto— habló al aire mientras miraba su fría copa de cristal media vacía de vino.— ¿Siguieron a esas bolas de pelo?

— Si, my lady. Fué así que dimos con él. Tal como usted predijo, él los fue a buscar al bosque.

— Un instinto maternal es muy poderoso. Y aprovecharemos esa ventaja.— miró al líder del escuadrón Golden blood.— quiero que traigas a tu mejor arquero.

— ¿My lady?— cuestionó confundido.

— Confía en mí. Harás sufrir a Yugi. ¿Eso es lo que quiere tu líder no?.

— Más que nada. Vengar a su padre y su hermano es lo único que le importa.

— Bien. Entonces hazlo. Quiero a tu mejor arquero aquí al amanecer.

El hombre hizo una reverencia y se marchó de la sala del trono. En el camino a la salida cruzó miradas con cierto rubio que entraba en dirección a la líder con dos guardias, uno a cada lado.

— Volviste— habló la mujer sin interés alguno.— ¿Que tal la misión?

— Se cumplió sin problema. La manada Moon Dancer fue eliminada por completo.

— Maravilloso.— se levantó de su trono y avanzó hacia un mapa colocado en la pared detrás de ella— Nuevo territorio conquistado— afirmó mientras colocaba una X roja en el sitio donde geográficamente se ubicó alguna vez la manada recientemente destruida.— ¿No es fantástico?

— Es gratificante ver qué nuestros dominios son cada vez más grandes— respondió con poco interés— Líder...—llamó la atención de la mujer— me enteré que la guerra contra los Muto estalló en mi ausencia.

— Ah, eso.— tomó asiento de nuevo en su trono— Así es. Tu maldito primo nos traicionó. Aunque creí darle su merecido a ese hijo de loba...— señaló un corazón dentro de una caja de cristal.

— E-Es...— preguntó algo temeroso de la respuesta.

— Eso quisiera. Pero no. Yugi se largó en cuanto tuvo la oportunidad. Ahora pelea para los Muto junto a su hermana y a esa...—apretó los dientes— estúpida hechicera rubia.— azotó su puño contra el descansa brazos de su trono— Sin embargo, en cuanto me enteré de su traición mandé matarlo y que me trajeran su corazón. Pero ese maldito Alfa-cazador de Jaden... ¡Me traicionó!— arrojó el primer objeto que tomó contra la caja de cristal.— Ustedes dos, limpien ese desastre— ordenó a los guardias que acompañaban a Raphael quienes obedecieron sin protestar.— Ya no puedo confiar en nadie más que en ti.— lo miró— Por eso, te haré un encargo especial.

— ¿A quien debo matar?— preguntó con seriedad.— ¿a Yugi?

— No, no. De ese bastardo ya me encargaré yo. Tú por otro lado, tendrás la tarea de asesinar a Jaden y a su acompañante con quién estoy segura lo encontrarás en algún sitio cerca o incluso dentro del campamento Muto.

— Finalmente le dio su libertad...

— Ingenuamente lo hice creyendo que había cumplido su deber. Pero no lo hizo, y tiene que pagar. Hace tres días que se fue de aquí. Si no los encuentras dónde especulé, no andarán muy lejos. Sobretodo si van a paso del cazador. El pobrecito... Tan débil— se burló— Encuéntralos y elimina a esa escoria de mis dominios.

—... Como desee...— hizo una reverencia y se dió la vuelta listo para partir.

— Y Raphael...— el chico frenó— Yugi en quién tenía mis expectativas muy altas logró decepcionarme... De tí no espero nada y nunca lo haré... Aún así, no me decepciones.

Los hermanos MutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora