Oportunidad

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Aunque a mí alrededor hubiera lobos y cazadores confrontandose mutuamente no me importaba.
Definitivamente evitaba a lo máximo involucrarme en alguna pelea pero de ser necesario intentaba dejar inmovilizado a mi oponente para seguir con mi camino sin perder tiempo.

Finalmente logré llegar a las afueras de la aldea y desesperadamente me dirigí a una casa en particular.

Al llegar mi corazón se alteró a ver sólo cenizas de esta y ningún rastro de ellos al rededor.

Tomé mi transformación a lobo y comencé a olfatear su aroma pero era demasiado tenue. Ellos no estaban ahí. Ni adentro ni afuera de la casa o... Lo que quedaba de ella.

Estaba por correr hacia el interior del bosque cuando sentí una flecha clavarse en mi costado. Eso me hizo falsear y caer. Miré hacia atrás y noté como unos miembros de la manada Golden Blood llegaban detrás de mí.

— Es mejor que no te resistas. Si lo haces sólo lograrás alargar tu sufrimiento.

— Tengo asuntos más importantes que ocuparme de ustedes.— reté deshaciendo mi transformación y sacando la flecha de mi costado. La herida comenzaba a sanar mientras me ponía de pie.

— Lástima que debas visitar el más allá primero.

Atacó uno de ellos y lo esquivé. Tomé el arco que llevaba en la espalda y comencé a disparar fechas.
Algunas eran de punta de hierro, otras eran de plata pura. Intentaba darles en puntos clave para dejarlos inmovilizados temporalmente o... Ponerlos a dormir. De cualquier manera me daba igual.

Al final, sólo quedaba uno...

— Eres ágil. Lastima que llegarás tarde— esquivé su espada y él mi flecha— Tu puntería le habría servido de ayuda a la inútil loba albina que intentaba desesperadamente salvar a sus cachorros.

Mis ojos de abrieron de par en par y fallé el tiro. Mi concentración se había perdido.

— Por tu cara me parece que los conocías. No te preocupes por ellos. Ya no sufren más.

Su sonrisa ladina y burlesca me enfureció tanto que actúe por impulso. Disparé una flecha para intentar distraerlo e inmediatamente tomé mi transformación. Me abalancé hacia su yugular pero... La distracción de la flecha no funcionó y lo que él quería lo consiguió.
De alguna manera sacó de la nada una daga de plata y...

— Dulces sueños...— sentí un calor intenso en el costado. Sin embargo hubiese sido peor... Quiero pensar.

Caí al suelo herido. Había logrado provocarme y que lo atacara sin pensar. De alguna manera supo cómo distraerme, lo cual no pasó desapercibido por mí.

Me pateó fuertemente de tal manera que choqué contra un tronco.
Caminó lentamente hacia mi. Por otro lado, yo intentaba ponerme de pie pero era muy difícil. Mis patas me temblaban con solo intentarlo.

— Salúdame a la loba blanca... Y sus pequeños lobatos.

Antes de siquiera alzar la daga para terminar conmigo, un cuerpo salió de la nada y se abalanzó contra ese sujeto. De una manera ágil logró rebanarle la yugular y dejarlo... Sin vida.

Él me miró. Tenía las manos llenas de sangre y una daga en la mano. Intentó acercarse a mí pero...

— ¡Ni se te ocurra acercarte!— le grité— Sé lo que tramas, Jaden. ¿¡Ella te envío a matarme!?— él detuvo su caminar.

— Lo sabes... — dijo suavemente.

— Sé que ella quiere mi corazón y tú quieres tu libertad. Pero yo no quiero ser una simple moneda con la cual puedas compararla.

Los hermanos MutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora