Prólogo

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— Te reto a cruzar la cascada.

—No es correcto.

—¿Qué? ¿Tienes miedo?

—¡Yo no le temo a nada, Rafael!

—Entonces cruza conmigo.

Aquel niño rubio cruzó la cascada de un solo salto, logrando caer de pie sobre el otro lado.

—Yami, no lo hagas. Sabes que no se debe ir más allá de la cascada.

—Bah, esas son patrañas de los adultos para que no nos divertamos. ¿Van a cruzar o qué?

Yami miró a Yugi y después a Rafael.
Avanzó hacia la orilla de la roca en la que estaba parado listo para saltar. Miró hacia abajo donde la cascada terminaba y después miró el otro lado donde Rafael se encontraba.

—Vámonos Yugi.

El tricolor suspiró de alivio. Dió media vuelta seguido por Yami.

—¿Con 8 años y tienes miedo? ¡Eres un cobarde, Yami Muto!

Eso lo enfureció y Yugi lo sabía. Miró hacia atrás para cerciorarse que Yami no hiciera una locura pero era tarde.

—¡Yami, no!

Yami había saltado.

Pero justo al momento de saltar, sintió como una mano lo jaló con fuerza, brusquedad y sin pensarlo, trayendo de nuevo al lado "correcto" de la cascada.
Debido a la brusquedad, Yami fué arrojado al suelo, lo que le provocó un par de golpes.

—¿¡En qué diablos estabas pensando!? ¡No sé cruza la cascada y lo sabes perfectamente, Yami!

Después de reincorporarse pero aún estando en el suelo, Yami miró con seriedad a Atem, quién de la nada había aparecido y lo jaló evitando que cruzara al otro lado.

— ¡Responde!

—La única respuesta a todo es que ambos son cobardes— interrumpió el rubio regresando del otro lado— y ni hablar del último Alfa— refiriéndose a Yugi, Rafael lo miró con burla mientras comenzaba a alejarse de ahí.

—No somos cobardes, sabemos lo que es correcto y lo que no. Tú deberías...

— ¡Ay, ya cállate!—encaró a Yugi—Lo único que saben hacer bien es obedecer a mami y... oh, se me olvidaba— comenzó a burlarse— tú no eres hijo legítimo del Alfa Muto.

Un silencio se apoderó del lugar. Sin embargo, Rafael no iba a parar ahí.

—Fuiste producto de una aventura.

—No es verdad

—¿Quién lo asegura?

— Mi mamá dice...

—¿Tú mamá? Obviamente negará todo. ¿Quién aceptaría que rompió una familia?

—¡Mi mamá no hizo eso! ¡La señora Muto ya se había divorciado del señor Muto cuando mi mamá se enamoró de él!

—Y ¿Quién te asegura que la razón de ese divorcio no fué tu mamá?

—Mi mamá no es así. Ella no hizo nada malo.

—Tu padre rompió tu familia, y para saciar su venganza, tu madre buscó a otra familia para romperla.

—Mi papá no rompió mi familia y definitivamente mi mamá no rompió la familia de los Muto.

—¿Lo llamas papá después de saber la verdad?. Aunque bueno, tienes razón en algo; él único culpable de que tu familia se rompiera... Fuiste tú.

Los hermanos MutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora