Primer ataque

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— ¿¡Dónde está!?— preguntó furiosa haciendo que el eco de su voz retumbara por toda la habitación.

Como de costumbre, Yugi se había escapado del palacio y había burlado a los guardias desaparecido entre los arbustos y matorrales.

— No lo sabemos. Siempre lo perdemos cuando cruza el arroyo.

— ¡Son unos inútiles!. Quizás sus cabezas sean más útiles colgadas en la pared.

Hoy era especial. El sello que impedía cruzar de un lado al otro se había roto y eso le preocupaba. Si uno de sus enemigos deshacía lo que había hecho con Yugi... Sería su perdición.
Podía bastar un simple recuerdo para que la estabilidad que había forjado en la cabeza de Yugi se rompiera.

Había trabajado durante estos 12 años para que el chico creyera que sus hermanos eran los verdaderos enemigos y no iba a permitir que nadie arruinara eso.

— ¡Mi señora!— interrumpió estruendosamente un sirviente entrando sin permiso a la gran sala del trono donde la malvada mujer se encontraba sentada— Los exploradores volvieron...— su respiración era entrecortada y se le dificultaba hablar debido a la gran rapidez con la que había corrido— Están a un kilómetro de la cascada.

— ¿Les damos la bienvenida, mi señora?

— No. Dejemos que exploren el terreno.

— ¿Eso no les dará ventaja?

— Tal vez pero la van a necesitar. Además quiero recibirlos de la mejor manera. Recuerden que son nuestros invitados.

— ¿Cuándo atacamos entonces?

— Ésta noche. Cuando todos estén dormidos y los 5 hermanos estén indefensos.

— Y ¿Qué hay del sexto hermano?— preguntó Rafael.

La mujer de largas túnicas, piel pálida, ojos aquamarina y cabellera azabache miró seriamente al chico rubio y oji-esmeralda que ahí se encontraba.
Aquel niño que alguna vez la liberó se había convertido en un hombre corpulento y despiadado. Su semblante había dejado de ser infantil y ahora se encontraba todo un guerrero frente a ella.

— Dejen nos solos— ordenó al resto de personas que ahí se encontraban.

A excepción de los guardias, todos salieron de la sala quedando solo Rafael frente a ella.

— ¿No crees que sea una amenaza?

— ¿Yugi? Por favor, lo he entrenado bien. Su lado cazador ha salido a la luz. Después de todo, tiene sangre cazadora.

— Entonces... ¿Él dirigirá el primer grupo?

— Así es. Conociéndolo ya está estudiando a su presa. Cosa que tú también deberías hacer— reprochó.

— ¿Y si falla esta noche?

— Para eso estás tú.— le respondió con fastidio— Si él falla tú estarás tras él. Pero si tú fallas, tu cabeza colgará de mi pared. ¿Te quedó claro?

— ¿Cómo es posible que le tengas más aprecio a ese bastardo? ¡Él es hijo del enemigo y yo fuí quién te liberó aquella noche hace 12 años!

— ¡Pero él es mí familia!...— Rafael solo chasqueó la lengua— Te recuerdo que Yugi es mi nieto y tú su sirviente. Más te vale tener eso en claro.

— Yo también soy tu familia...

— Pero tú mataste a mi hija.— reprochó con frialdad.

— Te liberé aquella noche... Creí que con eso...

Los hermanos MutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora